Chatura y marasmo
El jueves pasado, en la televisi¨®n anticatalana de Valencia, la Valencia TV, el presidente Eduardo Zaplana se somet¨ªa a una entrevista que cualquier observador imparcial habr¨¢ considerado obsequiosa. Esto es, dise?ada para el lucimiento del personaje. Cada pregunta propiciaba la descripci¨®n o exaltaci¨®n de un hito pol¨ªtico a la mayor grandeza del partido gobernante en esta Comunidad. De creer al molt honorable, aqu¨ª, todo, menos la oposici¨®n pol¨ªtica, funciona con la precisi¨®n de un peluco suizo, por no hablar del arrojo de un manojo de iniciativas resueltas con brillantez contrastada. Incluso algunas de las que est¨¢ por ponerse la primera piedra, pero que ya figuran en el zurr¨®n de los ¨¦xitos.
Una vez sobrepuestos al encandilamiento de tanta maravilla, se nos ocurri¨® pensar en qu¨¦ cuestiones se hab¨ªan quedado en el tintero, qu¨¦ problemas de la vida p¨²blica pendientes de soluci¨®n hubiera de haber sido abordados, aunque ello conllevase cierta dosis de autocr¨ªtica por parte del entrevistado. Un ejercicio, a la postre, el autocr¨ªtico, ciertamente en desuso, pero no por ello desaconsejable, siquiera fuere para desle¨ªr tanto narcisismo. Incluso por elegancia, estos l¨ªderes de nuevo cu?o habr¨ªan de exhibir p¨²blicamente algunas apariencias, si m¨¢s no, de flaqueza o error, pues a fuerza de perfecci¨®n y suficiencia acaban por resultar personalmente abrumadores. Parece ser que estos golpes de pecho no figuran en los breviarios de los asesores de imagen, para quienes el jefe ha de dar a todo trance el pego de tipo perfecto a¨²n a riesgo de incurrir en el rid¨ªculo.
Pero a lo que ¨ªbamos. ?Qu¨¦ asuntos mollares no se suscitaron en la referida entrevista? ?D¨®nde hubieran hincado el diente otros periodistas de colmillo retorcido, en ¨¦se o en otro trance parecido? Me consta que algunos de mis colegas m¨¢s l¨²cidos tendr¨¢n la respuesta id¨®nea, pero a m¨ª no se me ocurre. Entre lo conseguido por esta Administraci¨®n -autov¨ªa a Madrid, Terra M¨ªtica, Ciudad de las Ciencias, etc¨¦tera- y los triunfos virtuales, como son el AVE y los trasvases, por citar unos ejemplos, ya no nos queda m¨¢s que ciertos ep¨ªgrafes residuales que no conmueven a nadie, como pueden ser la Acad¨¨mia de la Llengua, cuya frustraci¨®n tiene visos de imparable, o los apremiantes recortes del gasto p¨²blico por haber gastado con largueza.
En todo caso, el presidente Zaplana decanta la impresi¨®n de que tiene la contestaci¨®n adecuada para toda requisitoria por m¨¢s aguda que sea. Tanto m¨¢s cuando se permite el lujo de torear de sal¨®n, sabedor de que sus adversarios andan desarmados o con las defensas afeitadas. Tanto que hasta la presidenta de las Cortes, Marcela Mir¨®, se permite el lujo, que creo pertinente, de aconsejar a sus opositores para que no se dispersen en requisitorias marginales e inanes -?cu¨¢nto se gasta el presidente en viajes?, que inquiere la diputada socialista de toda la vida Mar¨ªa Antonia Armengol- y que se apliquen a los trabajos de enjundia, que no cita. Pero, ?cu¨¢les podr¨ªan ser y c¨®mo atacarlos para no ser reos de reprobaci¨®n?
Pienso yo que, en efecto, no hay por lado alguno motivos de preocupaci¨®n y que vivimos en el mejor de los mundos, tal como diagnostica el presidente. La corrupci¨®n, de haberla, no ha aflorado todav¨ªa y, en cambio, anonada de puro felicitario, por citar un dato consistente, el futuro que nos anuncia el certamen urban¨ªstico que se est¨¢ celebrando en la Feria de Valencia. Dinero a espuertas y expansi¨®n a troche y moche hasta que acabemos por asfaltar La Albufera.
A no pocos, y la oposici¨®n entre ellos, el fen¨®meno nos sorprende con estos pelos y sin argumentos por estar inmersos en la chatura de ideas y en el m¨¢s deprimente marasmo cr¨ªtico. Somos poco m¨¢s que espectadores o cronistas del fest¨ªn ajeno. Pena penita me da Joan Ignasi Pla, el l¨ªder socialista, forzosamente mudo e itinerante, y cuantos se fajan, a menudo sin causa, contra esta bonanza real y virtual. Paciencia y barajar en espera de tiempos mejores, si es que nos cabe enso?ar tal alternativa.
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