Tom¨¢s otra vez por la puerta del Pr¨ªncipe
Jos¨¦ Tom¨¢s volvi¨® a salir a hombros por la puerta del Pr¨ªncipe. Como si estuviera abonado. A lo mejor lo est¨¢. Ma?ana vuelve a la feria y lo probable es que abra de nuevo este m¨ªtico s¨ªmbolo de la Maestranza sevillana. Tiene a la gente de cara, es cierto, pero no lo es menos que el resto del escalaf¨®n queda tan atr¨¢s que lo ha perdido de vista.
Por donde va arrasa Jos¨¦ Tom¨¢s, hombre tranquilo, paradigma de la quietud. Para torear se toma su tiempo... Se lo toma para torear y para pegarles un ba?o a quienes le acompa?an en el cartel. Entr¨® a quitar en el primer toro, ci?¨® tres chicuelinas abrochadas con media ver¨®nica, revolera y lance a una mano, y ya le estaban tocando la m¨²sica, el p¨²blico puesto en pie al borde del delirio.
Joselito, que encabezaba la terna, entr¨® a quites tambi¨¦n y sin embargo se trataba de otro asunto. Perdido el temple y hasta la t¨¦cnica del arte de torear con el capote y con la muleta,era la imagen viva (y dolorosa) de la decadencia.
Tom¨® la alternativa Fern¨¢ndez Pineda sin lucimiento. Al joven matador ya se le vio inmaduro cuando se despidi¨® de novillero hace ocho d¨ªas, y en esta tarde decisiva se ratific¨® aquella impresi¨®n. Seguramente posee la vocaci¨®n y la calidad precisas para ser gente en el escalaf¨®n de matadores, s¨®lo que ha entrado en ¨¦l precipitadamente.
El toro de la alternativa, un jabonero sin trap¨ªo, sac¨® casta y ese fue el problema que no pudo superar Fern¨¢ndez Pineda pese al pundonor que aport¨®. Y mat¨® mal...
La verdad es que estaba seriamente lesionado. Hab¨ªa recibido al toro a porta gayola, y cuando se incorpor¨®, le alcanz¨® el animal peg¨¢ndole una voltereta espantosa. Se fractur¨® Fern¨¢ndez Pineda la mu?eca derecha al caer -de lo que no nos dimos ni cuenta- y de ah¨ª que estoqueara y descabellara sin fuerza. Hubo de desistir y pas¨® a la enfermer¨ªa (de donde no volver¨ªa a salir) mientras Joselito acababa con el toro.
La que le esperaba a Fern¨¢ndez Pineda de seguir en el ruedo era buena. Para remate de lo que fue una novillada sin trap¨ªo e impresentable, le hab¨ªan dejado el ¨²nico toro con cierto respeto de la corrida. Es lo que suele ocurrir: para las figuras lo mollar y para los modestos lo duro de roer. Y a eso lo llaman sorteo. Menudos son.
Claro que a veces el destino hace una socarrona pirueta -un corte de mangas acaso- y a los mu?idores de la vaina les sale el tiro por la culata.
De manera que el toro manso desabrido le correspondi¨® a Joselito. Y Joselito, sin manso ni temple, desbordado y desarmado, ech¨® las tres cartas, las cosas como son. Ya las hab¨ªa echado en su primero, que le arrebat¨® dos veces el capote y otra la muleta. Parec¨ªa Joselito un torpe principiante tirando l¨ªneas en los derechazos, ali?ando precipitadamente, tir¨¢ndose r¨¢pido a matar.
En el cuatro sac¨® tandas de derechazos muy vulgares que se jalearon y musicaron pues abundaba el joselitismo, aunque a media faena y cuando trapaceaba naturales ces¨® esa exagerada manifestaci¨®n de fervor.
Jos¨¦ Tom¨¢s tra¨ªa otros poderes, eminentemente toreros, que se ganaron al p¨²blico y a la afici¨®n. Sus faenas fueron reposadas, valent¨ªsimas, sin permitirse ni una rectificaci¨®n ni una duda. Ahora bien, no acert¨® a cuajar ninguna tanda completa.Los muletazos se suced¨ªan mejores o peores, buenos muchos, varios excelsos, mas les sol¨ªa faltar el temple y la ligaz¨®n. Los finales, en cambio, los cre¨® perfectos: la tanda de naturales con que remat¨® su larga y premiosa faena primera; los naturales tambien de la segunda, toda ella realizada sobre la mano izquierda, instrumentando suave y honda esta suerte fundamental, rematada de maravilla con el pase de pecho y ayudados de altos vuelos.
Tres orejas cort¨® Jos¨¦ Tom¨¢s. Quiz¨¢ con dos hubiese ido sobrado pero entonces no habr¨ªa abierto la puerta del Pr¨ªncipe. Y la gente se la quer¨ªa regalar. Y val¨ªa adem¨¢s como s¨ªmbolo de la distancia que media entre este intr¨¦pido capit¨¢n y el resto de la tropa.
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