'El desd¨¦n forma parte de la estratagema de un poeta''
El 8 de junio cumplir¨¢ 75 a?os. Desde 1967, hace ya 34 a?os, acude cada ma?ana puntual a una cita consigo mismo. Un ritual cuyo templo es la taberna de El Tuta, ubicada en una arista de la plaza octogonal de su pueblo, Poley, aunque los mortales lo llaman Aguilar de la Frontera, en plena Campi?a Alta cordobesa. Vicente N¨²?ez, un basti¨®n de la l¨ªrica andaluza, se autoexili¨® en Poley -el nombre ¨¢rabe de Aguilar- tras un desenga?o literario.
A pesar de que siempre que se habla del poeta se le vincula al grupo literario C¨¢ntico, del que forma parte su amigo Pablo Garc¨ªa Baena, Vicente N¨²?ez aclara que ¨¦l 'sintoniz¨®' con ellos, pero que no formaba parte porque entonces (1947) era 'demasiado joven'.
'Si saliera de aqu¨ª, me perder¨ªa lo esencial de la vida: la vida misma''
Despu¨¦s de la publicaci¨®n, en la colecci¨®n Signos (Madrid, 2000), de Viaje al retorno, una antolog¨ªa seleccionada por el tambi¨¦n poeta ?ngel Luis Vigaray, el pr¨®ximo a?o saldr¨¢ una nueva antolog¨ªa seleccionada, en esta ocasi¨®n, por Miguel Casado. N¨²?ez reconoce que produce muy poco, que lo suyo es vivir. 'No he trabajado en mi vida', exclama cuando alguien llama trabajo a su producci¨®n literaria, aunque por ella haya recibido el Premio Nacional de la Cr¨ªtica, galard¨®n que obtuvo en 1985 por Ocaso en Poley. 'No escribo m¨¢s que cuando hay cosas que me interesan. Uno no se puede poner a escribir poes¨ªa como el que rompe a cantar'.
En 1989 sali¨® Himnos a los ¨¢rboles -una placa en la puerta de la taberna de El Tuta recuerda que el poeta lo escribi¨® all¨ª-, desde entonces Vicente N¨²?ez confiesa que se dedica a sus sofismas y que, posiblemente, los publicar¨¢.
Lo que para muchos ser¨ªa una tediosa rutina, para el poeta es un mundo tan perfecto que no puede ser alterado ni en lo mas m¨ªnimo. Su jornada laboral comienza a las 12 de la ma?ana. El poeta sale de su casa, en la que calle que lleva su nombre y se dirige a la taberna, con el citado azulejo en la puerta. La ¨²nica mesa de m¨¢rmol que hay en el peque?o bar es su 'oficina', escondida tras una columna.
All¨ª el poeta 'vive' hasta la hora del almuerzo. La visita se repite a eso de las nueve de la noche. Vicente N¨²?ez hace a?os que declina invitaciones de gobernantes, colegas, admiradores y amigos. Apenas sale de su pueblo, s¨®lo cuando no le queda m¨¢s remedio que ceder, como en diciembre del pasado a?o, que tuvo que ir a Madrid a presentar su antolog¨ªa.
'Mover la mesa supondr¨ªa tanto como la introducci¨®n de un cisma octogonal. Aqu¨ª estoy detr¨¢s de la columna vertebral que es la que me salva de la televisi¨®n', responde a la petici¨®n de la fot¨®grafa de desplazar la mesa una cuarta para disponer de mejor luz. Al poeta, ocurrente y r¨¢pido, le divierte el eco de sus propias palabras: 'Cisma octogonal'.
'Me entregu¨¦ a la vida y de esa entrega sali¨® un imperativo vital del que me sustento. Me he limitado a ser obediente con mi destino, a defenderlo a rajatabla. La huida es muy f¨¢cil, lo que no es f¨¢cil es la salida al coso'. Con esta enigm¨¢tica disertaci¨®n, el poeta explica su decisi¨®n de refugiarse en su pueblo, alejado de los centros espa?oles de producci¨®n literaria. El autor de Cinco ep¨ªstolas a los ipagrenses (1984) ocupar¨ªa ahora un significativo lugar en el mundo de las letras si hubiera permanecido en los centros de producci¨®n.
Sin embargo, el dolor que sinti¨® tras la muerte de su madre en 1958, unido al sentimiento de asqueo que le produjeron los 'cen¨¢culos literarios' del Madrid de principios de los a?os sesenta, le condujeron al autoexilio.
'Aqu¨ª no me leen ni a m¨ª, ni a Rilke, ni a H?lderlin, ni a nadie. No me preocupa. Muchos estudiantes que est¨¢n haciendo tesis sobre mi obra vienen a verme y tambi¨¦n mis amigos de siempre'. El escritor se refiere al desaparecido Rafael P¨¦rez Estrada, a Garc¨ªa Baena, Rafael Ballesteros o Juvenal Soto, entre otros. 'A muchos los conoc¨ª durante los a?os que pas¨¦ en M¨¢laga, esa ciudad paradisiaca. All¨ª conoc¨ª a Dulce Mar¨ªa de Loynaz, la poeta cubana. Ella iba con un turbante, como una dama parisina, y nos dijo que ¨¦ramos todos muy melanc¨®licos porque beb¨ªamos ginebra, que era una bebida fri¨¢tica', recuerda el poeta, que ahora se ha pasado al vino Montilla-Moriles que se produce en su comarca.
Vicente N¨²?ez explica ese distanciamiento con la realidad como algo necesario para cualquier escritor. 'Distancias son desdenes, pero desdenes amorosos', precisa este hombre que no tiene prejuicios. El poeta puede pasar, en d¨¦cimas de segundo, de una cita de sus adorados maestros -altar en el que se encuentran John Dos Passos o Faulkner- a soltar a voz en grito un exabrupto digno de los jornaleros con los que comparte taberna hace tres d¨¦cadas.
'Luis Cernuda era m¨¢s desde?oso que todos los desdenes que pudieran dirigirle. El desd¨¦n forma parte de la estratagema de un poeta'. Para el escritor, el sepelio por la poes¨ªa comienza en la escuela. 'Muertos est¨¢n ellos (dice por los que dise?an los planes de estudio) desde que abandonaron las lenguas muertas. Sin griego y sin lat¨ªn ?c¨®mo vamos a ser europeos? Actualmente, interesarse por estudiar griego o lat¨ªn es un pecado nefando'.
'Si saliera de aqu¨ª me perder¨ªa lo esencial de la vida: la vida misma. Siempre hay que estar esperando que surja lo inesperado. Si viajo estoy ausente y en la ausencia no se siente nada'. Vicente N¨²?ez explica as¨ª su f¨¦rrea decisi¨®n de no moverse de su pueblo. 'Ahora las ciudades son como cementerios y de eso s¨®lo se salva Par¨ªs. Si pusieran una l¨ªnea de helic¨®pteros Par¨ªs-Poley, yo me subir¨ªa, me tomar¨ªa una copa en Par¨ªs y, despu¨¦s, me volver¨ªa a El Tuta'.
El poeta, habitante de la plaza octogonal de Poley, adopta postura de filosofo musulman -como los que deb¨ªan pasear por las calles de su pueblo antes de que llegara Fernando III con su cristianizaci¨®n- para justificar, con una frase, su opci¨®n vital: 'No hay cosas importantes que se encuentren cambiando de sitio. Lo que realmente es importen, viene a ti'.
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