Ajedrez para la paz
El ministro de Asuntos Exteriores israel¨ª, Sim¨®n Peres -la cara dialogante del Gobierno de Ariel Sharon-, se halla en Washington para discutir y, sin duda, mejorar un plan de Egipto y Jordania, apoyado por la Uni¨®n Europea, que, b¨¢sicamente, recoge las posiciones del presidente palestino, Yasir Arafat, como paso para reanudar las negociaciones de paz.
El proyecto pide la retirada israel¨ª a las posiciones anteriores al estallido de la Intifada; la paralizaci¨®n total de la colonizaci¨®n israel¨ª en los territorios, y un acuerdo de principios para continuar las conversaciones donde las dej¨® el antecesor de Sharon, el laborista Ehud Barak, que vagamente prometi¨® alg¨²n repliegue en Jerusal¨¦n. A cambio de ello, cesar¨ªa la revuelta, y tras un periodo de prueba de varias semanas, las partes se supone que podr¨ªan volver a negociar.
Para que todo ello le resultara, sin embargo, remotamente aceptable al l¨ªder israel¨ª, Sharon deber¨ªa dejar de ser Sharon, y el l¨ªder ultra no ha dado ning¨²n motivo para suponer que est¨¦ dispuesto a dejar de colonizar tierra palestina, ni a negociar la retirada de una sola baldosa de Jerusal¨¦n, la ciudad tan insistentemente santa. A lo sumo, el equipo Sharon-Peres podr¨ªa levantar algunas de las restricciones a la circulaci¨®n de los palestinos para que, por ejemplo, ¨¦stos puedan ir a su trabajo en Israel o en su propio pa¨ªs ocupado. ?Por qu¨¦ entonces, como dec¨ªa ayer Javier Solana, de visita en la zona, es posible que 'algo se mueva'? Porque Egipto y Jordania est¨¢n inquietos ante un levantamiento que sus opiniones p¨²blicas jalean con riesgo de provocar inestabilidad en su propia casa, y presionan por ello a Arafat para que ordene un alto el fuego, y porque el propio l¨ªder palestino comprende que la sublevaci¨®n en s¨ª misma no conduce a ninguna parte, por lo que debe mostrar, al mismo tiempo, su disposici¨®n a negociar. Pero eso tampoco garantiza, en modo alguno, que le quede autoridad ante su pueblo para conseguir que ceje la revuelta.
Es a¨²n pronto para saber si estamos ante el primer paso hacia una visi¨®n m¨¢s sobria del conflicto por ambas partes o ante un mero caracoleo diplom¨¢tico palestino al que no puede negarle una atenci¨®n s¨®lo formal el Estado sionista. Pero, aun en este caso, es siempre mejor o¨ªr lo que tengan que decir las partes.
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