Sharon, seg¨²n Sharon
En sus 53 a?os de historia, el Estado de Israel ha tenido primeros ministros que cabr¨ªa, b¨¢sicamente, adscribir a dos grandes escuelas: la de la guerra y la de las negociaciones. El pueblo palestino, que es el que ha tenido una experiencia m¨¢s directa de lo que en cada caso significa esa divisi¨®n del trabajo, podr¨ªa concluir que, con ella, nos hallamos ante un ejercicio puramente acad¨¦mico, porque no es f¨¢cil en la vida real establecer la l¨ªnea divisoria entre ambas l¨ªneas de acci¨®n y pensamiento.
Los primeros ministros negociadores han ejercido la guerra o la represalia, tanto como los declaradamente belicistas, y estos ¨²ltimos han tenido que negociar, de una u otra manera, tanto como los primeros. Cabr¨ªa decir que los jefes de Gobierno de la escuela de la guerra hac¨ªan ¨¦sta con objeto de llegar a una negociaci¨®n en la que el adversario estuviera rendido de antemano -cosa que no han conseguido- y que los l¨ªderes negociadores ejerc¨ªan la guerra o la represalia sin perder la intenci¨®n de hablar de paz cuando un d¨ªa fuera posible. Ambas escuelas coincid¨ªan, sin embargo, hasta hace muy poco en que ello nunca era posible.
En la fundaci¨®n del Estado encontramos ya esa extra?a pareja con un car¨¢cter que es hasta mod¨¦lico: David Ben Gurion, el fundador de Israel, fue con convicci¨®n directamente mesi¨¢nica el padre de la escuela de la guerra, y Moshe Sharret, el de la negociaci¨®n, que seguramente es verdad que habr¨ªa preferido negociar, aunque siempre, incluso en el breve periodo a comienzo de los cincuenta, en que fue primer ministro, estuvo a las ¨®rdenes de Ben Gurion, pese a que ¨¦ste se hallaba de sab¨¢tico en el kibbutz de Sde Boker.
En estas postrimer¨ªas de lo que podemos seguir llamando proceso de paz para no perder tiempo, otra pareja se perfila con matices relativamente parecidos. El actual primer ministro, el superultra Ariel Sharon, es el representante puesto al d¨ªa de la escuela de la guerra, que quiere destruir el movimiento palestino para imponer sus condiciones a lo que quede del mismo, y su antecesor, el laborista Ehud Barak, mucho m¨¢s agresivo, sin embargo, que Sharret, que ha sido un jefe de Gobierno que represaliaba tanto como ahora lo hace Sharon, pero con un prop¨®sito negociador serio, aunque claramente insuficiente para los palestinos.
En medio de todo e llo, entre los a?os cincuenta y noventa, aparecen, casi en alternancia de escuelas, Levi Eskhol, que hizo la guerra de 1967, pero que proyectaba la imagen de que le habr¨ªa gustado hablar en vez de disparar; Golda Meir, halc¨®n -hembra- entre los halcones; Isaac Rabin en primera versi¨®n, abrupto profesional de la guerra; Men¨¢jem Beguin, l¨ªder de la coalici¨®n revisionista que fund¨® Zeev Jabotinsky y a la que pertenecen sus sucesores; Isaac Shamir, Benjamin Netanyahu y el propio Sharon, que s¨®lo creen en el exterminio del enemigo, y en los meandros de varios gobiernos de unidad nacional, Sim¨®n Peres, que, precisamente porque no hab¨ªa sido nunca soldado, ten¨ªa que represaliar m¨¢s que nadie y que jam¨¢s demostr¨® en el poder ninguno de los talentos negociadores que se le suponen; el mismo Rabin, directamente elegido esta vez para negociar, y Barak, que cre¨ªa poder hacer la s¨ªntesis de todos los anteriores: una paz con mano de hierro.
La filiaci¨®n lo dice todo, y, por si cupieran dudas, el propio Sharon proclama su progenitura. El oficial que, siguiendo las ¨®rdenes directas de Ben Gurion, destruy¨® en 1953 el poblado de Quibya, en Jordania, dando muerte a m¨¢s de 60 civiles, muchos de ellos mujeres y ni?os, que en 1954, arrasaba un cuartel egipcio en Gaza cuando los soldados de Nasser s¨®lo aspiraban a la soledad, donde murieron 40 militares egipcios, y que en 1955, sin provocaci¨®n conocida, y siempre bajo la tutela del fundador del Estado, volatilizaba un puesto sirio cerca del lago Tiber¨ªades, dejando 50 muertos a su paso, repite hoy que vivimos a¨²n los tiempos de Ben Gurion, que ¨¦l es el continuador de su obra, que faltan tantas guerras por ganar, Israel est¨¢ cualquier cosa menos consolidado en la zona.
Ariel Sharon, nacido en 1929, gloria militar de la escuela de la guerra, que ya en 1982 invadi¨® L¨ªbano, ocultando a los dem¨¢s ministros y a su jefe, Men¨¢jem Beguin, que aquello no era un castigo al terrorista, sino una tentativa -fracasada- de destruir el movimiento palestino, vuelve a tener la oportunidad de ahorrarse una negociaci¨®n. Para saber qui¨¦n es, basta escucharle.
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