Asuntos incomprensibles
El ¨²ltimo pensador de culto se llama Peter Sloterdijk y es catedr¨¢tico de filosof¨ªa en Karlsruhe. Las fotos le muestran con cara de pocos amigos y su obra, que comenz¨® con una Cr¨ªtica de la raz¨®n c¨ªnica en 1983, es de aquellas que toca las narices a los creen que esto de pensar es monopolio de esp¨ªritus altamente selectos. A Sloterdijk, a quien conoc¨ª por una traducci¨®n francesa de sus Normas para el parque humano, le puede entender perfectamente cualquiera con cierta inquietud vital, cosa que no siempre est¨¢ al alcance de muchos de los sabios oficiales que nos rodean.
Este alem¨¢n de 53 a?os toma el toro de nuestra realidad europea por los cuernos y se dedica a encontrar sentido (si lo tiene) a lo que nos rodea. No hace mucho, un periodista norteamericano del New York Times me dec¨ªa, precisamente, que lo ¨²nico que en realidad le queda al periodismo, ante la avalancha de informaciones y la (falsa) aceleraci¨®n de acontecimientos, es to make sense (encontrar sentido) a los sucesos del mundo y de la vida. Quiz¨¢ los lectores de diarios los seguimos comprando en busca de este make sense que explicar¨ªa que, a estas alturas de la vida, alguien se tome en serio que los obispos pretendan excomulgar a los terroristas, o permitir¨ªa entender por qu¨¦ los alumnos pegan a los maestros o los hombres a las mujeres, o, cosa mucho m¨¢s ininteligible, por qu¨¦ triunfa la nueva modalidad de televisi¨®n rosa.
El cat¨¢logo de asuntos incomprensibles es algo que crece d¨ªa a d¨ªa y configura la m¨¢s potente industria de productos contempor¨¢neos. Y eso es justamente lo que atrae al fil¨®sofo alem¨¢n y lo que puede atraernos de ¨¦l. ?Para qu¨¦ sirven los sabios si no es para explicarnos lo que nos pasa, aunque lleguen a la conclusi¨®n de que lo incomprensible somos nosotros mismos? Claro que hoy esto de encontrar sentido a lo que sucede es un deporte en decadencia: las pobres gemelas Belinda y Kimberley -de nueve meses-, vendidas por Internet y que han cruzado el Atl¨¢ntico dos veces en busca de padres adoptivos, son s¨®lo una gota en el oc¨¦ano de desprop¨®sitos habituales perpetrados por instituciones que, te¨®ricamente, est¨¢n ah¨ª para pensar por todos. Es decir, que los asuntos incomprensibles no s¨®lo crecen, sino que da la impresi¨®n de que son cuidadosamente cultivados, jaleados y bendecidos.
Lo m¨¢s provocativo de Sloterdijk, especialmente claro en su ¨²ltimo libro publicado ahora en Espa?a -Eurotao¨ªsmo (Seix y Barral), que para mayor inri sali¨® en 1989 en Alemania, aunque m¨¢s vale tarde que nunca-, es que intenta comprender qu¨¦ impulsa al mundo actual en su trayectoria. No s¨®lo se atreve con lo de ahora mismo, cosa que suele ser un pecado (period¨ªstico) para cualquier pensador convencional, sino que intenta saber por qu¨¦ suceden las cosas. Semejante osad¨ªa -hablar de lo que sucede ante nuestros mism¨ªsimos ojos y de todo lo que no entendemos atando cabos- ya se ha calificado de subversiva. Y realmente lo es. La inteligencia siempre ha sido subversiva, pero hoy resulta claramente desestabilizadora.
Este se?or alem¨¢n no est¨¢ para circunloquios de ning¨²n tipo: describe la confusi¨®n de esp¨ªritu que produce el descubrir, por ejemplo, que 'el objetivo real de los nuevos tiempos no es tanto hacer historia como construir naturaleza'. Construir una naturaleza nueva que liquide la anterior, se sobreentiende. Y, claro, luego sucede que no entendemos lo que nosotros mismos hemos hecho. 'El progreso ha puesto en marcha cosas totalmente imprevistas', se?ala el fil¨®sofo como si fuera Perogrullo. Y ah¨ª est¨¢n, como ejemplo de estar por casa, los accidentes de tr¨¢fico, o los embotellamientos, consecuencias (imprevistas) de un maravilloso invento para la libertad llamado autom¨®vil. El descubrimiento de que el progreso no es autom¨¢tico cuesta de digerir, pero a¨²n lo es m¨¢s el l¨²cido diagn¨®stico de Sloterdijk sobre esta ¨¦poca 'asfixiada en sus propios ¨¦xitos'. Como siempre, las provocaciones aclaran muchas cosas incomprensibles.
Margarita Rivi¨¨re es periodista.
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