Europa, resfriada
El continuo deterioro de la confianza de los consumidores convierte las desaceleraciones en recesiones. Este peligro, que el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, ve en la situaci¨®n de EE UU, puede acabar contagi¨¢ndose a Europa, donde las previsiones de crecimiento empiezan a reducirse, las bolsas bajan y vuelven a ser noticia los despidos y los cierres de empresas.
Los dos indicadores de EE UU que acaban de conocerse -el de ventas al por menor (0,2% de ca¨ªda) y el de confianza de los consumidores (87,5%, el m¨¢s bajo de los ¨²ltimos siete a?os)- no favorecen precisamente la eliminaci¨®n de ese riesgo, presente desde que la econom¨ªa m¨¢s importante del mundo entr¨® en una cuesta abajo a finales del pasado a?o. No se sabe si todo quedar¨¢ en un gran bache o ser¨¢ una recesi¨®n en toda regla, pero el resto del planeta tiene razones sobradas para inquietarse de un posible contagio. La econom¨ªa de EE UU est¨¢, en el mejor de los casos, acatarrada; la de Jap¨®n, parada, y la europea ha comenzado a estornudar.
Descartado que el dinamismo que se anticipaba en la econom¨ªa europea pudiera compensar el enfriamiento norteamericano, asistimos a una continua revisi¨®n a la baja de las previsiones de crecimiento econ¨®mico. En Europa lleva a concluir que su econom¨ªa no podr¨¢ tomar el relevo de la estadounidense como locomotora mundial. No cabe confiar adem¨¢s en que el contagio a Europa de la crisis en EE UU y Jap¨®n se vea frenado por unas exportaciones relativamente bajas del Viejo Continente hacia esos pa¨ªses, como si la UE fuera una esfera aut¨®noma. Ser¨ªa no entender las transformaciones experimentadas por la econom¨ªa mundial en los ¨²ltimos a?os. Sectores b¨¢sicos de la llamada nueva econom¨ªa escapan a ese an¨¢lisis mecanicista de los flujos comerciales entre los principales bloques econ¨®micos. Adem¨¢s, las tres econom¨ªas est¨¢n estrechamente vinculadas por inversiones cruzadas, y si los valores bajan en Wall Street, Europa tambi¨¦n pierde. El sue?o de un a?o atr¨¢s en Lisboa de convertir a Europa en la econom¨ªa m¨¢s din¨¢mica del mundo se est¨¢ disipando. Ante la posibilidad de una reducci¨®n notable en el crecimiento econ¨®mico europeo, los Gobiernos y las instituciones europeos parecen paralizados. Aunque se entienda que defienda su autonom¨ªa y no se deje someter a presiones pol¨ªticas, la terquedad del Banco Central Europeo (BCE) en mantener el precio del dinero en el mismo nivel desde hace seis meses no contribuye a preservar el ritmo de crecimiento en la zona. Es el ¨²nico de los grandes bancos centrales que no parece consciente de que la ausencia de crecimiento suficiente pone en entredicho su propia legitimidad, m¨¢s a¨²n cuando no aparecen serias amenazas inflacionistas en la mayor¨ªa de las econom¨ªas, salvo la espa?ola.
En este contexto, las reacciones oficiales ante el anunciado cierre para fin de a?o de las 38 tiendas de Marks & Spencer en el continente han brillado por su ausencia, pese a su dimensi¨®n europea. La excepci¨®n ha sido Francia, donde la ley ha permitido a la justicia intervenir contra la cadena por no haber consultado antes a los empleados. El Gobierno de la izquierda plural francesa y algunos partidos y sindicatos se han movilizado no s¨®lo contra la decisi¨®n de Marks & Spencer, sino tambi¨¦n llamando a boicotear los productos de Danone, que ha anunciado el cierre de dos f¨¢bricas en Francia en el mismo momento en que comunicaba sus buenos resultados. El primer ministro socialista, Lionel Jospin, sometido a la presi¨®n del horizonte electoral, ha proclamado que 'la l¨®gica de los beneficios no debe ejecutarse en detrimento del empleo', lo que s¨®lo ha tenido alg¨²n eco en Bruselas. Mientras tanto, el Gobierno espa?ol va revisando las perspectivas de crecimiento a la baja y, ante el significativo cierre anunciado de las tiendas de la cadena brit¨¢nica, se limita a mirar hacia otro lado.
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