Las 'creus de maig', fiesta de la vida
Diversas tradiciones recuerdan la llegada de la primavera y la celebran como s¨ªmbolo de la fecundidad natural
Diversas poblaciones valencianas saludan el mes de mayo con bendiciones de los campos y cruces, ornadas con flores, plantadas en sus principales calles y plazas. A pesar de su simbolismo cristiano, estas pr¨¢cticas y sus ingredientes esconden mitos, ritos paganos y celebran la vitalidad ascendente de la naturaleza. La devoci¨®n cristiana a la cruz se inici¨® en el siglo IV. Seg¨²n una leyenda, se le habr¨ªa aparecido a Constantino anunci¨¢ndole su victoria. Su madre, santa Elena, de acuerdo con otra fabulosa tradici¨®n, encontrar¨ªa en Jerusal¨¦n las tres cruces del calvario y averiguar¨ªa cu¨¢l era la aut¨¦ntica de Jes¨²s, la Vera Crux, porque reanimaba a los muertos. Esta invenci¨®n se celebra hoy a nivel popular, pues la fiesta fue suprimida por la reforma lit¨²rgica de 1969. El 14 de septiembre es la exaltaci¨®n de la Santa Cruz, que recuerda la recuperaci¨®n, tras su robo por los persas, en 630 de la reliquia m¨¢s venerada. Sintom¨¢ticamente, ambas festividades se?alan la plenitud de la luz y el calor solar y de la agricultura y ganader¨ªa, de las flores a las cosechas.
La Cruz de Mayo abr¨ªa el periodo del esplendor de la vegetaci¨®n y de la fecundidad natural. Es l¨®gico que el elemento fertilizador por excelencia, el agua, cobre protagonismo. Una canci¨®n lo se?ala: 'Ya ha venido mayo, ?bienvenido sea!, regando ca?adas, casando doncellas'. Los refranes insisten: Aigua de maig, pa per a tot l'any o Maig calent i pluj¨®s fan l'any ric i abund¨®s. No es casual que diversas im¨¢genes sean paseadas por los muelles como el morenet Cristo del Grau de Valencia o por las orillas, en amaneciendo, como la Mareded¨¦u de Cullera. Las romer¨ªas invocan el agua y visitan fuentes, y, hoy, es el agua, con la Vera Creu (festejada en Les Useres, Argelita, Vallat, Vilamalur, l'Alf¨¤s del Pi y Mutxamel), la que bendice la tierra. El t¨¦rmino de Valencia se exorciza desde la catedral, y la bendici¨®n de los aires es el acto central de las fiestas de la Granja de Rocamora. Fue general en el Pa¨ªs Valenciano esta aspersi¨®n de agua para conjurar los vientos y proteger los cultivos. Se acud¨ªa entonando letan¨ªas a las cruces de t¨¦rmino, sustitutas de antiguas piedras o ¨¢rboles sagrados.
Por estas fechas tambi¨¦n las religiones precristianas organizaban parecidas procesiones por los campos, a fin de preservarlos e incrementar las cosechas. Estos cortejos eran propios de las ambarvalia romanas; los celtas tambi¨¦n trataban de promover el crecimiento de las mieses. Otra costumbre de la jornada es la presencia de las creus de maig, decoradas con plantas y flores, en las calles de Alicante, Gandia, Guadassuar, Mislata, Borriana y, sobre todo, Valencia. Bajo sus formas se esconde el pagano arbre maig o mayos, que se clavaban en lugares m¨¢gicos, tambi¨¦n adornados con flores y cintas en la eterna Roma para estrenar el mes de la diosa Maya, que personificaba la fuerza de la vegetaci¨®n. Extendido por toda Europa, se plantaban ante las casas de las doncellas deseadas por creer que facilitaban el embarazo y el parto. Cargados de cultos y de s¨ªmbolos benefactores, atra¨ªan el baile, el juego y el galanteo. Sobreviven en las fiestas del Xop de Palomar, Benig¨¤nim, Planes y Altea. Se emparientan con las enramadas pascuales, del Corpus y de la noche de san Juan. Pero, igual que la procreadora Maya fue ocultada por la virgen, protectora de doncellas, que pas¨® a presidir el mes de las flores, el divino ¨¢rbre maig fue bautizado como creu de maig, continuando, as¨ª, su rasgo b¨¢sico de generador de vida, de emblema de la resurrecci¨®n primaveral.
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