Razones para el cambio en Euskadi
Los que defend¨ªan, desde sectores socialistas, que lo mejor era repetir la coalici¨®n PNV-PSOE se han pasado a la de Gobierno de concentraci¨®n, es decir, en la pr¨¢ctica, PNV-PP-PSOE. No es lo mismo: significar¨ªa un Gobierno con mayor¨ªa no nacionalista, y por tanto un cambio considerable, aunque no sea exactamente la alternancia que muchos consideran necesaria en todo caso, por razones pol¨ªticas y morales.
Ese repliegue de quienes de ninguna manera quer¨ªan pactar con el PP -por inercia o sectarismo- es un efecto de la resistencia de los socialistas vascos a dejarse engatusar. Su firmeza es un reflejo, a su vez, de los cambios sociales que se han producido en el Pa¨ªs Vasco y que anuncian el fin de la hegemon¨ªa nacionalista. Esa hegemon¨ªa se ha asentado en una combinaci¨®n de ideal patri¨®tico (garant¨ªa de buena conciencia), miedo (a figurar en el campo de las v¨ªctimas) e intereses (clientelismo nacionalista). Como al final del franquismo, existe una resistencia de los instalados en ese tri¨¢ngulo, pero su fuerza se ve contrarrestada por el temor a no pasarse a tiempo al otro campo.
S¨ªntomas de ese cambio son: el giro en la Iglesia local, en la patronal y en la Universidad (un rector del Foro Ermua), y que lo que s¨®lo se dec¨ªa en art¨ªculos de prensa se oiga ya en la calle: por qu¨¦ Ibarretxe pag¨® con dinero de todos un invento antiautonomista como Udalbiltza, por ejemplo. El s¨ªntoma mayor es la ruptura del pacto entre los sindicatos ELA y LAB, que prefigur¨® en su d¨ªa la apuesta frentista de Lizarra. La ruptura se debe, seg¨²n Deia, a motivos 'fundamentalmente pol¨ªticos aunque no se reconozca expresamente'. En otras palabras: los beneficios ya no compensan los costes; pol¨ªticos y humanos: una hija del secretario general de ELA, Jos¨¦ Elorrieta, hubiera figurado entre las v¨ªctimas de la bomba desactivada hace unos meses en la Universidad de Leioa. Tambi¨¦n es sintom¨¢tica la clara toma de distancias respecto a EH y ETA de lo que queda de la antigua extrema izquierda, tras a?os de seguidismo.
Pronto habr¨¢ m¨¢s cambios: en los clubes de f¨²tbol, en las C¨¢maras de Comercio, en los medios de comunicaci¨®n. Y, como ya ha ocurrido en ?lava, muchos dir¨¢n que hab¨ªan sido nacionalistas per accidens, y que llevaban a?os propugnando el cambio de orientaci¨®n y tal. As¨ª es la vida.
Para combatir a ETA ser¨ªa deseable recuperar el consenso de nacionalistas y no nacionalistas, pero ya no es cre¨ªble que la sutura pueda impulsarse desde un gobierno presidido por el PNV. Al menos, mientras proclame su identidad de fines con ETA y siga defendiendo que la violencia que esa organizaci¨®n practica es la expresi¨®n de un conflicto pol¨ªtico no resuelto. El PNV dice que no tiene por qu¨¦ renunciar a su ideolog¨ªa, y tiene raz¨®n; pero no puede ignorar que ese mensaje es interpretado por ETA como una legitimaci¨®n indirecta de su actuaci¨®n; por tanto, si se empe?a en defenderlo, que lo haga desde la oposici¨®n. Lo que no tiene sentido es defender un gobierno de concentraci¨®n para no quedar a merced de EH, y aceptar que en ese gobierno figuren partidos que dicen compartir sus fines con EH. No se trata de obligar al PNV a apostatar, sino de intentar una clarificaci¨®n; acabar con esa mezcla de victimismo y ventajismo que permite al nacionalismo aplicarse a s¨ª mismo, desde el poder, pol¨ªticas de discriminaci¨®n positiva; y no pagar nunca por sus errores y abusos.
La herida abierta por el rechazo nacionalista a la Constituci¨®n se cerr¨® con la aprobaci¨®n del Estatuto de Gernika, que llevaba el autogobierno hasta el l¨ªmite inmediatamente anterior a la independencia. Pero una vez alcanzado ese limite, el PNV volvi¨® a invocar su rechazo a la Constituci¨®n para reclamar, con el pretexto de la violencia, un (impreciso) nuevo paso adelante a costa de los vascos no nacionalistas, que tendr¨ªan que ceder otra vez en aras de la concordia. Pues bien: existen s¨ªntomas de que son muchos los que ya no est¨¢n dispuestos a seguir por ese camino. Esa actitud se refleja en la definici¨®n como ¨²nico campo posible de acuerdo el de la Constituci¨®n y el Estatuto: ambas cosas, para evitar dudas. As¨ª figura en el acuerdo PP-PSOE, y tambi¨¦n en el llamamiento de ?Basta ya! para el mitin del s¨¢bado en Donosti en favor del voto a los partidos constitucionalistas.
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