'Miles de cad¨¢veres amontonados'
B¨¦lgica se estremece con los testimonios del juicio por las matanzas de Ruanda
'Como ustedes, yo no sab¨ªa nada de Ruanda antes de iniciar el sumario en marzo de 1995', cuenta al jurado el juez belga Damien Vandermeersch, instructor del proceso contra dos monjas, un profesor universitario y un industrial, todos ellos de nacionalidad ruandesa, acusados de m¨²ltiples homicidios de civiles tutsis durante la guerra de 1994, que caus¨® m¨¢s de 800.000 muertos en el pa¨ªs. 'Muchas veces me dec¨ªa que no era posible lo que estaba viendo. No uno, sino miles de cad¨¢veres de hombres, mujeres y ni?os mutilados, amontonados en fosas comunes, en pozos s¨¦pticos, en letrinas. Pensaba que era una pesadilla. No era el resultado de una cat¨¢strofe natural, de un terremoto, sino una matanza', agrega, algo emocionado y siempre pedag¨®gico, este juez comprometido con el Tercer Mundo y que trat¨® el a?o pasado de procesar en B¨¦lgica al general Augusto Pinochet siguiendo los pasos de su colega espa?ol Baltasar Garz¨®n.
El jurado popular est¨¢ formado por un camionero, dos cocineros, dos desempleados...
Abrumados por la responsabilidad y por el escaso conocimiento de lo ocurrido en Ruanda, siete hombres y cinco mujeres, acompa?ados de otros 12 suplentes, participan desde el pasado martes en una sala del Tribunal Penal de Bruselas en el primer juicio mundial de cr¨ªmenes de genocidio dirimido por un jurado popular. No es N¨²remberg, ni La Haya o Arusha. No son profesionales del derecho. Hay un camionero, dos cocineros, una puericultora, dos desempleados... El presidente del tribunal, Luc Maes, les explica que pueden preguntar, pero que sean siempre 'muy prudentes'.
B¨¦lgica parece con este proceso querer limpiar la culpa de su pasado colonial en Ruanda (1916-1961). 'Cr¨¦anme, los belgas no gozan de buena imagen all¨ª', les confiesa a los miembros del jurado Vandermeersch, que dirigi¨® cuatro comisiones rogatorias en el pa¨ªs africano para interrogar a testigos. Otras declaraciones proceden de refugiados ruandeses en Bruselas y de informaciones recabadas de los tribunales de la ONU en La Haya y Arusha (Tanzania). El Gobierno de centro izquierda que preside el liberal Guy Verhofstadt pidi¨® el a?o pasado en una gira por el continente negro perd¨®n por la conducta de su pa¨ªs durante el periodo colonizador. Y el Parlamento abri¨® hace 12 meses una investigaci¨®n para esclarecer responsabilidades pol¨ªticas en el asesinato del l¨ªder congole?o Patrice Lumumba, acribillado a balazos en 1961 en una macabra ejecuci¨®n en la que participaron militares belgas.
El juicio de los bautizados por la prensa como Los Cuatro de Butare, por la regi¨®n meridional donde se produjeron los hechos, ha sido posible gracias a una ley de 1993, sin precedentes en otros pa¨ªses, que permite juzgar en B¨¦lgica a cualquier persona, con independencia del lugar de origen o residencia, de delitos contra la Convenci¨®n de Ginebra. En 1999, la ley se ampli¨® a los cr¨ªmenes de genocidio o contra la humanidad.
Los procesados son Vincent Ntezimana (de 39 a?os, profesor universitario, doctor en F¨ªsicas), Alphonse Higaniro (de 51 a?os, industrial y ex ministro) y las monjas benedictinas Consolata Mukangango (sor Gertrudis, de 43 a?os, superiora del convento de Sovu) y Julienne Mukabutera (sor Mar¨ªa Kisito, de 36 a?os). Son de origen hutu. Huyeron a B¨¦lgica poco despu¨¦s de estallar el conflicto. Todos ellos niegan los cargos y no se hallan detenidos.
Los cuatro se declaran pac¨ªficos. 'Yo he dado cobijo tanto a hutus como a tutsis', confiesa Ntezimana con tono seguro y educado a preguntas del presidente del tribunal. Sin embargo, en el acta de acusaci¨®n se le acusa, entre otros delitos, de elaborar listas de castigo contra profesores de origen tutsi, as¨ª como de participar en el m¨²ltiple asesinato de un colega, su mujer e hijas, que viv¨ªan junto a su domicilio.
A las dos monjas, en concreto, se les acusa de dificultar la acogida de refugiados en el convento, facilitar su entrega a los milicianos e incluso de supuestamente colaborar en la quema de m¨¢s de 500 de ellos vivos.
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