?Quo vadis, Alicante?
En los a?os setenta, en los ¨²ltimos a?os del franquismo, Cambio 16, que empezaba a hacer sus pinitos como revista de contenido econ¨®mico, dedic¨® uno de sus n¨²meros monogr¨¢ficos a Alicante con el sugestivo titulo de Alicante: la California de Europa. El leiv-motiv de ese n¨²mero era que la provincia de Alicante ten¨ªa todas las condiciones para convertirse en un emporio de riqueza que siguiera el patr¨®n californiano: agricultura mediterr¨¢nea, turismo, servicios e industrias tecnol¨®gicas. Ese modelo se ver¨ªa favorecido por varias circunstancias, entre ellas la integraci¨®n europea y el abaratamiento del precio de los transportes a¨¦reos.
Casi a los 30 a?os de aquel pron¨®stico, bien puede decirse que en parte se ha visto cumplido, y si lo ha sido s¨®lo en parte se debe en buena medida a un modelo de crecimiento avaricioso que se ha centrado fundamentalmente en obtener plusval¨ªas a corto plazo mediante una desaforada vocaci¨®n de convertir en urbano cualquier parcela de territorio. A pesar de ello, los datos econ¨®micos de la provincia son espectaculares. L¨®gicamente me refiero a los datos reveladores de actividad econ¨®mica (matriculaciones de veh¨ªculos, dep¨®sitos bancarios, consumo de energ¨ªa el¨¦ctrica...) m¨¢s que a los datos oficiales porque cuando se trata de analizar la renta per c¨¢pita, ocupamos una discreta median¨ªa. A buen entendedor...
Cualquier observador imparcial tendr¨¢ que reconocer que la provincia de Alicante es din¨¢mica e incluso su sector industrial se ha consolidado tras haber estado sometido durante a?os a crisis c¨ªclicas. Nadie puede negar tampoco los efectos positivos para nuestra econom¨ªa del ingreso en la Comunidad Europea o del abaratamiento de las tarifas a¨¦reas -s¨®lo las internacionales-, si bien los pron¨®sticos relativos a la instalaci¨®n de industrias de tecnolog¨ªa punta, estilo Silicon Valley, basados en la calidad de vida no se han producido. Esa situaci¨®n positiva de la provincia contrasta con la de la ciudad de Alicante. En el panorama provincial, Alicante era la cabecera de una provincia tremendamente din¨¢mica, pero no ten¨ªa ni potencia industrial, ni agr¨ªcola, y en el sector tur¨ªstico no pod¨ªa competir con otros centros m¨¢s pujantes de nuestra costa. En definitiva se trataba fundamentalmente de un centro administrativo y de servicios, y eso era bastante. Pero la situaci¨®n no es inmutable, y los cambios no han favorecido precisamente las expectativas de la ciudad. Por una parte la nueva organizaci¨®n administrativa ha producido una desviaci¨®n de la actividad de la Administraci¨®n hacia la capital de la comunidad aut¨®noma, y esta afirmaci¨®n constata simplemente una realidad y no un alegato en contra de una opci¨®n que fue libre y voluntariamente asumida por los ciudadanos. El hecho es que buena parte de los asuntos cuya soluci¨®n implicaba antes una gesti¨®n en Alicante ahora se solucionan en Valencia, y eso termina not¨¢ndose. Por otra parte, los centros de prestaci¨®n de servicios tambi¨¦n han proliferado en la provincia, y hoy en d¨ªa tienen una estructura m¨¢s comarcal que provincial. Sin ir m¨¢s lejos, la red hospitalaria se ha extendido, otro tanto cabe decir de la educativa, y en cuanto a los profesionales ha sido tal la proliferaci¨®n de titulados universitarios que no es necesario desplazarse a la capital para acceder a sus servicios, porque hoy es posible encontrarlos en cualquier localidad, incluso mediana, de nuestra provincia. Finalmente, en los ¨²ltimos a?os el comercio -excepci¨®n hecha de El Corte Ingl¨¦s- ha mejorado m¨¢s en la provincia que en Alicante.
De la constataci¨®n de esos extremos deber¨ªa haberse deducido que el modelo existente durante los a?os sesenta y setenta ya no es v¨¢lido y deber¨ªa haberse optado por alguna alternativa. Ello es responsabilidad de los pol¨ªticos pero tambi¨¦n del conjunto de la sociedad y particularmente de sus n¨²cleos dirigentes, en buena mediada de los denominados l¨ªderes sociales, y particularmente empresariales. Soy de los convencidos de la importancia de la acci¨®n pol¨ªtica, pero ¨¦sta de nada sirve si no existe un caldo de cultivo que permita la multiplicaci¨®n de sus efectos, y en ese campo -?ay!- el panorama en mi ciudad es lo m¨¢s parecido al encefalograma plano que conozco.
No voy a dedicarme a glosar los efectos positivos de la acci¨®n de los gestores democr¨¢ticos desde 1979, pero es evidente que el cambio de talante produjo la sensaci¨®n de que hab¨ªa una nueva forma de hacer pol¨ªtica municipal m¨¢s cercana a los ciudadanos y ello es positivo. Sin embargo, cuando hubo intentos de liderar un modelo de ciudad -m¨¢s all¨¢ del urban¨ªstico- quien los intent¨® se encontr¨® como aqu¨¦l que se puso a encabezar una manifestaci¨®n, pero cuando se volvi¨®, comprob¨® que nadie le segu¨ªa. Vaya por ejemplo el de ?ngel Luna cuando intent¨® una imagen de Alicante unida a la cultura contempor¨¢nea (festival de M¨²sica Contempor¨¢nea, propuesta de Museo de Arte Contempor¨¢neo...) y se encontr¨® como quien vocea en el desierto. Por otra parte, las sandeces que surg¨ªan desde las filas conservadoras (recuerdan aquello de la 'ciudad culturalmente sexy' de Such o el deseo de Alperi de 'devolver el perdido esplendor de Alicante') demostraban que eran eso, sandeces que no conten¨ªan un modelo de ciudad, y ello por no hablar de la Ciudad de la Luz.
En tales circunstancias no cabe extra?arse de que el ¨²nico debate que parece motivar la atenci¨®n es el urban¨ªstico, que ha sido puesto de manifiesto recientemente desde un comedido art¨ªculo publicado por Garc¨ªa Solera hasta las declaraciones de la Asociaci¨®n de Promotores acerca de la falta de suelo, bien acogidas por cierto por el PP, siempre tan proclive a todo lo que signifique recalificar suelo. Es l¨®gico que, ante la ausencia de sectores empresariales significativos al margen de la construcci¨®n, solamente los problemas relacionados con ese sector sean los que preocupen, pero una cosa es criticar que solamente exista el debate urban¨ªstico y otra muy diferente el que ¨¦ste no deba preocuparnos. Incrementar el suelo edificable sin que exista un modelo de ciudad, resulta preocupante. ?ltimamente me he visto agradablemente sorprendido por el an¨¢lisis de Jos¨¦ Antonio Pina sobre la incoherencia que supone crear suelo edificable por encima de las previsiones de crecimiento de la poblaci¨®n y las consecuencias negativas de ese modelo -que es el del PP-, entre otras la degradaci¨®n del centro de la ciudad.
Constato con tristeza que el debate urban¨ªstico es el ¨²nico que parece motivar a mis paisanos, pero este debate, sin tener una idea de clara de cu¨¢l es la proyecci¨®n de la ciudad hacia el futuro y sin tener en cuenta que esta ciudad tiene potencialidad para ser algo m¨¢s de lo que avariciosos especuladores o mediocres gestores municipales pretenden, es un debate viciado.
Pero para ir m¨¢s lejos ser¨ªa preciso que hubiera grupos sociales y econ¨®micos m¨¢s preocupados por el futuro que por el beneficio inmediato de una recalificaci¨®n. Grupos que supieran plantarse ante decisiones p¨²blicas -estrangulamiento de la Universidad, absorci¨®n de la CAM, por poner ejemplos- que comprometen el futuro de la ciudad; que no se dediquen a decir am¨¦n a cualquier decisi¨®n que venga de la Generalitat, eso s¨ª, a cambio de todos sabemos bien qu¨¦. Pero esos grupos, capaces de asumir un protagonismo social, no parecen dispuestos a asumir un papel que evitar¨ªa que esta ciudad languidezca de la forma en la que lo est¨¢ haciendo. Al fin y al cabo somos lo que somos y nos merecemos lo que tenemos.
Luis Berenguer es eurodiputado socialista.
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