Europa quiere elegir a sus inmigrantes
Los Quince necesitan cada a?o 1.400.000 trabajadores extranjeros para mantener el sistema de pensiones
Los 15 pa¨ªses de la Uni¨®n Europea (UE) necesitan 1,4 millones de inmigrantes al a?o para mantener sus actuales cifras de poblaci¨®n activa y garantizar los sistemas estatales de pensiones y beneficios sociales. Es el precio del dr¨¢stico envejecimiento de la poblaci¨®n continental. S¨®lo en Alemania se precisan 350.000 trabajadores extranjeros, y en Espa?a, 240.000 al a?o. A pesar de ello, la UE se enfrenta al fen¨®meno desde una actitud de miedo y rechazo. Detr¨¢s de un discurso pol¨ªticamente correcto se esconde una incapacidad para generar directrices comunes y el deseo de seleccionar inmigrantes seg¨²n las necesidades del receptor: agricultores para Espa?a, enfermeras para Portugal o inform¨¢ticos para Alemania o el Reino Unido...
Medio mill¨®n de 'ilegales' buscan hoy la v¨ªa para entrar en un pa¨ªs de la Uni¨®n Europea
Hay tres ejemplos de ese temor. Uno, estad¨ªstico. Seis de cada diez franceses consideran que hay 'demasiados extranjeros' (sobre todo ¨¢rabes), seg¨²n la ¨²ltima encuesta de la Comisi¨®n Nacional de Derechos Humanos. La mitad de los franceses atribuye a los extranjeros el crecimiento de los gastos en seguridad social y un tercio les considera culpables de la inseguridad. Datos similares se repiten en el resto de la Uni¨®n.
El segundo ejemplo es pol¨ªtico: Alemania y Austria han logrado imponer su criterio en el seno de la Comisi¨®n Europea para limitar en cinco a?os (m¨¢s otros dos, si alg¨²n Estado miembro lo solicita) la libre circulaci¨®n para los pa¨ªses del Este beneficiados por la ampliaci¨®n. Las estad¨ªsticas desmienten la temida avalancha. En el primer a?o, s¨®lo se esperan 350.000 trabajadores. Otro ejemplo pol¨ªtico es la propuesta del Gobierno brit¨¢nico de reforma de la Carta de Refugiados de la ONU y la creaci¨®n de una lista de naciones cuyos habitantes no puedan beneficiarse del derecho de asilo.
El tercero es policial. Ya funciona en pruebas el Eurodac, un gigantesco banco de datos que manejar¨¢ las fichas de todos los inmigrantes ilegales descubiertos en la UE. En este superordenador se incluir¨¢n las huellas digitales de los 10 dedos de las manos de los inmigrantes mayores de 14 a?os. Nadie ha criticado la legalidad de esta medida, ni aun en el caso de los menores de edad.
Las cifras demuestran la magnitud del reto al que se enfrentan los Quince. Medio mill¨®n de inmigrantes buscan en estos momentos la v¨ªa, ilegal en la mayor¨ªa de los casos, de entrar en un pa¨ªs de la UE. Balcanes, Espa?a, Italia, Alemania y Austria son las principales fronteras. Por primera vez en la historia de la UE, el fen¨®meno afecta a todos, pues la supresi¨®n de las fronteras internas facilita la movilidad. Los Quince coinciden en que se trata de una cuesti¨®n que necesita ser abordada de forma conjunta. Pero ¨¦ste es, por ahora, el ¨²nico acuerdo de fondo.
En Asia, ?frica y Am¨¦rica Latina se ve a EE UU, Canad¨¢ o Europa como el ed¨¦n. La pel¨ªcula Lamerica, del italiano Gianni Amelio, muestra a decenas de albaneses en la depauperada ¨¦poca pos-Enver Hotxa sentados en un bar mirando at¨®nitos un concurso televisivo de la RAI. El escritor alban¨¦s Isma¨ªl Kadar¨¦ sostiene que esa visi¨®n de la riqueza virtual es el verdadero efecto llamada.
Los Gobiernos europeos se enfrentan a dos realidades contradictorias. Son conscientes de la necesidad de inmigrantes para cubrir los agujeros del mercado laboral en una Europa envejecida y en la que la avalancha de inmigrantes ilegales, atrapados en las redes mafiosas de contrabando humano, no representa la soluci¨®n a esa b¨²squeda.
La utilizaci¨®n pol¨ªtica del miedo al extranjero impuls¨® en las urnas a partidos pol¨ªticos ultraderechistas en Francia (Jean-Marie Le Pen) o Austria (el Partido Liberal de J?rg Haider logr¨® un 27% en 1999). Hoy, ese discurso xen¨®fobo se encuentra en retroceso en ambas naciones, pero se mantiene en otros. En Espa?a (antiguo exportador de inmigrantes), y con s¨®lo un 2% de poblaci¨®n inmigrante -tres veces menos que Francia, seg¨²n Jean-Pierre Garson, experto de la OCDE-, han estallado graves conflictos, como el de El Ejido (Almer¨ªa). O en el Reino Unido, a seis semanas de las elecciones, se ha anunciado la expulsi¨®n de 30.000 ilegales este a?o
Entre 1995 y 2025, el Eurostat estima que la poblaci¨®n de la UE crecer¨¢ muy poco: de 372 millones a 386, pero la poblaci¨®n activa -es decir, en edad laboral (de 20 a 64 a?os)- disminuir¨¢. En 1995, Europa ten¨ªa una poblaci¨®n activa de 225 millones de personas; en 2025 ser¨¢n 223 millones; es decir, dos menos.
La UE tiene registrados cerca de 12 millones de inmigrantes, seg¨²n la Oficina Internacional para las Migraciones. Cinco millones residen en Alemania; m¨¢s de dos, en Francia; uno y medio en el Reino Unido, y m¨¢s de medio mill¨®n, en Italia, Holanda o Espa?a. Pero en la Uni¨®n hay tambi¨¦n al menos tres o cuatro millones de ilegales, seg¨²n estimaciones del mismo organismo. Las regularizaciones en Francia o en Espa?a no han logrado los resultados apetecidos. El problema subsiste. S¨®lo en los Balcanes, la Comisi¨®n Europea cree que unos 200.000 inmigrantes, chinos y kurdos sobre todo, est¨¢n a la espera de que las mafias consigan introducirlos en la UE. Una situaci¨®n similar se registra en Marruecos.
La UE s¨®lo consigue acuerdos r¨¢pidos cuando se trata de aplicar medidas policiales. Pero las de mayor calado pol¨ªtico, como unificar legislaciones o lograr una verdadera pol¨ªtica com¨²n, chocan de inmediato con los intereses nacionales. Por una parte, se quiere poner en marcha mecanismos de selecci¨®n de inmigrantes, pero, por otra, se entrega esa selecci¨®n a la polic¨ªa. Bruselas insiste en que faltan por cubrir 800.000 puestos de trabajo en el sector de las nuevas tecnolog¨ªas y que dicha cifra se duplicar¨¢ en breve. No se logran avances en una legislaci¨®n com¨²n para reconocer derechos de los inmigrantes o favorecer su integraci¨®n. Incluso responsables como el espa?ol Enrique Fern¨¢ndez-Miranda defienden que los derechos sociales no son fundamentales.
En Francia, tradicional tierra de asilo, prende una idea inquietante. En la ¨²ltima d¨¦cada ha progresado 10 puntos la tesis de que se 'debe dejar de recibir a refugiados'. Esta tendencia se corresponde con una subida de demandantes de asilo. En 1998 fueron 22.500 (y el promedio de aceptados, de uno de cada cinco), y en 2000, unos 38.000. Esas cifras son inferiores a las brit¨¢nicas (76.000).
Los ministros del Interior de los Quince han decidido el env¨ªo a la antigua Yugoslavia de polic¨ªas de fronteras (iniciativa de los Gobiernos de Londres e Italia) para controlar la llamada ruta de los Balcanes y se preparan para extender la experiencia a los pa¨ªses del Este que se adhieran a la UE en los pr¨®ximos a?os. Medidas de control fronterizo, como el muro espa?ol en Ceuta o las torres del Estrecho, son subvencionadas por fondos europeos con el argumento de que, por encima de todo, hay que combatir a los traficantes de seres humanos.
El comisario europeo de Justicia e Interior, el portugu¨¦s Ant¨®nio Vitorino, ve con frustraci¨®n c¨®mo sus propuestas para sacar adelante normas comunes de acogida tropiezan una y otra vez con las reticencias de los Gobiernos. La propuesta sobre reagrupamiento familiar lleva meses atascada en el Consejo de la UE. Tampoco ha sido bien acogido el plan para que los inmigrantes que pasen cinco a?os en situaci¨®n regular y legal en cualquier pa¨ªs de la UE tengan derecho al estatuto de residente de larga duraci¨®n y poder desplazarse a cualquier pa¨ªs de la Uni¨®n con derecho a trabajar, estudiar y residir en ese segundo pa¨ªs.
Para tranquilizar los ¨¢nimos y disipar las tensiones, el propio Vitorino ha reiterado que la pol¨ªtica migratoria seguir¨¢ siendo, en buena medida, competencia de los Estados, pero insiste en que hay que coordinarse. Propone, por ejemplo, que cada pa¨ªs de la UE comunique anualmente a Bruselas qu¨¦ cantidad de inmigrantes est¨¢ dispuesto a aceptar y a qu¨¦ sectores laborales los dedicar¨¢.
Pero Bruselas pretende tambi¨¦n, con poco ¨¦xito hasta ahora, que las iniciativas de los Gobiernos comiencen en los pa¨ªses de origen. S¨®lo Italia ha adoptado como suya la idea. As¨ª, expertos y docentes italianos preparan en Albania a centenares de potenciales inmigrantes, a quienes ense?an un oficio y la lengua italiana.
A pesar de los esfuerzos policiales, las im¨¢genes no cambian: cientos de turcos o kurdos hacinados en un barco al sur de Italia o en la Costa Azul francesa, decenas de pateras cruzando el Estrecho en direcci¨®n a C¨¢diz o en barcos que descargan inmigrantes frente a las costas de Fuerteventura... El escritor Jos¨¦ Saramago lo expres¨® el a?o pasado con rotundidad: no existe muro ni armas para frenar la desesperaci¨®n.
La pol¨ªtica humanitaria de la UE y la de cada uno de sus pa¨ªses miembros (cicateros en su compromiso de entregar el 0,7% del PIB, excepto los escandinavos) adolece de visi¨®n. Hay expertos que aseguran que esta ayuda no s¨®lo debe cumplir con un deber solidario; representa adem¨¢s una oportunidad de formar cuadros y suavizar la oleada inmigratoria. Las ONG van a¨²n m¨¢s lejos: la paz es el negocio de todos; la guerra, de unos pocos.
Reportaje coordinado por Ram¨®n Lobo con informaci¨®n de Carlos Y¨¢rnoz (Bruselas), Joaqu¨ªn Prieto (Par¨ªs), Lourdes G¨®mez (Londres), Julietta Rudich (Viena), Lola Gal¨¢n (Roma) y Ciro Krauthausen (Berl¨ªn).
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