La ¨²ltima testigo de la generaci¨®n del 27
El olvido lleg¨® a coquetear con la muerte. Cuando, en 1999, el poeta y traductor norteamericano Carlos Reyes quiso conocer a Josefina de la Torre Millares, con la intenci¨®n de solicitar su permiso para traducir sus poemas al ingl¨¦s, no encontr¨® otra referencia al inicio que la posible muerte de la poeta, actriz, cineasta, escritora, compositora, pianista, soprano...
Obstinado, Reyes busc¨® e indag¨® apellido por apellido de la saga de artistas canarios (Claudio de la Torre, hermano, cineasta y director de teatro; N¨¦stor de la Torre, t¨ªo, bar¨ªtono; N¨¦stor Mart¨ªn de la Torre, primo, pintor modernista y urbanista; Manuel Millares, sobrino, pintor...) hasta dar en Madrid con una sobrina, Selena Millares. Josefina, nacida en 1907, hab¨ªa desaparecido de la vida p¨²blica en 1983.
Pero resucita un 23 de abril de 1999, con la visita de Reyes y su sobrina, y se incorpora a su puesto como uno de los dos supervivientes, con su amigo Rafael Alberti (que fallecer¨ªa ese mismo a?o), de la generaci¨®n literaria del 27. En la Antolog¨ªa de poes¨ªa espa?ola (contempor¨¢neos), publicada en 1934, Gerardo Diego incluy¨® los libros de poemas Versos y estampas (1927) y Poemas de la isla (1930). El poeta reconoci¨® a Josefina y a Ernestina de Champourc¨ªn como ¨²nicas representantes de la poes¨ªa espa?ola escrita por mujeres.
Como consecuencia de este amanecer dentro del crep¨²sculo de la polifac¨¦tica artista, la residencia de estudiantes de Madrid ha abierto sus puertas hasta el 15 de mayo a la exposici¨®n Los ¨¢lbumes de Josefina de la Torre. La ¨²ltima voz del 27. Un homenaje a la artista que traslad¨® sus 94 a?os al acto de inauguraci¨®n, el d¨ªa 3, acompa?ada de su resucitador, Carlos Reyes, que, por fin, hab¨ªa conseguido publicar en Estados Unidos, su antolog¨ªa biling¨¹e Poemas de la isla. Sus sobrinos aseguran que su aislamiento voluntario responde a la timidez que siempre la acompa?¨®. Una dolencia reiterativa que atacaba con insistencia minutos antes de dar el salto al escenario y que su hermano, Claudio de la Torre, cineasta y director del teatro Mar¨ªa Guerrero en los a?os cuarenta, la ayudaba a superar ofreci¨¦ndole un whisky: 'Anda, b¨¦bete esto...', dec¨ªa Claudio ante los pertinaces titubeos de la actriz.
Poeta, que dedic¨® sus primeros versos, escritos con siete a?os, a Benito P¨¦rez Gald¨®s; soprano y concertista, que interpret¨® fragmentos de obras de Puccini y Massenet y romanzas y zarzuelas de Barbieri, Caballero y Chap¨ª en el teatro Mar¨ªa Guerrero y el Monumental de Madrid, y que tuvo la oportunidad de acudir con 27 a?os a la escuela de canto de la Escala de Mil¨¢n, de no haber sido por la negativa de su madre; actriz de cine, de teatro radiof¨®nico y de doblaje; periodista de la revista Primer Plano; compositora de melod¨ªas que ella misma interpretaba al piano y a la guitarra; escritora de novelas cortas de tono rom¨¢ntico y misterioso -'dirigidas a las se?oritas de provincias', dice- bajo el seud¨®nimo de Laura Cominges...
Pero fueron el cine y el teatro los escenarios que le dieron nombre, aunque, aun siendo int¨¦rprete principal, no se mantuvo en la cima de las famosas de la ¨¦poca, debido, seg¨²n sus allegados, a una versatilidad que la dispersaba del trabajoso corredor de la celebridad.
Su carrera no fue ajena a su ambiente familiar. La benjamina de cuatro hermanas y dos hermanos, naci¨® en 1907 en Las Palmas, en el seno de un hogar de la burgues¨ªa culta donde la holgura econ¨®mica, el talante liberal y la tradici¨®n erudita contribuyeron a una infancia y adolescencia felices que estimularon a que Josefina apuntara hacia las artes.
Su hermano Claudio, doce a?os mayor, tir¨® de la ni?a desde muy temprano, llev¨¢ndola a actuar al teatro de c¨¢mara que hab¨ªa montado en la casa familiar de la playa de Las Canteras, Teatro M¨ªnimo, donde se representaba a Shaw, Andreiev o Ibsen, y a partir de 1924, a Madrid, donde la introdujo en los ambientes literarios. Despu¨¦s, a Joinville (Francia). All¨ª trabaj¨® en doblaje junto a Luis Bu?uel, con el que mantuvo un idilio. En Madrid, en 1927, Josefina public¨® su primer libro de poemas, Versos y estampas, con pr¨®logo de Pedro Salinas, al que sigue considerando su 'maestro'.
La decadencia econ¨®mica que sufri¨® la familia a ra¨ªz de la Gran Guerra, debido al bloqueo del comercio mar¨ªtimo que su padre, Bernardo de la Torre y Cominges, hab¨ªa mantenido con el Reino Unido, repercuti¨® en el bienestar de la familia y Claudio tuvo que tomar el testigo de las responsabilidades. Tambi¨¦n fue Claudio el que arranc¨® a Josefina de las garras de la madre. Muy protegida por ¨¦l, Josefina no dudaba en recurrir a su hermano en momentos complicados, como ocurri¨® aquella tarde en que tuvo que hacer frente a la cuenta del bar del hotel Palace, en Madrid: ni ella ni sus amigos, Bu?uel y Dal¨ª, ten¨ªan dinero. Sabiamente, enviaron al camarero al domicilio de Claudio y ¨¦ste no dud¨® en abonar la cuantiosa suma de un duro.
El amor de su vida
Sin ruptura ni tragedia, Josefina se distanci¨® de su hermano a ra¨ªz del rodaje de El primer amor, en la que hab¨ªa trabajado como actriz y ayudante de direcci¨®n. Fue una mujer cargada de energ¨ªa feliz, que s¨®lo sinti¨® el llanto y sostuvo la pena, a partir de 1980, con la muerte inesperada de su gran amor y esposo, el actor Ram¨®n Corroto, treinta a?os m¨¢s joven que ella. Le dedic¨® un poema, ?l, in¨¦dito. Hab¨ªan estado casados tres a?os, despu¨¦s de una larga convivencia y de un primer matrimonio con Braulio P¨¦rez, gran pianista y vividor que consigui¨® en cierta ocasi¨®n poner a tres coronas reales sentadas en el suelo con el pretexto de obedecer al ritmo de una conga. El matrimonio con este encantador embaucador dur¨® s¨®lo unos meses.
Ni siquiera la guerra civil alter¨® su esp¨ªritu. Josefina se refugi¨® con otros compa?eros en la embajada de M¨¦xico, entre los que se encontraban Claudio y su esposa, Mercedes Ballesteros (que firmar¨ªa tiempo despu¨¦s con el seud¨®nimo de la baronesa Alberta en La Codorniz). Abandon¨® la embajada, tras un apasionado idilio con el hijo del embajador, para marchar a Canarias.
Fue despu¨¦s de la contienda, y de nuevo en Madrid, cuando Josefina se dedic¨® de lleno al teatro con la compa?¨ªa del Mar¨ªa Guerrero, donde acab¨® de primera actriz. Despu¨¦s fund¨® su propia compa?¨ªa de comedias y compagin¨® las bambalinas con el celuloide, trabajando para Edgar Neville y compartiendo repartos con Conchita Montes, Rafael Dur¨¢n, Amparo Soler Leal, Ismael Merlo, Nuria Espert, Mar¨ªa Fernanda d'Oc¨®n, Vicente Parra... despu¨¦s de haber prestado su voz a Marlene Dietrich, a Martine Carol, al cuadro de actores de Radio Nacional y al musical Sonrisas y l¨¢grimas. Josefina se despidi¨® de las tablas en 1983 con la serie de Televisi¨®n Espa?ola Anillos de oro. Hasta hace muy poco ha seguido escribiendo poemas en privado, una vez cobijada en el silencio de su piso frente al r¨ªo Manzanares. Supo salpicar su soledad octogenaria con algunas escapadas que la llevaron a poner un puesto de antig¨¹edades sobre el suelo de una plaza del Rastro con su cu?ada Mercedes.
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