Euskadi en la niebla
O¨ª decir a Kepa Aulestia que manejar la hip¨®tesis de que en Euskadi no hay soluci¨®n permitir¨ªa tal vez actuaciones nuevas ante la violencia etarra. No es ninguna barbaridad, la trama de la situaci¨®n actual es intrincada y tiene una l¨®gica propia, un sistema interno que aumenta su blindaje y sus mecanismos reproductores. La campa?a electoral es una muestra de ello, aunque, seg¨²n se mire, peor fue la precampa?a. Da igual. El hecho es que con la destrucci¨®n de Lizarra por parte de todos y la canonizaci¨®n interesada del Estatuto y la Constituci¨®n por parte de muchos, las fuerzas pol¨ªticas vascas han destrozado la figura posible del interlocutor leg¨ªtimo y han construido el mito de la soluci¨®n definitiva a ETA, juntos o por separado, con dialogo, sin ¨¦l o a medias.
Las encuestas dicen que lo que m¨¢s preocupa a los vascos no es ETA, sino el enfrentamiento entre partidos. ?Es posible a¨²n un gobierno de concentraci¨®n?
Si no hay realmente soluci¨®n, el reto es convivir entre los que desean hacerlo, y si miramos las encuestas recientes resulta que el 54% de los entrevistados reclamaba 'recomponer el entendimiento entre nacionalistas y no nacionalistas' -una divisi¨®n anal¨ªtica muy maniquea, por cierto, y contributiva a la confusi¨®n-. Eso es lo que los vascos han dicho que desean, incluso por encima del fin de la violencia, problema que ocupa el segundo lugar de las prioridades con cuatro puntos de distancia respecto al primer objetivo.
O sea, que no es la soluci¨®n a la violencia lo que m¨¢s angustia colectivamente, sino la intolerancia que se tienen los gestores pol¨ªticos, la descomposici¨®n del respeto mutuo, que tiene por efecto concreto una convivencia cada vez m¨¢s dif¨ªcil. Ese es el problema grave que parece que han detectado los ciudadanos vascos, m¨¢s grave que ETA porque es previo a cualquier actuaci¨®n respecto a ETA. Y quiz¨¢ pone de manifiesto tambi¨¦n la lucidez ciudadana al presentar a ETA no como un problema encerrado en s¨ª mismo, sino como un asunto situado en el territorio de la violencia pol¨ªtica y social que, como tal, debe ser abordado. Por eso resulta preocupante el pasado acuerdo entre Partido Popular y PSOE, y aunque a todas luces parece ya muerto, ha sido una inversi¨®n en tensi¨®n y soberbia destinada a sacar r¨¦ditos en forma de exclusi¨®n, de escisi¨®n, de intolerancia civil por su incapacidad de reconocer al enemigo. Si aquel pacto no est¨¢ en el olvido, o si alguien piensa resucitarlo, el entendimiento solicitado mayoritariamente tendr¨¢ un futuro imposible.
Por ello parecen cargadas de sentido com¨²n las palabras de Rom¨¢n Kn?rr, presidente de la Confebask, proponiendo un gobierno de concentraci¨®n a pesar del desd¨¦n habitual de Arzalluz, la intolerancia de Iturgaiz, la perplejidad permanente, impersonal, de Redondo, la dureza de Rosa D¨ªez o la banalidad c¨ªnica de Otegi. Que se lo piensen al menos. Quiz¨¢ ellos no puedan permit¨ªrselo porque han ido demasiado lejos en sus desprop¨®sitos, pero quiz¨¢ los suyos s¨ª puedan aunque s¨®lo sea intentar el proyecto. ETA seguir¨¢ castigando y matando sin m¨¢s cambios que las novedades que ofrezca la tecnolog¨ªa en explosivos y armas. Todos los dem¨¢s pueden y deber¨ªan reconstruir el respeto mutuo y desde ¨¦l la confianza ciudadana en las instituciones, una confianza posiblemente m¨¢s mermada por las palabras que por los asesinatos crueles sin soluci¨®n. La palabra tiene un poder fort¨ªsimo porque es transmisora de ideas, y lo malo es que las palabras de los principales dirigentes pol¨ªticos en Euskadi transmiten un odio y una violencia interna deprimentes. ETA siempre mat¨®, pero en cambio, como recordaba Jos¨¦ Guillermo Zub¨ªa, nunca los partidos se mostraron tan irreconciliables, y por ello se atrev¨ªa a proponer, al igual que Kn?rr, un gobierno con todas las sensibilidades pol¨ªticas no para liquidar a ETA, sino para dar seguridad a la sociedad y empezar un camino distinto para combatir de manera distinta la violencia en todos los frentes. Los tres grandes partidos, ?piensan plantearse el asunto o piensan seguir como siempre jurando ante el sol y ante los hombres la liquidaci¨®n de ETA, pero compitiendo a la vez por la propia alternativa?
Nadie duda de la dificultad de incorporar a EH a un gobierno, incluso de la imposibilidad radical de hacerlo por el momento, pero resulta insensato el acoso a Javier Madrazo -que por otro lado es uno de los pol¨ªticos mejor valorados en las encuestas a pesar de su peque?o partido. En cualquier caso, la otra v¨ªa, la de siempre, ha demostrado a?o tras a?o su esterilidad; en ese camino nada ha surgido salvo una niebla agobiante de palabras espesas, un sin cuartel que permite la pregunta de si el resultado de las urnas ser¨¢ respetado, una pregunta triste sin duda, pero fundamentada a tenor del ambiente pol¨ªtico de los ¨²ltimos meses.
Acostumbrarse a ETA durante a?os resulta duro por la acumulaci¨®n de muerte que comporta, pero elaborar el mito de la soluci¨®n definitiva y final resulta absurdo por lo que tiene de enga?o, por la desesperaci¨®n y sensaci¨®n de fracaso que supone no alcanzar lo prometido. Quiz¨¢ escuchar y atender la petici¨®n de reconstrucci¨®n del respeto civil entre los representantes de Euskadi sea la obviedad necesaria, aunque no suficiente, para recuperar la confianza de los ciudadanos que est¨¢n a punto de perderla.
Ricard Vinyes es historiador.
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