Los guardianes (de la tradici¨®n)
Los porteros velan por mantener la naturaleza exclusiva de las casetas
- Feria por un d¨ªa. Juan Guerra -el Gran Herman¨ªsimo-, se ha pasado por la Feria. Tambi¨¦n vi a Norma Duval encima de un caballo -o al rev¨¦s; a m¨ª la manzanilla me sienta de pena-, y a una se?ora que iba por ah¨ª con un traje de gitana con los cuadrados de la insigne firma Blueberrys. Rappel ha desaparecido en combate. De hecho, la ¨²ltima vez que lo vi iba combatiendo contra su mant¨®n y el viento. Por lo dem¨¢s, la minor¨ªa ¨¦tnica madrile?a ha cogido el AVE y se ha ido, y la Feria ha entrado en una segunda fase en la que los reyes del pollo son los Sevillanos pata-negra. El fin de semana tomar¨¢n el liderato espiritual de la Feria los catetos. Es decir, gente de pueblo, que no tiene caseta, que sonr¨ªen, que van por el recinto con ropa de domingo y que encima van y les llaman catetos. Las reglas del juego de la Feria, para aqu¨ª un marciano, son brutales. Las reglas del juego en todo el mundo son, de hecho, brutales. Unas sociedades lo disimulan m¨¢s y otras menos. En la India, por ejemplo, miras un r¨ªo y lo ves bello. De pronto, por el cauce, baja un muerto flotando, de manera que comprendes que en verdad por todos los r¨ªos del mundo bajan cad¨¢veres.
- La belleza y la brutalidad. La Feria es, a su vez, un r¨ªo de belleza extraordinaria. No paras de ver poses humanas sencillas como un anillo, y flamencas que avanzan por el espacio abandonadas a su propio tiempo, que dir¨ªa Salinas, que muerden una manzana y la manzana existe, que dir¨ªa Cernuda, o en plan sexy mother fucker, que dir¨ªa el artista anteriormente conocido como Prince. Toda esta belleza coexiste con una caseta en la que estuve ayer, repleta de pol¨ªticos y empresarios con corbatas de los colores del Galatasaray, bromeando sobre recalificaciones de terrenos -una disciplina del bussines que es pura broma, pero que no hace gracia-. Y con la mirada de un se?or que no sabe montar a caballo pero que monta un caballo marcando una cara especial. Ahora que lo escribo, caigo en la cuenta de que esa cara es la del guardia civil -esa instituci¨®n que se fund¨® en el siglo pasado para que la gente con caballo pudiera ir en caballo- cuando va en moto
- Los vigilantes de la playa que hay debajo de los adoquines. Mi socia destacada en Barcelona hoy les explica algo sobre el personaje arquet¨ªpico que ha visto en la Feria de Barcelona. Por mi parte, el personaje m¨¢s caracter¨ªstico de la Feria -esa cosa bella, divertida y cruel- que les he ido explicando, es el portero, ese guardia jurado que est¨¢ en la puerta de cada caseta para que no cuelen emigrantes feriantes ilegales. En la caseta Don Jos¨¦, un guarda jurado con mucha mili, explica que su figura y funci¨®n no es injusta, que ilustra lo que es la Feria, y que la Feria 'es para el que tiene dinero, no para el trabajador'. En Los Cabales, un joven opina que pas¨¢rtelo bien o mal en este trabajo depende de los socios -'si son viejetes de los que no tragan a nadie, mal rollo'-. Le apena ejercer su trabajo. No obstante, se toma su trabajo de portero en plan Blade-Runner, y cuando un Replicante le pide entrar al WC, pues le deja. En tiempos, tambi¨¦n se colaba. Recomienda la t¨¢ctica de la invasi¨®n por los rincones. Opina que la Feria siempre ha sido cerrada, 'y que el futuro es que a¨²n sea m¨¢s cerrada'. En una caseta de la calle Juan Belmonte, un portero me dice que la cosa no le parece justa, pero que es l¨®gica desde el momento en que las casetas son privadas. Que la Feria ilustra 'que todav¨ªa hay clases', aunque 'supongo que eso se ver¨¢ tambi¨¦n en los San Fermines, que son en la calle'. Un guarda jurado de Los Flotantes, que trabaja puntualmente de portero, pero que, como la mayor¨ªa de porteros, tiene otro trabajo fijo, opina que se ha de comprender 'que los socios llevan todo un a?o contribuyendo'. No cree que su trabajo ilustre una especial crueldad social, sino m¨¢s bien 'que la Feria se ha quedado peque?a'. Una se?orita de La Jaima, en su primer y ¨²ltimo a?o como guarda jurado -'tienes que aguantar muchas tonter¨ªas; te dan de comer, pero no te dejan sentar'-, cree que su oficio no es razonable. Opina que su funci¨®n en una caseta es puramente de disuasi¨®n: 'La gente te ve y se echa para atr¨¢s; en realidad es f¨¢cil entrar en una caseta si te empe?as'. De hecho cuando acaba la jornada laboral, se cuela a-saco-Paco, 'aunque nunca se me ha ocurrido colarme en la caseta de la Guardia Civil'.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.