Triste comienzo
Hace un a?o Manuel Chaves formaba Gobierno en Andaluc¨ªa, su cuarto Gobierno desde 1990, y en esta ocasi¨®n, como ocurri¨® en 1996, en sociedad con el PA, mientras que en Madrid Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar perfilaba su nuevo Consejo de Ministros, respaldado por la mayor¨ªa absoluta que el Partido Popular hab¨ªa obtenido en las elecciones celebradas en el mes de marzo. Muchos, o algunos, o unos pocos, no estoy seguro, cre¨ªmos entonces que era el momento para que cambiase el clima pol¨ªtico que, en los ¨²ltimos a?os, se hab¨ªa vivido en nuestra tierra.
Pens¨¢bamos que era el momento adecuado porque los resultados electorales, tanto generales como auton¨®micos, adem¨¢s de dibujar un nuevo mapa pol¨ªtico, deber¨ªan haberles se?alado a los socialistas andaluces que el camino del enfrentamiento puro y duro -la confrontaci¨®n es otra cosa- a nivel partidista, social e institucional no proporciona buenos dividendos a quien m¨¢s lo protagoniza.
Se ha malgastado un a?o que deber¨ªa haber servido para hacer otra pol¨ªtica en Andaluc¨ªa
Ten¨ªa una cierta explicaci¨®n que una lectura equivocada, y m¨¢s bien voluntariosa, de resultados electorales de 1996 llevase al PSOE a la conclusi¨®n, que luego se demostrar¨ªa err¨®nea, de que un gobierno de Espa?a, con una minor¨ªa parlamentaria exigua, podr¨ªa sufrir un gran desgaste si una comunidad aut¨®noma como la andaluza se le pon¨ªa en pie de guerra. Es decir que, despu¨¦s de lo que ellos calificaron como 'amarga victoria', la reconquista del poder deb¨ªa comenzar al sur de Despe?aperros.
Esta convicci¨®n condicion¨® gran parte de las actitudes del Gobierno de Chaves que, desde el primer momento, se embarc¨® en una pugna dur¨ªsima con el Ejecutivo del Partido Popular. Recordemos la insistente reclamaci¨®n de la deuda hist¨®rica, cuando anteriormente se negaban incluso a mencionarla, o la negativa a aceptar el modelo de financiaci¨®n auton¨®mica, buscando cualquier ocasi¨®n para el enfrentamiento institucional y, al mismo tiempo, rompiendo los intentos de acercamiento que se propiciaban para llegar a acuerdos m¨ªnimos.
Pero despu¨¦s de las generales y auton¨®micas de 2000, el nuevo escenario deber¨ªa haber impulsado un cambio de rumbo. En primer lugar, por propio inter¨¦s partidista, ya que desde cualquier an¨¢lisis que se hiciese el PP hab¨ªa sido el claro beneficiado, de forma que, por primera vez, fue la fuerza m¨¢s votada en cuatro provincias andaluzas, qued¨¢ndose a s¨®lo dos diputados a Cortes de diferencia, cuando antes eran ocho, y subi¨® en seis parlamentarios su representaci¨®n en las Cinco Llagas.
En segundo lugar porque, frente a un Gobierno con mayor¨ªa absoluta, esa r¨¢pida reconquista del poder, que ellos se imaginaban en 1996, parec¨ªa, cuatro a?os despu¨¦s, una mera ilusi¨®n m¨¢s que una realidad alcanzable.
Sin embargo, no ha sido as¨ª. De una parte, el PSOE, enfrascado en un serio problema interno, se ha enredado de mala manera en el asunto de las cajas de ahorro, lo que le ha hecho consumir una importante cantidad de tiempo y energ¨ªa, quemando a sus protagonistas, lo que adem¨¢s le ha producido un evidente deterioro de imagen. Por otra parte, sigue sin clarificar su postura ante ese debate importante en el que se deber¨¢ gestar el nuevo modelo de financiaci¨®n auton¨®mica. Lo cierto es que tampoco lo tiene claro el Partido Socialista, a nivel nacional, a la hora de definir criterios comunes sobre este tema entre sus distintos poderes territoriales.
Andaluc¨ªa se juega mucho en esta negociaci¨®n, porque bastante dinero ha perdido ya debido a la decisi¨®n de la Junta de quedar fuera del sistema, a pesar de los repetidos intentos que llev¨® a cabo el Gobierno de Espa?a para que Andaluc¨ªa no quedase descolgada. Cuando entonces mencion¨¢bamos las cifras multimillonarias en las que se cuantificaba el perjuicio para nuestra comunidad, se nos trataba de lun¨¢ticos o enga?abobos, aunque el tiempo vino a darnos la raz¨®n. Andaluc¨ªa ha dejado de percibir, por una decisi¨®n exclusivamente imputable a la Junta de Andaluc¨ªa, cientos de miles de millones de pesetas.
No es cuesti¨®n, sin embargo, de hacer un memorial de agravios, aunque era necesario volver la vista, aunque fuese con brevedad, sobre lo que en esta tierra ha ocurrido y que debe servir para rectificar actitudes y propiciar nuevos comportamientos. A estas alturas, puede parecer t¨®pico, y sobre todo ut¨®pico, el afirmar que los intereses generales de Andaluc¨ªa deben estar por encima de coyunturas partidistas, pero no por fuerza de repetir una verdad deja de serlo. Lo mismo ocurre con la mentira. As¨ª que ya va siendo hora de que dejemos de hablar de manos negras, de malintencionadas conspiraciones, fruto de perversas intenciones, de no se sabe muy bien qui¨¦n, contra Andaluc¨ªa y los andaluces.
Lo cierto es que se ha malgastado un a?o que podr¨ªa, y deber¨ªa, haber servido, como poco, para reflexionar sobre lo pasado y haber puesto las bases para que en Andaluc¨ªa, y desde Andaluc¨ªa, se pueda hacer pol¨ªtica de otra manera. Una manera basada en la rec¨ªproca lealtad institucional, que no est¨¦ re?ida ni con el debate pol¨ªtico, ni con la confrontaci¨®n partidista, ni siquiera con el desacuerdo entre quienes gestionan los intereses p¨²blicos desde diferentes administraciones. Todo esto es asumible y, en muchos casos, vigorizante y enriquecedor. Lo que importa es que se quiera construir y no destruir, que se quiera sumar y no restar y que, desde el principio, se busque el acuerdo y no la ruptura. Andaluc¨ªa est¨¢ en condiciones y tiene necesidad de dar el gran salto hacia adelante. No vayamos, otra vez, a romperle el trampol¨ªn.
Juan Ojeda Sanz es eurodiputado del Partido Popular.
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