Una respuesta equivocada
Un hombre desesperado est¨¢ a punto de suicidarse en su vivienda del centro de Los ?ngeles. Unos polic¨ªas le gritan: 'Si te vas a suicidar, date prisa... y hazlo; as¨ª nos podremos marchar de aqu¨ª'. Momentos m¨¢s tarde, el sujeto se pega un tiro en la cabeza. La noticia apareci¨® en Los Angeles Times y fue recogida tambi¨¦n por la prensa espa?ola el pasado mes de diciembre.
Me ha venido esa noticia a la memoria al pensar en la reciente despenalizaci¨®n de la eutanasia en Holanda. He imaginado a una persona tambi¨¦n desesperada, en este caso por una enfermedad incurable, que tampoco encuentra -para su situaci¨®n- otra salida que el suicidio. He visto a su alrededor a unas personas que no visten uniforme de polic¨ªa, sino bata blanca. La sociedad ha depositado en ellas una gran responsabilidad: cuidar a los m¨¢s d¨¦biles y necesitados. Sin embargo, al acercarse al enfermo que quer¨ªa suicidarse, no s¨®lo no han intentado disuadirle de su idea, sino que se han ofrecido para llevarla a cabo. Y he sentido pena. Pena e inquietud. No dudo de la buena voluntad de los holandeses, pero produce l¨¢stima una sociedad que reacciona de esa manera. Como si para resolver el problema de la drogadicci¨®n o del alcoholismo alguien propusiera eliminar a los drogadictos o a los alcoh¨®licos.
Cuando un enfermo pide que se acabe con su vida, hay que procurar descubrir y resolver los motivos de esa petici¨®n
Cuando un enfermo pide que se acabe con su vida, hay que procurar descubrir y resolver los motivos de esa petici¨®n: quitarle el dolor, controlar los dem¨¢s s¨ªntomas molestos, aliviar su sufrimiento psicol¨®gico, rodearle de cari?o, hacerle sentirse digno y valioso, asegurarle el apoyo y una cualificada atenci¨®n hasta los ¨²ltimos momentos de su vida... Afortunadamente hoy la medicina tiene m¨¢s recursos que nunca para conseguirlo. Por eso, si la asistencia a algunos enfermos terminales es deficiente y llega la desesperaci¨®n, el remedio no es provocar su muerte, sino poner los medios para atenderles mejor. Es una l¨¢stima que en Holanda hayan optado por la eutanasia en lugar de desarrollar los cuidados paliativos, que all¨ª son pr¨¢cticamente desconocidos.
En un reciente art¨ªculo del prestigioso JAMA (Journal of American Medical Association) se describ¨ªa que una de las principales inquietudes de los enfermos terminales es -junto al alivio de sus s¨ªntomas- el sentimiento de ser una carga. Una sociedad que despenaliza la eutanasia, les env¨ªa un mensaje: 'Efectivamente, sois una carga y ahora pod¨¦is f¨¢cilmente dejar de serlo... ?a qu¨¦ esper¨¢is?'. Es f¨¢cil comprender que muchos se sentir¨¢n empujados a pedir la eutanasia para no ocasionar molestias y gastos a quienes los cuidan. Muy diferente fue la actitud de Cicely Saunders, una enfermera brit¨¢nica que a mediados del siglo XX decidi¨® hacer algo para solucionar la tremenda situaci¨®n de abandono en la que se encontraban los enfermos incurables en los grandes hospitales. Obtuvo el t¨ªtulo de m¨¦dico para tener m¨¢s posibilidades de ser o¨ªda y puso en marcha el movimiento Hospice, que dar¨ªa lugar a lo que hoy se conoce en todo el mundo civilizado como cuidados paliativos: una atenci¨®n total, activa y continuada de los pacientes y de sus familias por un equipo multiprofesional, no con la finalidad de alargar a toda costa la supervivencia del incurable, sino de mejorar su calidad de vida y de cubrir todas sus necesidades.
Hace pocos meses, el doctor Antonio Pascual, presidente de la Sociedad Espa?ola de Cuidados Paliativos, pronunci¨® la conferencia de clausura de un Programa M¨¢ster en Medicina Paliativa desarrollado en el hospital La Paz, de Madrid. Me encant¨® el t¨ªtulo de su conferencia: El privilegio de cuidar. En nuestro pa¨ªs se acaba de aprobar el Plan Nacional de Cuidados Paliativos. ?sa es la respuesta acertada -positiva, creativa, eficaz, humana- para los problemas de los enfermos terminales. Manifiesta el profundo respeto e inter¨¦s que despierta cada persona, y queda bien reflejado en las palabras que Cicely Saunders dirig¨ªa a estos pacientes: 'Usted importa porque es usted. Usted importa hasta el ¨²ltimo momento de su vida. Nosotros haremos lo que podamos para ayudarle a morir en paz y para que viva hasta que muera'.
Manuel Gonz¨¢lez Bar¨®n es jefe del Servicio de Oncolog¨ªa del Hospital Universitario La Paz.
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