El frenes¨ª de un domingo
?ste es un domingo para vivirlo entre pr¨®ximos, como un cotill¨®n, una boda o un funeral
El domingo nunca ha sido el mejor d¨ªa para el frenes¨ª. Todo lo contrario. El frenes¨ª es un estado de exaltaci¨®n continua desde el instante en que uno se despierta por la ma?ana y espera con ansiedad la noche. El domingo, sin embargo, se ha concebido para la placidez anodina, para la fabulosa rutina de bata y zapatillas, para la compra de pasteles y la lectura de los abigarrados peri¨®dicos repletos de separatas y suplementos. El domingo, habitualmente, es un d¨ªa que nace sin grandes expectativas y sin m¨¢s deseo que el de tener tiempo, vivir a contratiempo y esperar con contenido terror la llegada del lunes.
Pero este domingo es distinto. Viene huracanado, como un ardiente bolero, repleto de frenes¨ª, cualidad m¨¢s propia del viernes que le ha robado al s¨¢bado todo su antiguo furor, toda su fiebre de Travolta y todas sus ansias de disfrutar. Antes la vida se suspend¨ªa entre semana, aguardando el s¨¢bado providencial, cargado de promesas de emoci¨®n y de aventura, de fuego en las venas y de asalto jubiloso y lujurioso a la rutina. No se hizo el hombre para el s¨¢bado, sino el s¨¢bado para el hombre, advert¨ªa la Biblia ante los posibles excesos del s¨¢bado, sabadete, trasladados hoy al viernes, d¨ªa de necesario desfase.
Mientras tanto, el domingo, el maldito domingo se despereza en un largo bostezo y generalmente es s¨®lo un limbo, una antesala entre el deber y el placer, un rutinario tr¨¢nsito hacia la ocupaci¨®n que como la vida es lo que sucede mientras hacemos cosas.
As¨ª era todo al menos hasta este domingo 13 de mayo, en el que se ha puesto tanta pasi¨®n, tanto frenes¨ª, tanto anhelo y tanta ansiosa espera que los ciudadanos tenemos el alma, el coraz¨®n y la vida en vilo y las pulsaciones a cien, como cualquier amante primerizo. Puede que a partir de hoy los domingos vuelvan a ser iguales a los de antes, pero ya nada ser¨¢ lo mismo, porque no siempre se tiene la oportunidad de volver a los 17 una vez cumplidos los treinta, los cuarenta, los cincuenta, los sesenta y hasta los ochenta. Votar hoy es como dar el primer beso en secreto y a escondidas.
La zozobra, la inquietud, el desasosiego, la incertidumbre, la agitaci¨®n la angustia, el af¨¢n, la congoja, el suspiro y el temor a una posible euforia o desaz¨®n acechar¨¢n hasta bien entrada la noche, que en este 13 de mayo se asemejar¨¢ a la fe sencilla y plena en el milagro de aquellos pastorcillos y sus arrebatados seguidores que observaban extasiados como el sol giraba y giraba sobre el cielo de Cova de Ir¨ªa.
?ste es un domingo para vivirlo entre pr¨®ximos, como un cotill¨®n, una boda o un funeral, como una final de la Champion League o un acontecimiento semejante al paso del cometa Halley, algo que ocurre cada mucho tiempo y que, como toda emoci¨®n, ha de ser compartida para poder ser recordada. Demasiado para un hombre solo. Nadie quiere deshojar en solitario la margarita, as¨ª que para hacer menos densa la soledad, m¨¢s humana la demora, m¨¢s generosa la victoria y m¨¢s llevadera la derrota, para brindar con champ¨¢n o compartir el vino amargo es preferible sentirse acompa?ado. Es una manera ef¨ªmera y prestada de consolarse o de alegrarse. Es lo m¨¢s parecido a la solidaridad.
Y ya sabes, en tu casa o en la m¨ªa. Ahora mismo seguro que no soy el ¨²nico que tiene que decidir entre acudir a la salita de unos amigos o recibir en la propia, entre comprometerse a una cita en un pub o asistir sin aliento al match en el reservado de un restaurante, entre seguir at¨®nito el evento ante la pantalla del televisor o hacerlo ante una terminal de Internet, en esperar el pitido final rodeado de los amigotes como quien espera las doce uvas o las doce campanadas o estar rodeado de parientes como en el nacimiento del primer hijo...En fin. Un sinvivir.
Con lo tranquilos y bonitos que eran los domingos, con sus calles desiertas y sus caravanas hacia la Autov¨ªa del Cant¨¢brico, con el partido de la jornada y el sonsonete del Carrusel deportivo, 'Castellana, qu¨¦ buen sabor, Castellana qu¨¦ buen an¨ªs', con el gol en la Romareda y las oportunidades perdidas en San Mam¨¦s, con sus rabas rebozadas y su raci¨®n de gambas a la gabardina, con su vermutito y su cervecita, con los maratones que organiza la BBK y la subida matinal al Pagasarri, con la visita de la suegra y el ch¨¢ndal, con sitio para aparcar y sin llamadas inoportunas, con la siesta durante el habitual melodrama vespertino de Douglas Sirk en la uno y el repaso a los asuntos pendientes, con su cadencioso letargo y su espeso silencio, con el sopor desolado de sus mediod¨ªas, con sus cines repletos de colas, adolescentes y palomitas...
No est¨¢n hechos los domingos para esta cresta enloquecida que aguarda la noche m¨¢s larga e intensa, sino para mecernos en una adormidera feliz que nos arroja como na¨²fragos sin esperanza a las tormentosas playas del lunes.
Por eso hoy no es el ¨²ltimo d¨ªa de la semana, sino el primero de un castigo o un premio sin precedentes que se agravar¨¢ a¨²n m¨¢s por la memoria de los datos y las cifras, las r¨¢fagas y los programas informativos especiales, las declaraciones y las especulaciones, tal vez por todo lo que pudo ser en un instante y no fue o simplemente por lo que fue a pesar de ese instante.
Sobrellevar de esta forma un domingo se convierte en un aut¨¦ntico drama, en una categor¨ªa que no se sabe muy bien si te lleva a la fortuna o a la desgracia, aunque como cantaba Serrat tambi¨¦n 'hoy puede ser un gran d¨ªa, plant¨¦atelo as¨ª'. Comienza, pues, una jornada tensa e intensa. Se acab¨® la aversi¨®n al domingo. ?Quien dijo que ¨¦ste era un d¨ªa para aburrirse?. Y el 13 de mayo... frenes¨ª.
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