TENSI?N EN LAS AULAS
Los brotes de violencia escolar, cada d¨ªas m¨¢s abundantes, son el fen¨®meno m¨¢s estudiado de la educaci¨®n espa?ola. Los profesores de la ESO hablan de un clima de ingobernabilidad en muchas clases
Lo que durante muchos a?os han sido bromas pesadas entre alumnos y peque?os actos de indisciplina hacia los profesores ha dado paso a lo que hoy se describe como violencia escolar, un fen¨®meno relativamente nuevo en Espa?a y que preocupa a los expertos. Un informe reciente del Defensor del Pueblo concluye que la situaci¨®n en la ense?anza secundaria obligatoria (ESO) 'no es alarmante, aunque dista mucho de ser aceptable'. Otros estudios y los testimonios de profesores y alumnos ratifican dicha opini¨®n.
'TODOS LOS TIPOS DE MALTRATO POR LOS QUE SE HA INDAGADO TIENEN LUGAR EN CENTROS QUE IMPARTEN SECUNDARIA'
Miguel tiene 13 a?os. Un d¨ªa llam¨® al tel¨¦fono Amigo (900 851 851), una iniciativa puesta en marcha en Andaluc¨ªa para atender casos de agresiones en colegios. Se identific¨® como v¨ªctima. 'Un d¨ªa, mis amigos me pidieron prestadas las cien pesetas del desayuno y yo se las dej¨¦. Pasaron varios d¨ªas y no me dec¨ªan nada acerca de devolverme el dinero. El sexto d¨ªa se repiti¨® la situaci¨®n; yo ten¨ªa mucha hambre y les dije que me iba a comprar un bocadillo para desayunar. Entonces fue cuando comenzaron los problemas, me quitaron mi dinero a la fuerza. Ya no s¨®lo me obligaban a darles mis cien pesetas, sino que ten¨ªa que traer doscientas, cien para cada uno. Yo les dije que no, que ya no les iba a dar m¨¢s. A la ma?ana siguiente, ya ni me miraban, me ignoraban. Durante un tiempo no pas¨® nada, hasta que un d¨ªa me cogieron solo en el servicio, me pidieron todo el dinero, claro, yo s¨®lo ten¨ªa las cien pesetas de siempre, as¨ª que empezaron a pegarme hasta dejarme tirado en el suelo y despu¨¦s me quitaron mi cazadora'.
Inter¨¦sese por un momento sobre algunos aspectos cotidianos de la estancia de su hijo o hija en el colegio. Deje a un lado las cuestiones acad¨¦micas. Preg¨²ntele como si tal cosa si sus compa?eros le han puesto un mote y si ese mote le disgusta, trate de averiguar cu¨¢ndo es la ¨²ltima vez que le han insultado, si le han escondido alg¨²n objeto personal, si chavales de otro curso superior le han amenazado o pedido dinero, si sabe de peleas de compa?eros con gente de otro colegio. Tenga curiosidad por conocer si en alguna ocasi¨®n ha tenido miedo de ir a clase, si se ha sentido desplazado por alguna causa. Porque quiz¨¢s deba saber que su hijo puede ser v¨ªctima, o simplemente testigo, de lo que los expertos denominan violencia entre iguales. No ser¨ªa un caso raro. La violencia escolar es ahora mismo el fen¨®meno m¨¢s estudiado en la educaci¨®n espa?ola.
Claro est¨¢ que su hijo puede ser un agresor, acaso sin ser plenamente consciente de ello; quiz¨¢s su comportamiento est¨¦ oculto bajo el cinismo de que lo 'hacemos de broma', 'es guay', 'no tiene importancia', 'se lo hacemos porque es tonto'. ?Con qui¨¦n se junta? ?Qu¨¦ hacen sus amigos? ?Participa de las bromas que le gastan a alg¨²n compa?ero en concreto? ?Hablan mal de alguien? Los expertos hablan de tipos de desviaci¨®n moral cuando los muchachos no asumen que le est¨¢n haciendo da?o a otro. Su hijo puede ser un simple seguidor. O el mat¨®n del grupo.
Algo m¨¢s de dos millones de espa?oles pisan cada d¨ªa las aulas de un instituto. Tienen entre 12 y 16 a?os, y desde hace alg¨²n tiempo la sociedad los examina con lupa, porque las investigaciones en vigor se?alan que son en estas edades cuando se producen los mayores episodios de violencia escolar. Un tercio de estos alumnos insultan o son insultados, sufren motes o se los ponen a los compa?eros, ignoran a los dem¨¢s o son ignorados. Un 14% echa a faltar sus pertenencias algunas veces o las esconde (12%), casi un 9% es amenazado, un 6,4% ha sido v¨ªctima de alguna agresi¨®n f¨ªsica. Los medios de comunicaci¨®n difunden con cierta frecuencia casos de violencia en institutos. Y el profesorado manifiesta en todas las encuestas un clima de malestar generalizado como si las aulas fueran un foco de indisciplinados que amenazan la salud psicol¨®gica de los docentes. El c¨®ctel tiene una apariencia explosiva. ?Es preocupante lo que sucede en la secundaria?
La respuesta de los expertos es afirmativa: no debemos confiarnos porque los indicadores de violencia escolar en Espa?a ofrezcan unos d¨ªgitos por debajo de otros pa¨ªses desarrollados. 'En nuestros colegios suceden muchas cosas a las que no les prestamos atenci¨®n', responde Rosario Ortega, profesora de Psicolog¨ªa en Sevilla y reconocida autoridad en la materia, 'as¨ª que no estamos a salvo de nada'. La violencia escolar en Espa?a es un fen¨®meno creciente, 'que todav¨ªa no ha alcanzado cifras alarmantes, pero que dista mucho de ser aceptable', concluye un reciente informe del Defensor del Pueblo. 'Los abusos entre iguales est¨¢n presentes en todos nuestros centros docentes de secundaria y son sufridos, presenciados y ejercidos por elevados porcentajes de alumnos que de un modo u otro padecer¨¢n sus consecuencias', a?ade dicho informe. ?Es un porcentaje aceptable que un tercio de los alumnos de secundaria manifiesten que alguna vez les insultan o que han de soportar que hablen mal de ellos? ?Cu¨¢ntos padecen diariamente alguna forma de violencia?
'Hay un tipo de violencia que se trivializaba. Era tolerada e incluso alentada en algunos casos, pero a partir de los a?os ochenta empezaron a divulgarse estudios que consideraban estos actos como formas de violencia y ahora nos asustamos', explica Mar¨ªa Jos¨¦ D¨ªaz-Aguado, catedr¨¢tica en Psicolog¨ªa de la Educaci¨®n en Madrid, 'y adem¨¢s aparece un tipo de violencia hacia los adultos que est¨¢ aumentando, que se manifiesta en falta de respeto hacia los profesores, en dificultades para dar las clases con normalidad'. El maltrato, cuando es persistente, puede producir efectos en la autoestima de la persona, entre otros da?os, vienen a decir esos estudios. 'Es un problema que tiene efectos presentes y futuros', explica el investigador Javier Esperanza.
El informe del Defensor del Pueblo es la ¨²nica investigaci¨®n elaborada a nivel nacional y establece que 'a partir de los datos proporcionados por los 3.000 estudiantes de 300 centros educativos p¨²blicos y privados que han participado en este estudio puede afirmarse que todos los tipos de maltrato por los que se ha indagado tienen lugar en los centros docentes de secundaria espa?oles... As¨ª se produce un mayor n¨²mero de abusos por agresi¨®n verbal y exclusi¨®n social (ignorar), seguidos por agresi¨®n f¨ªsica indirecta, conductas de amenaza para intimidar, agresiones f¨ªsicas directas (pegar) y, en mucha menor medida, obligar a otro a hacer cosas que no desea, acoso sexual y amenazas con armas'.
?D¨®nde incluir el caso de Sonia, de 12 a?os? ?Quiz¨¢s en el 4% de los que sufren robos de cosas o en el 14 % a los que les esconden sus cosas? ?O en el 6% de alumnos claramente insatisfechos de su estancia en el colegio, seg¨²n los datos de una investigaci¨®n realizada en institutos de Sevilla por Rosario Ortega? Se sorprende el Defensor del Pueblo de que los profesores desconozcan 'que son los aseos donde en la inmensa mayor¨ªa de los casos los estudiantes esconden las cosas de sus compa?eros'. Los aseos, los pasillos, el recreo..., un colegio est¨¢ repleto de puntos conflictivos. Sonia describe su caso en el tel¨¦fono Amigo: 'Cuando volv¨ª del servicio, no me lo pod¨ªa creer. Mi cartera estaba abierta, pero no hab¨ªa nada dentro. S¨®lo el cuaderno de lengua, que lo hab¨ªan arrugado y le hab¨ªan medio arrancado algunas hojas. Los libros estaban tirados por el suelo. El estuche, sin l¨¢pices, estaba en la papelera; algunos cuadernos, pisoteados y sucios, los encontr¨¦ debajo de las sillas. El envoltorio de mi bocadillo, hecho una bola, vol¨® por los aires mientras Javier se re¨ªa mir¨¢ndome y mirando a los otros, haci¨¦ndose el disimulado mientras se tragaba el ¨²ltimo bocado de mi desayuno. Lo sab¨ªa, hab¨ªan sido ellos otra vez, parecer¨ªa que estuvieran dispuestos a hacerme la vida imposible. Ya no sab¨ªa qu¨¦ hacer, no se me ocurr¨ªa nada, no sab¨ªa a qui¨¦n dec¨ªrselo, s¨®lo ten¨ªa ganas de llorar y de irme de all¨ª, de no volver nunca m¨¢s al colegio'.
Ning¨²n otro fen¨®meno en la educaci¨®n espa?ola est¨¢ siendo m¨¢s estudiado como el de la convivencia escolar, 'se?al de que se ha abierto un gran debate sobre la materia', concluye Rosario Ortega. Todas las comunidades aut¨®nomas financian alguna investigaci¨®n o al menos un programa sobre esta materia. El Simposio de Consejos Escolares, a celebrar en Santiago de Compostela a primeros de mayo, versar¨¢, a petici¨®n un¨¢nime de sus representantes, sobre 'la convivencia en los centros escolares como factor de calidad'.
El debate alcanza a los medios de comunicaci¨®n, muy diligentes a la hora de informar sobre cualquier disturbio en un colegio. La respuesta social es casi inmediata. El 24 de noviembre de 2000, un millar de personas se manifestaron ante la Delegaci¨®n de Educaci¨®n de Sevilla para pedir medidas contra la violencia escolar: en las puertas del instituto Ciudad Jard¨ªn fueron agredidas una profesora y una alumna a manos de un grupo de j¨®venes. A mediados de febrero se produjo en M¨¢laga un paro de profesores y alumnos como consecuencia de las agresiones sufridas por un director de colegio y una profesora. Empiezan a ser preocupantes las frecuentes noticias sobre conflictos escolares en los colegios de Ceuta, que han protagonizado una reciente pol¨¦mica al agrupar a los alumnos conflictivos en una clase, circunstancia que se entiende como un principio de segregaci¨®n. El defensor del menor en la Comunidad de Madrid, Javier Urra, solicit¨® a la Consejer¨ªa de Educaci¨®n que frenara las extorsiones que sufren algunos alumnos por parte de sus compa?eros tras haber recibido varias denuncias al respecto. 'He intentado agrupar noticias sobre conflictos en escuela aparecidas en los peri¨®dicos y me ha resultado muy dif¨ªcil, pero advert¨ª un cambio a partir de 1995. Desde entonces, y no sabr¨ªa decir cu¨¢l es la raz¨®n, esas noticias aparecen con frecuencia y alarman bastante a las autoridades. A pesar de que los colegios suelen ser muy reacios a divulgar lo que pasa dentro de sus aulas, considero que es positivo lo que est¨¢ pasando, porque est¨¢ sirviendo para concienciar a nuestra sociedad. Es un caso muy parecido al de las mujeres maltratadas: ahora que se publican los casos se est¨¢ sensibilizando a la poblaci¨®n'.
Quienes mejor reflejan la situaci¨®n de malestar son los profesores, aunque por razones diversas. El propio informe del Defensor del Pueblo descubre su desmotivaci¨®n. 'Los resultados se?alan claramente que los profesores consideran que los conflictos han aumentado, incluso dr¨¢sticamente. En la categor¨ªa de muy importante destacan 'los alumnos que no permiten que se imparta clase' y 'las agresiones de estudiantes ante docentes', adem¨¢s del 'vandalismo' y el 'absentismo'. Ahora mismo, el profesorado de secundaria es un lamento un¨¢nime, que no deja de aparecer en cualquier encuesta que se precie, como se produjo tras un amplio estudio efectuado por el sindicato Comisiones Obreras: un 6% del profesorado espa?ol sufrir¨ªa el denominado s¨ªndrome del profesor quemado, el 80% de los profesores de ense?anza p¨²blica se?ala que los trastornos psicol¨®gicos son su mayor riesgo. En Andaluc¨ªa, el avance de una encuesta, tambi¨¦n elaborada por este sindicato, apunta a un incremento de la sensaci¨®n de quebrantamiento del modelo de autoridad y del clima de agresividad.
Este malestar se manifiesta tanto en las encuestas como en la pr¨¢ctica diaria. Los profesores hablan de una 'violencia soterrada' en el aula, de una tensi¨®n que les agota, de un escenario para el que no se sienten preparados en muchos casos. Basta preguntarle a cualquier profesor de secundaria para ahondar en la cuesti¨®n. 'El profesor, sobre todo el de secundaria, tiene a?oranza del anterior sistema, porque se quedaba con un alumnado muy seleccionado. El de matem¨¢ticas era un profesor dispuesto s¨®lo para dar clase de matem¨¢ticas. Y ahora sufren dificultades con un alumnado tan diverso, con los llamados insumisos escolares. Crecen los estados de malestar, ansiedad, depresi¨®n, frustraci¨®n y los casos de malos tratos', explica el autor del informe de CC OO, Rafael Villanueva.
Los medios de comunicaci¨®n est¨¢n dando cumplida cuenta de casos de profesores agredidos, de directores de colegio que piden protecci¨®n policial en sus instalaciones, de docentes que est¨¢n de baja por motivos psicol¨®gicos, como un joven de 28 a?os que sufre un s¨ªndrome ansioso depresivo. Trabajaba como profesor de educaci¨®n f¨ªsica en C¨¢diz y sufri¨® la agresi¨®n de unos chavales en un colegio ubicado en una zona deprimida. Hab¨ªa anunciado que algo as¨ª pasar¨ªa, 'y eso que yo deber¨ªa tener menos problemas, porque a los que no quieren dar clase los pongo a jugar al f¨²tbol y se quedan tan contentos'. Despu¨¦s de la agresi¨®n llegaron las amenazas del padre de uno de ellos. Demasiado para ¨¦l. En Madrid, dos casos han entrado en v¨ªa penal. Un caso es el del conserje de un colegio del centro, de clase media: le rompieron la boca entre el hermano, un cu?ado y la abuela de un alumno. El segundo es un docente amenazado por un padre: ¨¦ste fue al director del colegio y le dijo que el profesor deb¨ªa tener cuidado. Para dejar por sentado la seriedad de su amenaza, no se le ocurri¨® otra cosa que ense?ar una pistola.
En algunos colegios tienen por costumbre que los profesores escriban partes de lo sucedido en clase. Ponen por escrito algunas incidencias. Son frases cortas, a veces una l¨ªnea, un mero resumen de una hora de duro trabajo, un term¨®metro de esa 'violencia soterrada' que nadie discute. 'Han pasado 15 minutos hasta que la clase se ha normalizado', escribe un profesor. 'Hoy he tenido clase normal por primera vez', anota otro el pasado 14 de noviembre, casi dos meses despu¨¦s de la apertura del curso. 'Un alumno me da el nombre de otro compa?ero para intentar tomarme el pelo', reza escuetamente el parte de un colega. Los hay que se detienen en un incidente en particular: 'Ha inhalado gas en la boca y lo ha expulsado a un mechero encendido, provocando una gran llama. Todo esto cuando estaba dando clase'. Y otro se extiende y casi pide disculpas por ello: 'Sigue siendo imposible dar clase. He repartido un papel con las normas de r¨¦gimen interno y algunos lo han roto. Discuten en alto. Uno no hace m¨¢s que masticar cosas. Menci¨®n especial merece otro alumno: hace ruidos, grita, se levanta, gesticula, posee todas las especialidades en una sola persona. ?Necesitaba contarlo!'.
El debate sobre la violencia escolar es ahora una discusi¨®n cruzada. Por un lado, la violencia entre iguales, los abusos de poder, que tiene sus ribetes de violencia de g¨¦nero: mayoritariamente son los chicos quienes insultan, amenazan o pegan; son chicas quienes hablan mal del compa?ero. Por el otro, el malestar del profesorado por una indisciplina creciente. El foco se ha puesto sobre la ense?anza secundaria y la obligatoriedad de escolarizar a todos los espa?oles hasta los 16 a?os, la fuente de mayor queja entre los docentes. En este punto se abre adem¨¢s un debate ideol¨®gico entre quienes propugnan que hay que segregar a los que no quieren estudiar, quienes defienden un regreso a la escuela tradicional y cuantos opinan que todo es una cuesti¨®n de falta de medios, porque Espa?a sigue siendo el pa¨ªs de la Uni¨®n Europea que menos invierte en educaci¨®n.
El debate no diferencia la escuela p¨²blica de la privada. El estudio del Defensor del Pueblo concluye que algunas formas de maltrato se producen en mayor medida en colegios privados que en los p¨²blicos. Algunos fen¨®menos son peculiares: en un colegio de clase media alta de Madrid, la direcci¨®n del centro est¨¢ preocupada por el incremento de robos de tel¨¦fonos m¨®viles que est¨¢n sufriendo los alumnos. S¨ª hay diferencia en cuanto a la disciplina, donde se registran menores problemas en la privada, pero hasta cierto punto: 'Podr¨ªamos decir que el chico de la p¨²blica, en un caso de indisciplina, viene a decirle al profesor algo as¨ª como 'te pagan para que me soportes', mientras que el de la privada llega a decir 'mi padre te paga para que me aguantes', dice la investigadora Silvina Funes.
'Sin cambiar el modelo tradicional es imposible atajar el problema', reflexiona D¨ªaz-Aguado, 'porque la sociedad ha cambiado y los chicos de ahora son distintos a los de otras generaciones, disponen de m¨¢s informaci¨®n, tienen sus propios guiones establecidos ante conflictos frente a la autoridad. Hay que adaptar a la ¨¦poca actual algunas materias y algunas herramientas que deben utilizar los profesores. La escuela antigua no funciona, y si no se cambia, los problemas no van a cambiar. Es l¨®gico que el profesor sienta nostalgia de esa escuela donde su autoridad estaba respaldada, por eso es necesario formarle para los nuevos tiempos. El profesor quiz¨¢ no debe ser ni una persona distante ni amenazadora, los estudiantes quieren ser tratados de alguna manera como adultos. Cuando se les pregunta a los alumnos a qui¨¦n pedir¨ªan ayuda hablan de los amigos y de los padres. No de los profesores'.
La figura del profesor que, adem¨¢s de explicar qu¨ªmica, ense?e valores no es tan sencilla. A veces recibe el rechazo del alumnado, como sucedi¨® en un colegio de clase alta, en una clase donde abundaban chicos de ideolog¨ªa ultraderechista que se hab¨ªan convertido en los l¨ªderes del grupo: reaccionaron contra quien les intentaba inculcar valores democr¨¢ticos. Y le dijeron: 'Usted est¨¢ aqu¨ª para ense?ar, no para cambiarnos las ideas'.
La conflictividad en los colegios pone de manifiesto la necesidad de cambiar el escenario. Entra en juego que el profesor debe formarse para manejar los conflictos, que debe hacer de mediador, que el centro ha de involucrar a los alumnos en su r¨¦gimen interno. 'Debe buscarse un buen clima de aula. Se trata de establecer t¨¦cnicas democr¨¢ticas de resoluci¨®n de conflictos, ir al consenso de normas de convivencia, incluso dando entrada de los padres y, desde luego, aumentar el sentido de la integraci¨®n', apunta Javier Esperanza. Es lo que Rosario Ortega denomina como 'gestionar la convivencia'. Iniciativas en este sentido se est¨¢n produciendo en muchos colegios de Espa?a; algunas de ellas, con notables resultados. Tal es el caso del instituto Alarnes, de Getafe, donde se abunda en la importancia de formar al profesor, pero tambi¨¦n a determinados alumnos para mejorar la convivencia.
En este colegio se negocian los conflictos y se llevan a consenso las normas de cada clase, con buen resultado. Los alumnos aceptan que deben ser puntuales, que deben respetar a compa?eros y profesores, que levantar¨¢n la mano antes de hablar, que no interrumpir¨¢n al profesor ni da?ar¨¢n los enseres. Pero tambi¨¦n han negociado las normas que son de aplicaci¨®n a los profesores. Y entre ellas destacan las siguientes: 'Explicar¨¢ despacio hasta que la mayor¨ªa de alumnos entiendan los contenidos m¨ªnimos'; 'intentar¨¢ hacer las clases amenas'; 'respetar¨¢ a los alumnos/as su intimidad y no tendr¨¢ preferencias'; 'el profesor castigar¨¢ s¨®lo a los que no cumplan las normas, para que no paguen justos por pecadores', y 'el profesor pasar¨¢ del que pase'.
Coincidencias con el entorno europeo
El estudio del Defensor del Pueblo hace tambi¨¦n una consideraci¨®n sobre los casos de violencia escolar en pa¨ªses de nuestro entorno, fundamentalmente Gran Breta?a, Irlanda, Alemania, Italia y Portugal, adem¨¢s de los existentes hasta ese momento en Espa?a. En todos los casos, puede afirmarse que el maltrato escolar se ha convertido en una fuente de investigaci¨®n muy reciente: los primeros estudios datan de finales de los ochenta y principios de los noventa. Comenzaron estos estudios en los paises escandinavos, ante la alarma social que se origin¨® por el suicidio de dos adolescentes en el t¨¦rmino de una semana y sin que estuvieran relacionados ambos casos entre s¨ª. En Gran Breta?a, aunque existen algunos estudios anteriores a 1989, es a partir de esa fecha cuando se incrementan debido a las muertes de algunos estudiantes relacionadas directa o indirectamente con episodios de violencia escolar. El Defensor del Pueblo concluye que 'el maltrato entre iguales es un fen¨®meno general que se produce en todos los pa¨ªses en que se ha estudiado'. Los datos no son homog¨¦neos y hace dif¨ªcil equiparar cifras, pero los expertos, caso de Rosario Ortega, que ha comparado el fen¨®meno en su libro Violencia escolar, mito o realidad, sostienen que Espa?a est¨¢ por debajo en ¨ªndices de violencia de Italia y Alemania, pero en una situaci¨®n bastante parecida en lo que respecta a Gran Breta?a e Irlanda. De forma gen¨¦rica, la violencia escolar tiene algunos puntos comunes en los pa¨ªses europeos. 'El momento de mayor incidencia del problema se sit¨²a entre los 11 y los 14 a?os de edad, disminuyendo a partir de aqu¨ª'. La comparaci¨®n en cuanto a las formas m¨¢s comunes de maltrato tambi¨¦n refleja tendencias semejantes. 'Son en primer lugar el de tipo verbal (insultos, motes), seguido por el abuso f¨ªsico (peleas, golpes) y el maltrato por aislamiento social (ignorar, rechazar, no dejar participar). Los casos de amenazas con armas y acoso sexual son muy raros en todos los estudios', dice el Defensor del Pueblo. Las coincidencias se presentan tambi¨¦n en lo que afecta a los lugares donde tienen lugar los episodios de abuso. 'Var¨ªan dependiendo del curso en que se encuentran los estudiantes. Mientras que, en general, en los niveles de educaci¨®n primaria el espacio de mayor riesgo es el recreo, en el nivel de secundaria se diversifican los lugares de riesgo, increment¨¢ndose los ¨ªndices de abusos en los pasillos y las aulas'.
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