Lluvias, embalses e informaci¨®n sobre los problemas del agua
En los ¨²ltimos d¨ªas algunos sectores econ¨®micos (regad¨ªo, constructoras, consultoras de ingenier¨ªa) han relanzado su tradicional campa?a a favor de las obras hidr¨¢ulicas, es decir, de los pantanos. Es comprensible que estos sectores econ¨®micos reclamen la continuaci¨®n de una pol¨ªtica de inversiones p¨²blicas que favorece sus intereses. Menos l¨ªcito es hacerlo jugando con la distorsi¨®n sistem¨¢tica de la informaci¨®n, que encuentra, adem¨¢s, un auditorio condicionado e indefenso por decenios de propaganda masiva.
Cuando no llueve, se agobia a los ciudadanos (a todos, a los de las grandes y a los de las peque?as poblaciones) con la amenaza de restricciones y escasez. Mientras tanto, se vac¨ªan los embalses a raz¨®n de 8.000 metros c¨²bicos por cada una de las 300.000 hect¨¢reas de cultivos extensivos existentes: una cantidad de agua, social y econ¨®micamente poco productiva, cuya adecuada asignaci¨®n garantizar¨ªa plenamente los abastecimientos dom¨¦sticos y de las actividades industriales y terciarias de toda la Comunidad Aut¨®noma. Esa es la primera idea que deber¨ªa tener clara la opini¨®n p¨²blica: los abastecimientos urbanos est¨¢n ya, o podr¨ªan estar, plenamente garantizados en Andaluc¨ªa. Cuando se habla de agua no estamos hablando de 'agua para beber', sino de un factor de producci¨®n para una actividad empresarial. A cada habitante de la cuenca del Guadalquivir le corresponden como media 2.500 litros de agua al d¨ªa (900 metros c¨²bicos al a?o). Esa es la 'escasez' de la que estamos hablando. Por supuesto que no todos los ciudadanos consumen lo mismo: la mayor¨ªa usa 140 litros al d¨ªa (50 metros c¨²bicos al a?o); otros, los que utilizan el agua como factor de producci¨®n, consumen muchos miles, a veces millones, de metros c¨²bicos al a?o. Entre los propios regantes el agua tampoco est¨¢ bien repartida: el 2,5% de las explotaciones de regad¨ªo del Guadalquivir (6.500) consumen el 40% del agua de riego, lo suficiente para abastecer a toda la poblaci¨®n de Andaluc¨ªa (7.300.000 habitantes) durante dos a?os. A esto se a?ade que la mayor¨ªa de tales explotaciones no puede afrontar los costes econ¨®micos, por no hablar de los ambientales, que supone la disposici¨®n de ese recurso productivo. Es l¨ªcito utilizar un recurso natural para actividades empresariales (como se hace con el petr¨®leo o la madera), lo que no es aceptable es confundir las necesidades vitales de todos los ciudadanos con los intereses econ¨®micos de un sector productivo.
Cuando llegan las lluvias y, por fin, corre agua por los r¨ªos, el fraude informativo se recrudece. Se publican fotos de embalses rebosando (por ejemplo, el Jergal en el Rivera de Huelva) y se transmite el mensaje de que si tal o cual otro pantano (Melonares) estuviera construido se habr¨ªa evitado ese 'despilfarro'. Hay que decir con claridad que el hecho de que los r¨ªos lleven agua (como que las vacas coman forraje, no v¨ªsceras de otros animales) no es ning¨²n despilfarro, sino una necesidad sanitaria, ecol¨®gica y vital para los seres humanos: salvaguardando lo poco que queda de nuestro medio ambiente h¨ªdrico, estamos defendiendo nuestra propia supervivencia como sociedad civilizada. Pero es que, adem¨¢s, el mensaje es fraudulento. Por debajo de muchos de esos r¨ªos ya no es posible seguir construyendo embalses, ya est¨¢n construidos todos los t¨¦cnicamente posibles. En el ejemplo del r¨ªo donde se sit¨²a el embalse rebosante que ha ocupado estos d¨ªas algunas portadas, ya existen cinco pantanos. El volumen total de estos embalses (448 millones de metros c¨²bicos) supera el caudal medio anual del r¨ªo (325 millones). Afortunadamente, algunos a?os, como el presente, el r¨ªo consigue llenarlos y llevar agua. El pretendido embalse de Melonares se situar¨ªa en otro r¨ªo (el Viar) y por tanto no podr¨ªa almacenar esos caudales, que necesaria y afortunadamente circular¨¢n hacia el mar.
Lo mismo ocurre con el Guadiamar, con el Salado de Mor¨®n, con el Huesna, con el Guadaira, con el Guadalmellato, con el Guadialimar, con el mismo Genil y con tantos otros, en los que no es t¨¦cnicamente posible incrementar de una manera significativa la regulaci¨®n existente, que ya es muy elevada. Aguas arriba de la confluencia del r¨ªo Guadiato en el Guadalquivir, hay 8.000 kil¨®metros cuadrados de cuenca sin posibilidad de regulaci¨®n. Por eso se plantea el embalse de Bre?a II como un embalse lateral que bombear¨ªa agua del Guadalquivir, pero a raz¨®n de 50 metros c¨²bicos por segundo, sin efectos sobre los caudales excepcionales de 2.000 metros c¨²bicos que han corrido algunos d¨ªas por el r¨ªo. El agua que ha circulado de manera excepcional por el Guadalquivir este invierno (que tambi¨¦n tiene ya globalmente un volumen de embalse construido que supera el caudal medio anual) no hubiera sido retenida m¨¢s que en una peque?a parte por la bater¨ªa de pantanos que se reclaman. Desde luego, en ninguna medida por la presa-esclusa del estuario que, como sus defensores saben perfectamente, no tiene el objetivo de regular las aguas de avenida, aunque siempre se menciona en estos casos, para mayor confusi¨®n de la opini¨®n p¨²blica.
En resumen, ni es malo que corra agua por los r¨ªos, sino una bendici¨®n de la que nos debemos congratular, ni son ciertos los mensajes de que tal 'despilfarro' se eliminar¨ªa con las presas que los interesados en ellas defienden. Adem¨¢s, si tales obras producir¨ªan los beneficios econ¨®micos inmensos que se afirma, ?por qu¨¦ los beneficiarios no est¨¢n dispuestos a pagarlas? El d¨ªa que estas actividades tengan que hacer frente a los costes del recurso agua, como tienen que afrontar los costes de cualquier otro factor productivo, muchos de los actuales problemas se plantear¨¢n en t¨¦rminos mucho m¨¢s razonables.
Leandro del Moral es profesor de la Universidad de Sevilla.
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