La fecha
Los pueblos vuelven peri¨®dicamente a sus ra¨ªces porque as¨ª refuerzan las respuestas tasadas a las dudas recurrentes sobre su coherencia y perfeccionan la percepci¨®n de los malentendidos sobre los que se basa su arquitectura identitaria. Una parte sustancial del argumentario de los diferentes credos religiosos reside en rememorar las biograf¨ªas de los fundadores o reformadores ados¨¢ndoles significados trascendentes que, unidos a textos sobre cuyo origen siempre hay quien proyecta dudas y desconfianzas, ocupan a cohortes de funcionarios disciplinados empleados en mantener viva la llama. Desde el mito del eterno retorno a la b¨²squeda de la trascendencia, de las fidelidades simb¨®licas convertidas en desideratum de lo pol¨ªtico a los arcana imperii o a los fundamentos racionales del modo de existir pol¨ªtico, casi nada escapa a los constructos selectivos por disfrazados de universalidad que se les presente.
Revisar el proceso seguido contra Jes¨²s de Nazaret porque hay indicios de prevaricaci¨®n en Pilatos, exigir que los criminales procesos que condenaron a nuestros jud¨ªos conversos se anulen a la luz de la superior civilizaci¨®n humanista y libertaria de la actualidad, borrar de la historia toda conmiseraci¨®n hacia las formas de esclavismo, de ocupaci¨®n de unos pueblos por otros, de opresi¨®n; proscribir los signos de la corrupci¨®n, los personajes adornados con la p¨²rpura de sus execrables cr¨ªmenes, he aqu¨ª el peaje ¨¦tico que ha de abonarse cada vez que se busca la c¨¦dula de identidad de nuestros ancestros.
Si ese d¨¦bito conminara al olvido, y todos los implicados renunci¨¢semos a la vez a las exageraciones selectivas, el problema estar¨ªa resuelto. Pero como los vencedores explican los acontecimientos con la autoridad que les dan los ca?ones, las bayonetas, las leyes de punto final y la desaparici¨®n de las p¨¢ginas compremetedoras de los libros, los vencidos se aferran a los indicios, a la tradici¨®n, a la pervivencia de detalles para hacer de todo ello blas¨®n de dignidad y de agravio.
Un poco as¨ª hemos hecho los valencianos tocados por la sensibilidad de buscar en el pasado datos para no vivir el presente como n¨¢ufragos entre aguas a veces indiferentes, a veces enfurecidas contra nuestra leve embarcaci¨®n hecha de desmemorias y veniales recurrencias a batallas perdidas y a Furs pisoteados. Nunca conseguimos que la reiterada referencia a la derrota del austracismo en 1707 a manos de los borbones sirviese para alimentar de verdad un poso com¨²n capaz de convertir el derecho de devoluci¨®n (de nuestro ordenamiento foral), y su correlato, la plena capacidad de actualizaci¨®n del mismo en motor de nuestros objetivos pol¨ªticos como pueblo. A la vista de su escasa capacidad de movilizaci¨®n en los cerca de trescientos a?os transcurridos desde la fecha fat¨ªdica de la derrota institucional del viejo Regne de Val¨¨ncia, el Mal d'Almansa debi¨® ser terminal.
Hoy es pues un buen d¨ªa para preguntarnos por qu¨¦ la fecha es casi inocua, y si la raz¨®n que avala su escasa repercusi¨®n reside o bien en la ambig¨¹edad de lo que ocurri¨® en aquellos episodios luctuosos o bien en el triunfo interiorizado de los valores que con la Nueva Planta impulsaron a la construcci¨®n intelectual de lo espa?ol entre los valencianos.
Ser¨ªa menester salir definitivamente de dudas, para dejar de insistir en unas lecturas que s¨®lo significan algo para unos pocos, y buscar acontecimientos m¨¢s sugerentes para redimirnos con m¨¢s solvencia.
Vicent.Franch@eresmas.net
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