Talib¨¢n
Los talib¨¢n vuelven a dar el co?azo, y esta vez le toca al ajedrez, juego no isl¨¢mico y por tanto que se debe prohibir. En el pasado hubo corrientes antropol¨®gicas y culturalistas en general que abogaron por el respeto a los paradigmas culturales exc¨¦ntricos, es decir, no europeos. No deb¨ªamos caer en el eurocentrismo y s¨ª buscar las l¨®gicas internas de aquella conductas culturales que estaban en los ant¨ªpodas de nuestra cultura, que ha sido a la vez acumulativa, patrimonial y emancipadora, dentro de lo que cabe. La teor¨ªa conservacionista de las peculiaridades monstruosas es prima hermana de la que sostiene lo natural que fue la tortura o la destrucci¨®n de la cultura antag¨®nica hasta que el humanismo posrom¨¢ntico consider¨® que eran pr¨¢cticas desaconsejables. Est¨¢ demostrado que la tortura nunca fue del agrado de los torturados y que la destrucci¨®n de obras escritas acometida por los tiranos de todos los tiempos nunca fue asumida por los autores castigados, que para sus adentros pusieron a parir al poder que as¨ª les mutilaba.
Me curo en salud, pues, ante los viciosos de la pluralidad cultural legitimada por las m¨¢s diferentes teolog¨ªas, desde la isl¨¢mica a la neoliberal, pasando por la cristiana, neg¨¢ndome a asumir las mutilaciones clitoriales, la ley s¨¢lica, el ayuno y abstinencia y la programaci¨®n televisiva obligatoria de Ben Hur en Semana Santa; la conversi¨®n de las mujeres afganas en buzos terrestres en pleno exilio interior, la destrucci¨®n de estatuas de la competencia religiosa o filos¨®fica y ahora la prohibici¨®n del ajedrez, prohibici¨®n del todo inmotivada porque ya los campeones mundiales ni siquiera son sovi¨¦ticos, aunque s¨ª a veces pueden ser rusos o bielorrusos. Nadie es perfecto.
Y si nadie es perfecto, ni siquiera yo lo soy, mucho menos esa pandilla de sectarios talib¨¢n, que tratan de convertir lo retr¨®grado en vanguardismo isl¨¢mico saludado por los profetas como un ensayo pur¨ªsimo de moralidad cor¨¢nica. Hay que pedir responsabilidades a los gobiernos de EE UU y de Pakist¨¢n por haberse inventado a estos capullos para oponerlos al marxismo leninismo residual de los Br¨¦znev, Gromiko, Chernenko y compa?¨ªa, que, seamos justos, no prohibieron a los afganos jugar al ajedrez.
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