No se ponen de acuerdo
Bueno, pues nada. Parece que el Tau y el Kinder no est¨¢n dispuestos a ofrecernos un partido de baloncesto con may¨²sculas, un encuentro digno de una final. Cuando uno va, el otro viene, y viceversa. Este constante cruce de trenes no le est¨¢ haciendo un gran favor a esta serie, necesitada de algo m¨¢s que de la emoci¨®n que da la igualdad de partidos ganados y lo incierto del desenlace global. Cierto que ayer, a la cuarta, vimos algo de alta competici¨®n, de toma y daca, pero no dur¨® m¨¢s all¨¢ de unos pocos minutos del tercer cuarto y sin alcanzar momentos de ¨¦sos que, sin saber c¨®mo, el espectador se mete en el partido tanto como los jugadores. Para eso hacen falta dos equipos que quieran y puedan discutir. Seguimos esperando.
Siendo ben¨¦volos, se podr¨ªan comentar maravillas de la capacidad de aprendizaje que est¨¢n mostrando ambos conjuntos de una noche a otra; de la fortaleza psicol¨®gica para superar situaciones complicadas, como hicieron los italianos despues del primer partido o el Tau ayer mismo, a s¨®lo 48 horas del varapalo del martes.
Hablar¨ªamos con admiraci¨®n del impresionante esfuerzo de Bennett, de c¨®mo nos dej¨® con la boca abierta la exhibici¨®n de Ginobili en el tercero, de la aparici¨®n de Timiskas cuando m¨¢s lo necesitaba en el cuarto, de la lucha sin fin de la pareja argentina Oberto-Scola o de la apisonadora en la que se convierten los italianos en cuanto sus tiradores afinan la punter¨ªa.
Siendo mal¨¦volos, lo visto en estos cuatro partidos nos hablan de dos equipos incapaces de variar tanto sus din¨¢micas propias como las ajenas. Si empiezan bien, acaban bien, pero, si comienzan mal, acaban peor. Esto ha ocurrido tanto colectiva como individualmente y aquel jugador que se muestra caliente no se enfr¨ªa hasta que sale de la ducha despues del partido.
Una vez que el Tau dio primero, siempre ha vencido el m¨¢s necesitado. Lo fue el Kinder hasta que se asegur¨® el quinto en Bolonia. Lo fue el Tau en su primer match-ball. Siendo ben¨¦volos, se puede pensar en el m¨¦rito de jugar y ganar bajo presi¨®n. Siendo lo contrario, se podr¨ªa opinar que a los perdedores les ha faltado concentraci¨®n y ganas de machacar, de no dejar levantar a su rival, de aprovechar cualquier signo de debilidad, de no dejar para ma?ana lo que pod¨ªan hacer hoy.
Sea lo que sea, la final alcanza el definitivo encuentro. Ya no hay posibilidades de ser bien o mal pensados ni vale de mucho lo ocurrido hasta ahora. Es la hora de los jugadores decisivos, de los que no se arrugan. Casi todos han tenido sus minutos para sacar pecho. Ahora se trata de ganar un campeonato. Palabras mayores.
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