Intereses
La crisis del Partido Andalucista es la viva demostraci¨®n de que un partido no se puede mantener s¨®lo bas¨¢ndose en intereses: hace falta al menos unos valores, una ideolog¨ªa, una razonable porci¨®n de poder pol¨ªtico o, como m¨ªnimo, un adversario de referencia. El Partido Andalucista lleva dando bandazos hace m¨¢s de 25 a?os y por no tener no tiene ni un adversario natural: cualquiera que tenga poder y necesite apoyo puede ser aliado suyo siempre que est¨¦ dispuesto a pagar el precio correspondiente.
Al comienzo de la pasada legislatura, cuando el PA entr¨® en el Gobierno de la Junta, un dirigente andalucista afirm¨® que les ven¨ªa muy bien, ya que as¨ª podr¨ªan 'hacer partido'. Naturalmente, era un eufemismo: 'Hacer partido' equival¨ªa a financiarlo.
Desde entonces, en ning¨²n momento el PA ha aprovechado la situaci¨®n para tratar de hacer valer reivindicaciones pol¨ªticas. Se ha limitado a subvencionar un pu?ado de actividades folcl¨®rico-pol¨ªticas, y, de hecho, ha dejado incluso de tener reivindicaciones pol¨ªticas, olvidando hasta su vieja tesis de la necesidad de vertebrar Andaluc¨ªa a trav¨¦s de las comarcas.
En este tiempo el PA no ha reivindicado poder: s¨®lo dinero y despachos y sueldos para los suyos. Eso s¨ª, en los ayuntamientos ha tratado de controlar los rincones m¨¢s golosos, las esquinas por las que pasa m¨¢s dinero, que suelen ser las menos soleadas. De ah¨ª, quiz¨¢, la ins¨®lita vocaci¨®n que se ha despertado entre los andalucistas por el urbanismo.
Han llegado a sacrificar su doctrina pol¨ªtica subordin¨¢ndola a sus intereses, o quiz¨¢, para ser precisos, a los intereses de algunos de sus dirigentes. As¨ª, han preferido olvidar el viejo eslogan de 'poder andaluz' defendiendo las posiciones m¨¢s localistas en la guerra de la fusi¨®n de cajas. Es l¨®gico: las operaciones de especulaci¨®n urban¨ªstica patrocinadas por sus dirigentes necesitaban de las cajas sevillanas y no pod¨ªan permitir que ¨¦stas se diluyeran en una gran caja andaluza.
En los ayuntamientos, en las diputaciones y en la Junta de Andaluc¨ªa, el PA no ha compartido el poder con el PSOE: se ha limitado a llevar algunas parcelas en subarriendo y las ha puesto en explotaci¨®n. Cuando han topado con un dirigente socialista especialmente d¨¦bil o torpe, han terminado haciendo la guerra por su cuenta de tal modo que han llegado a poner en peligro la gobernabilidad. El ejemplo m¨¢s evidente es el del Ayuntamiento de Sevilla, en donde los ediles andalucistas tomaban decisiones de gran importancia sin consultar ni informar al alcalde.
Es dif¨ªcil que el PA supere esta crisis. No es un drama: incluso en la Espa?a de las autonom¨ªas se puede vivir sin partidos nacionalistas. Lo malo es que la crisis andalucista coincide con el crep¨²sculo de Izquierda Unida. Previsiblemente, en las pr¨®ximas elecciones Andaluc¨ªa estar¨¢ m¨¢s cerca que nunca de un bipartidismo puro.
Hasta ahora, el PP y el PSOE no se han bastado para representar pol¨ªticamente a todos los andaluces. El hundimiento del PA y de IU s¨®lo puede provocar abstenci¨®n, y, por tanto, frustraciones. Y eso no es bueno.
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