La literatura invisible
Un reciente Manifiesto contra la invisibilidad de la literatura infantil y juvenil acaba de ser suscrito por la pr¨¢ctica totalidad de quienes nos dedicamos a este curioso menester en Espa?a. Naturalmente, y como corresponde a la naturaleza del objeto denunciado, nadie lo ha visto, quitando revistas especializadas y navegantes noct¨¢mbulos de la red. Venimos a quejarnos en esa proclama de la poca estima en que tienen a esta literatura los grandes medios de comunicaci¨®n, cual si se tratara de una chucher¨ªa cultural, en fin, cosa de ni?os.
Pero hay otras muchas maneras de hacer que la literatura toda se vuelva invisible. Enumero algunas a voleo: no ponerse de acuerdo las instituciones obligadas a que haya Feria del libro en Sevilla, y en su lugar organizar unos cuantos suced¨¢neos baratos. (Es el segundo a?o que ocurre, y todo por rivalidades pol¨ªticas). Emitir los programas de televisi¨®n para libros en horas infames. V¨¦ase el caso de Pretextos, de Canal Sur TV, un buen programa pese a la escasez insultante de medios, pero condenado a convencer a los ya convencidos en las altas horas del domingo. Una televisi¨®n que depende de un gobierno progresista tiene que llevar los libros a prime time, y no se hable m¨¢s de este enojoso asunto.
Otras formas m¨¢s sutiles de invisibilidad son, por ejemplo, producir fogonazos deslumbradores, a prop¨®sito de grandes premios literarios, previamente pactados con enormes figuras de la cosa. Pues el p¨²blico queda ciego para todo lo que no sea ese relumbr¨®n, donde adem¨¢s empiezan a proliferar sospechosamente los plagios, los jurados obligados a distinguir a quien manda el Gobierno, y otras miserias del oficio. Hasta un Premio Nobel anda implicado en esas veros¨ªmiles basuras.
Por todo ello, y por muchas cosas m¨¢s que aqu¨ª no caben, no he dejado de alegrarme por el pacto suscrito el pasado lunes en defensa del libro y la lectura, a instancias de la Consejer¨ªa del ramo. Aunque los mil millones con que nace son un tanto confusos y difusos, buenos sean para empezar. M¨¢s importante que el dinero, sin embargo, me parece la presencia de Canal Sur y de la Consejer¨ªa de Educaci¨®n, por lo antes dicho de la invisibilidad de la literatura, y acerca de los ni?os y los j¨®venes. Falta ahora que todo ese reclamo publicitario, a un buen prop¨®sito, se concrete en resoluciones mensurables y objetos tangibles. Valga de ejemplo el de ?ljibe, una modesta editorial de Archidona, que ha empezado a reeditar a Emilio Salgari. Enhorabuena.
Ignoro por qu¨¦ no estuvieron presentes en el evento los representantes de las asociaciones de escritores y de cr¨ªticos, que digo yo algo tendr¨ªan que decir. A lo mejor les pas¨® lo que a este humilde cronista, que en lunes y a las doce de la ma?ana sigue teniendo la fea costumbre de estar en su trabajo. Se pone esa hora, ya lo s¨¦, precisamente para que acudan muchos medios de comunicaci¨®n a cubrir la noticia. Pero tampoco hay que pasarse. No es bueno dar la sensaci¨®n de que la gente del libro no tiene mejor cosa que hacer en horarios laborales que echar una firma y tomarse unas copas. Asunto menor, en fin, o quiz¨¢s no tan menor. Con que no se repita, me conformo.
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