El Valencia confirma su grandeza
Un gol de Carew, el peor hasta entonces, clasifica al cuadro de C¨²per para las semifinales a costa del Arsenal
Por uno de esos misterios del f¨²tbol, probablemente el peor jugador del encuentro, Carew, meti¨® al Valencia en las semifinales de la Liga de Campeones por segundo a?o consecutivo. El delantero noruego, desastroso hasta ese crucial instante, abandon¨® fugazmente las tinieblas para cabecear un centro enroscado de Mendieta.
Gol y a las semifinales. Mestalla, enloquecido. Hablando de locos: ?qu¨¦ lun¨¢tico se hubiese atrevido hace dos a?os a vaticinar que el Valencia, el club m¨¢s inestable de los precedentes, estar¨ªa dos temporadas consecutivas entre los cuatro grandes de Europa? Seguramente nadie. Ayer gan¨® por coraje, por orgullo y porque el Arsenal quiso, con una birria de defensa, fiarse al empate sin goles y pag¨® muy cara su cobard¨ªa. Y tambi¨¦n porque C¨²per, que hab¨ªa sacado de salida un conjunto de batalla, se decant¨® por los artistas en el momento decisivo: salieron Zahovic y Aimar, se aliaron con Mendieta y entre todos colocaron a los valencianistas en el podio.
Y eso que con Aimar en el banquillo el Valencia jug¨® la primera parte con tanto entusiasmo como falta de ideas. Fue de m¨¢s a menos, a medida que iba tomando conciencia de que toda su descarga f¨ªsica y de adrenalina no se concretaba en el gol. Entre otras cosas, porque el grupo de C¨²per ha estado todo el curso sin un nueve de garant¨ªas, lo que ayer qued¨® m¨¢s patente que nunca. La galopante torpeza de Carew acab¨® por desesperar a la grada, que contagiaba la frustraci¨®n al equipo. As¨ª se fue el cuadro valencianista al descanso, con la sensaci¨®n de que o mucho cambiaban las cosas o la aventura llegar¨ªa a su fin.
El Valencia sali¨® luego con la agresividad que le llev¨® el pasado a?o a la final de Par¨ªs. Con mucha urgencia por marcar, por adquirir ventaja antes de que el Arsenal tomara posesi¨®n del partido. Y lo habr¨ªa hecho si Carew hubiese aprovechado un magn¨ªfico pase interior de S¨¢nchez. Sucede, sin embargo, que al noruego le falta clase para decidir cuando se halla ante el portero mano a mano, ah¨ª donde los grandes delanteros marcan la diferencia.
Mendieta asumi¨® el protagonismo que se le supone a un futbolista excepcional. Incluso se dir¨ªa que demasiado protagonismo, pues pec¨® de individualista en m¨¢s de una ocasi¨®n. Pero tal vez fue porque no vio a su alrededor a gente que le acompa?ara en el asedio al Arsenal. En cualquier caso, el capit¨¢n dej¨® tirado con dos regates secos, en pleno centro del campo, nada menos que al larguirucho Vieira, uno de centrocampistas m¨¢s fuertes. Pero, si a Mendieta ya se le conoce, el zurdo Vicente confirm¨® el buen ojo de Wenger para los j¨®venes talentos, ya que el entrenador franc¨¦s del Arsenal trat¨® de ficharlo el a?o pasado cuando estaba en el Levante. Vicente desbord¨® con frecuencia por el interior izquierda, pero no hubo nadie que entendiera sus centros.
El Arsenal result¨® muy conservador. Se agazap¨®. Wenger opt¨® en el ataque por sus dos gacelas, Wiltord y Henry, en previsi¨®n de cazar alg¨²n contraataque. Lo intentaron, pero la veterana defensa valencianista supo recurrir a todas sus artes, las buenas y las malas. S¨®lo Pires, con sus arrancadas por el flanco izquierdo, desestabiliz¨® la estructura defensiva local.
C¨²per no busc¨® en el descanso ninguna soluci¨®n en el banquillo. El Arsenal sali¨® de la madriguera. Se adue?¨® del bal¨®n y del juego. El Valencia se qued¨® sin ox¨ªgeno y, por si fuera poco, la lesi¨®n de Ayala oblig¨® a dar entrada a Djukic, presa f¨¢cil para la poderosa zancada de Henry, que se lo zamp¨® en un par de ocasiones. S¨®lo la excelente colocaci¨®n de Pellegrino le impidi¨® marcar al franc¨¦s, que ya se hab¨ªa escabullido de Djukic. Con todo, el conjunto ingl¨¦s siempre pareci¨® vulnerable atr¨¢s y a eso se agarr¨® la hinchada para vivir intensamente el partido hasta el final.
Fruto del empuje y del entusiasmo de un equipo con gran orgullo, el Valencia puso al Arsenal contra las cuerdas, pero justo en el momento clave el ¨¢rbitro dan¨¦s se trag¨® un penalti cometido sobre Mendieta. El p¨²blico quer¨ªa a toda costa a Aimar sobre el c¨¦sped y C¨²per le concedi¨® el deseo para el ¨²ltimo tramo de encuentro. Y, como quiera que el argentino se ha convertido en un jugador talism¨¢n -siempre que est¨¢ en el campo, el Valencia obtiene sus objetivos-, Mendieta traz¨® uno de esos centros enroscados desde la derecha para que Carew, en su ¨²nica intervenci¨®n acertada hasta entonces, cabeceara de manera impecable: marcando los tiempos en el aire y girando el cuello para que el bal¨®n se marchara al agujero de Seaman. Bien es cierto que m¨¢s que Aimar, quien tuvo un efecto vigorizante entre los suyos fue Zahovic, un futbolista sorprendente y resucitado en las dos ¨²ltimas jornadas. Se ha pasado toda la Liga a la bartola y, curiosamente, ha aparecido en el instante decisivo.
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