Una red de 300 c¨¢maras rastrea la presencia de los ¨²ltimos ejemplares de lince
La poblaci¨®n es un tercio menor que lo estimado
La idea de las c¨¢maras surgi¨® en el parque nacional de Do?ana, donde Pablo Pereira y el guarda Paco Robles la ensayaron por primera vez. Al principio las c¨¢maras se disparaban ante cualquier ser que se mov¨ªa frente a los objetivos. La t¨¦cnica se ha mejorado mediante la colocaci¨®n de unas planchas disimuladas en el suelo que accionan el obturador cuando las pisa el lince. Para atraerles hacia las trampas retrato se depositan en sus inmediaciones restos de orines de los linces que viven en Do?ana. El se?uelo no falla.
Gracias a este montaje, se han obtenido 30 im¨¢genes excelentes de este animal, que tiene un porte dos veces superior al gato dom¨¦stico com¨²n. Para Nicol¨¢s Guzm¨¢n, coordinador nacional del Programa Lince (Lynx pardina), 'las fotograf¨ªas son magn¨ªficas' y constituyen el mejor documento para inventariar la poblaci¨®n real de este animal en extinci¨®n.
Porque, seg¨²n los indicios, el n¨²mero de ejemplares de este animal, ¨²nico en el mundo, es la tercera parte de los que contabilizaron Miguel Delibes y Alejandro Rodr¨ªguez a mediados de la d¨¦cada de los noventa. Entonces se cifr¨® su poblaci¨®n entre 1.000 y 1.500 ejemplares. En unas jornadas organizadas recientemente en Ja¨¦n por Ecologistas en Acci¨®n, han coincidido en que no pasan de 500.
El lince no es un animal gregario. Recorre los matorrales en solitario. Cuando las hembras est¨¢n en celo, que suele ser entre diciembre y febrero, el macho se acerca, copula y desaparece. Si la hembra queda fecundada, pare en soledad camadas de entre uno y cuatro cachorros, a los que tiene que alimentar sola.
En circunstancias normales logra sacar adelante dos o tres cachorros. Pero no es precisamente normal la situaci¨®n que atraviesa la especie. El abandono de las tierras de cultivo ha facilitado su colonizaci¨®n por matorrales altos y tupidos, un terreno desde?ado por el lince. Prefiere los territorios en mosaico, donde le resulta f¨¢cil identificar a sus presas y capturarlas.
Los conejos silvestres, que son su principal fuente de alimentaci¨®n, le han fallado por dos veces consecutivas. A finales de los cincuenta fueron presa de una fort¨ªsima epidemia de mixomatosis. Luego, en la d¨¦cada de los ochenta, se ceb¨® sobre ellos otra plaga, la neumon¨ªa hemorr¨¢gica v¨ªrica.
El Ministerio de Medio Ambiente, con la ayuda de la UICI (Uni¨®n Internacional de Conservaci¨®n de la Naturaleza), desarroll¨® hace tres a?os una estrategia para salvar la especie. Consensu¨® con las comunidades auton¨®mas la puesta en marcha de planes de protecci¨®n, pero, a fecha de hoy, ninguna lo tiene listo, se lamentan al alim¨®n Nicol¨¢s Guzm¨¢n y Theo Oberhuber, responsables del Programa Lince de Ecologistas en Acci¨®n.
Ecologistas en Acci¨®n mantiene 30 equipos de seguimiento desde hace seis a?os para hacer un censo detallado. Recorren el monte paso a paso en busca de excrementos y huellas cuyo ADN es analizado despu¨¦s en la Estaci¨®n Biol¨®gica de Do?ana. Estos trabajos han permitido concluir que la poblaci¨®n de lince no es la que se cre¨ªa, sino una tercera parte. Guzm¨¢n no cree que haya m¨¢s de 300. Pero lo peor no es eso. Sus poblaciones est¨¢n diseminadas en grupos de 40 o 50 ejemplares sin contactos entre s¨ª.
El papel m¨¢s dif¨ªcil de Nicol¨¢s Guzm¨¢n es poner de acuerdo a todas las instituciones, colectivos y cient¨ªficos interesados por la especie. Y lo ¨²ltimo que se va a intentar es la reproducci¨®n del lince en cautividad, aprobada recientemente por la Comisi¨®n Nacional.
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