Marc Recha aporta un filme situado entre la vida vivida y la vida so?ada
El cineasta catal¨¢n, con 'Pau y su hermano', y el japon¨¦s Kore-Eda Hirokazu, con su pel¨ªcula 'Distancia', anticipan la l¨ªnea austera de un Festival de Cannes dedicado al cine puro y duro
Ayer llegaron al concurso dos pel¨ªculas situadas en la con frecuencia imprecisa frontera que separa, o une, el realismo y el onirismo en una pantalla. El cine extra¨ªdo de la vida vivida y el procedente de la vida so?ada a veces se funden y abren el m¨¢s f¨¦rtil y libre territorio de la ficci¨®n filmada. Fueron portadoras de esta buena tierra la espa?ola Pau y su hermano, escrita y dirigida por el joven cineasta catal¨¢n Marc Recha; y la japonesa Distancia, obra de Kore-Eda Hirokazu, tambi¨¦n casi un principiante.
Son dos obras procedentes de sensibilidades y concepciones del cine dispares que, mientras se ven, parecen opuestas, pero que, despu¨¦s de vistas y rebobinadas en la memoria, descubren rasgos medulares comunes, pues una y otra relatan el itinerario de cinco personajes alrededor del eje de un suceso tr¨¢gico ¨ªntimo que por distintos caminos les ha reunido. Adem¨¢s, ambas pel¨ªculas traen aires de cine a media voz, obra de imaginaciones libres, no adocenadas y silenciosas, que nos hacen olvidar el estruendo de la fantas¨ªa del Moulin Rouge inaugural, que, como era presumible, tiene secuestradas las voces y, sobre todo, los ecos del inabarcable pijer¨ªo de La Croisette.
Pau y su hermano est¨¢ viva. Marc Recha acaba de doblar la esquina de los 30 a?os y lleva ya m¨¢s de diez empujando a su idea y a su pasi¨®n por el cine. Arranc¨® con cortometrajes de factura artesanal, pero formalmente audaces y ambiciosos, embarcados en la terca busca sin vuelta atr¨¢s de un estilo en sentido profundo, un acceso propio al conocimiento de la vida mediante la imagen. Su pel¨ªcula extrae exactitud de aquellos balbuceos, escala alturas desde zonas planas y deja ver que este notable hombre de cine, junto a las muchas cosas que obviamente le quedan por aprender, tiene algunas esenciales ya aprendidas e incorporadas al instinto, a la ra¨ªz de ese estilo profundo cuya forja encuentra en este filme algunos brotes vigorosos.
Ayer, Recha, tras la proyecci¨®n de su pel¨ªcula, tuvo un encuentro con periodistas -ciertamente no muchos y casi todos espa?oles- que se sali¨® de las normas del gigantismo de este festival tan sembrado de conferencias de prensa multitudinarias y rimbombantes, pero fatalmente rutinarias. Fue un encuentro vivo, casi un di¨¢logo o un debate, en el que Recha dijo que estaba del lado de los francotiradores de su oficio, de los que sueltan la imaginaci¨®n fuera de las convenciones dominantes en el sistema de producci¨®n del cine espa?ol. 'Y supongo', a?adi¨®, 'que esto debe notarse en las pel¨ªculas que hago'. Supone bien Marc Recha.
Lo mismo que no es f¨¢cil trazar una l¨ªnea divisoria entre realidad vivida y realidad so?ada, tampoco es f¨¢cil deslindar dentro de esta obra d¨®nde comienza el juego aprendido de los int¨¦rpretes y d¨®nde comienza su actuaci¨®n libre y espont¨¢nea. Hay en Pau y su hermano una esponjosa zona com¨²n, un territorio compartido entre interpretaci¨®n y vivencia, entre ficci¨®n elaborada y ficci¨®n vivida. Se percibe, casi se palpa con los ojos en la pantalla, y Recha lo sabe. Dijo ayer: 'En la segunda semana del rodaje me di cuenta de que la pel¨ªcula necesitaba una ventana abierta a la vida, y la abrimos entre todos'.
El filme padece cojeras, desarmon¨ªas, desajustes de construcci¨®n. Cuenta, indaga, explora el vac¨ªo y el desconcierto que deja a su alrededor un muchacho suicida. Asunto grave, terrible. Pero el escritor Marc Recha s¨®lo proporciona al director Marc Recha algunos, muy escasos, hilos visuales situados a la altura de la tremenda gravedad del suceso desencadenante -cuando hay un suicidio en una pantalla, todo lo que sucede en ella gravita por fuerza en ese suceso-, pero no le proporciona un armaz¨®n po¨¦tico, narrativo o dram¨¢tico lo bastante s¨®lido y en¨¦rgico que d¨¦ empuje a la desgarrada exploraci¨®n de esa muerte por los personajes vivos que la sufren. Y esto hace que la secuencia de Pau y su hermano se estanque a veces, se quede de pronto quieta, tras avanzar con facilidad deslumbrante, para volver otra vez a la quietud y luego volar de nuevo.
Sin prisa
Pero estas arritmias no rompen el delicado latido de vida que emana del tempo secuencial. La naturaleza, el paisaje, la vida que rodea al int¨¦rprete entra poco a poco en los engranajes del relato y acaba inund¨¢ndolos, adue?¨¢ndose de la pantalla esa porosidad a que antes nos hemos referido. Se respira bien dentro de esta peque?a y humilde pel¨ªcula pobre llena de otras riquezas. Tiene aires de rareza, casi de impertinencia, ver esta peque?ez en el enorme escaparate de Cannes. Pero tambi¨¦n para esto tiene respuesta Recha: 'Cannes es una enorme plataforma de lanzamiento, pero es quim¨¦rico pensar que Pau y su hermano se pueda convertir en un taquillazo de la noche a la ma?ana por el hecho de estar aqu¨ª. Su tiempo es otro, su vida quiere ser pausada, larga, sin prisa. No he venido aqu¨ª a competir. No entiendo que una mirada pueda competir con otra. He venido no a competir, sino a compartir este espacio con otras miradas. Compartir un espacio con Jean-Luc Godard, Jacques Rivette y Manoel de Oliveira es para m¨ª un triunfo. ?C¨®mo puedo hablar de competici¨®n, de confrontaci¨®n, con estos artistas?'.
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