El plan alem¨¢n
El canciller alem¨¢n, Gerhard Schr?der, ha removido el debate de la Uni¨®n Europea lanzando un plan de reforma federalista que a nadie dejar¨¢ indiferente. Eso es lo mejor. Eso y que sea al fin el propio canciller quien se moja. Una iniciativa as¨ª, en solitario, sin el concurso de Francia, era impensable hace un segundo. Subraya el renqueo de la locomotora germanofrancesa. Y al coincidir con la inauguraci¨®n de la nueva sede de la canciller¨ªa, simboliza el liderazgo que la Alemania desacomplejada enerv¨® en Niza.
La propuesta acarrea marchamo interno. Pretende trasladar el modelo institucional alem¨¢n a la construcci¨®n europea, igual que se edific¨® el BCE seg¨²n la topograf¨ªa del Bundesbank. Y sirve a Berl¨ªn para rehacer el consenso interno (la l¨ªder democristiana, Angela Merkel, la aplaude por 'interesante') y para diluir las preocupaciones por el lento crecimiento econ¨®mico. Una baza exterior de cara a las elecciones de 2002.
La acumulaci¨®n de calendarios electorales en Italia, Reino Unido y Francia da raz¨®n, en parte, junto a la germanoangustia, de la suspicacia o el desd¨¦n con que Roma, Londres y Par¨ªs recogen el guante. Pero no los explica enteramente.
Ocurre que los otros Gobiernos se aferran a la melancol¨ªa de unas soberan¨ªas nacionales ya fantasmag¨®ricas al intergubernamentalismo. Tony Blair, hamletiano entre el imperativo del euro y su impotencia para convencer a sus conciudadanos, defiende una 'superpotencia' europea, pero s¨®lo basada en los declinantes poderes estatales, y no en las instituciones comunes. Los confusos cohabitantes franceses propugnan una 'federaci¨®n de Estados' sin saber qu¨¦ significa: por eso, el ministro Pierre Moscovici chapotea replicando que conviene mostrarse 'un poco m¨¢s equilibrado'. Y la derecha nacionalista austriaca responde, por boca de Wolfgang Sch¨¹ssel, que Austria no quiere 'ning¨²n superestado europeo'. B¨¦lgica suscribe, pero nadie (Espa?a, ni est¨¢ ni se la espera) ofrece alternativas. Todos est¨¢n sorprendidos del aceler¨®n alem¨¢n.
El canciller propugna convertir a la Comisi¨®n en un Ejecutivo europeo. Bien. Al Consejo, en una segunda C¨¢mara. Bien. Propone dotar al Parlamento de m¨¢s poderes presupuestarios. Bien. Pero en este viaje a la Europa pol¨ªtica -comunitarizando la pol¨ªtica exterior y de defensa- deja jirones de la Europa econ¨®mica, en aras de los l?nder, revirados por la absorci¨®n de competencias a cargo de Bruselas: pretende renacionalizar la pol¨ªtica agr¨ªcola, dar a los Estados el control de las ayudas a las regiones desfavorecidas -bueno para los ricos, que se lo podr¨¢n pagar, malo para los pobres-, lo que supondr¨ªa sustraer al poder supranacional casi todo el presupuesto com¨²n, en beneficio de caciquismos locales. Y tambi¨¦n neutralizar la combativa pol¨ªtica procompetencia de Bruselas, as¨ª como castrar el aumento de sus atribuciones. Muy mal. Pero est¨¢ muy bien que se discuta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.