Procesados dos vigilantes y un jefe de Metro por abandonar a un moribundo
Los vigilantes sacaron a la calle al muchacho, Javier Echevarr¨ªa Torres Sauquillo, hijo de la eurodiputada socialista Francisca Sauquillo, y lo dejaron all¨ª 'abandonado' y moribundo, seg¨²n el auto de procesamiento dictado por el juez Carlos Mart¨ªn, titular del Juzgado de Instrucci¨®n 1 de Madrid. El traslado en volandas desde el interior del metro a la calle se produjo la fr¨ªa noche del 7 de abril de 1998. Un transe¨²nte que pas¨® por el lugar, pasada la una de la madrugada, avis¨® al Samur al ver el cuerpo inerte joven postrado en el suelo.
Cuando los m¨¦dicos del Samur llegaron al lugar, el estado del chico ya era de suma gravedad. Javier muri¨® poco despu¨¦s de ingresar, a¨²n con vida, en el cercano hospital de La Princesa. Por aquel entonces sufr¨ªa un cuadro de anorexia grave y llevaba tiempo trat¨¢ndose de su enfermedad. El hospital en el que hab¨ªa estado hospitalizado por ese motivo le hab¨ªa dado el alta justo un d¨ªa antes de fallecer, al considerar que su salud hab¨ªa experimentado una clara mejor¨ªa.
La tarde del d¨ªa en que Javier hall¨® la muerte hab¨ªa salido de casa de sus padres y utiliz¨® el metro para ir a visitar a su abuela y contarle los pormenores de su tratamiento. Se ape¨® del vag¨®n en la estaci¨®n de Lista (Salamanca). Cuando caminaba por los pasillos del suburbano en direcci¨®n a la salida de la calle del Conde de Pe?alver, Javier se sinti¨® mareado. Su familia cree que pudo sufrir una dr¨¢stica bajada de glucosa que le condujo a un estado semicomatoso. Aturdido, se sent¨® en una escalerilla que hay en el vest¨ªbulo de la estaci¨®n y qued¨® tendido sobre ella. Ni hablaba ni se mov¨ªa.
'Solo y enfermo'
Minutos despu¨¦s se presentaron en el lugar los vigilantes Jos¨¦ Mu?oz Navajas, de 49 a?os, y Juan Carlos Garc¨ªa Orme?o, de 35. Ambos pertenec¨ªan a la empresa de seguridad Prosesa, contratada por Metro para labores de vigilancia. Mu?oz y Garc¨ªa, al ver el cuerpo del chico tirado sobre unas escaleras, avisaron por radio a la central de seguridad de Metro y explicaron la situaci¨®n en la que se hallaba Javier. Estaba 'solo, sin poder hablar, enfermo y en estado de semiinconsciencia', explica el juez Carlos Mart¨ªn en el auto en el que abre el juicio oral contra los tres acusados. 'Ambos vigilantes, de mutuo acuerdo', apunta el magistrado, 'efectuaron varias llamadas a la central' para que desde all¨ª se alertase a una ambulancia, agrega el juez.
Pero todas las llamadas las atendi¨® Jos¨¦ Luis Hern¨¢ndez Calvo, de 51 a?os, responsable de seguridad de la compa?¨ªa esa noche. A diferencia de los guardias, Hern¨¢ndez no tiene vinculaci¨®n laboral con Prosesa. Es empleado de Metro y aquella noche era el responsable de seguridad, a quien los vigilantes deb¨ªan consultar cualquier decisi¨®n. 'Es hermano del segundo jefe de seguridad de Metro', explic¨® ayer a EL PA?S el guarda Mu?oz Navajas, uno de los procesados.
Seg¨²n consta en las diligencias judiciales (hay una cinta grabada con las conversaciones), la respuesta de Hern¨¢ndez ante las primeras llamadas de auxilio de los vigilantes fue que no avisasen a nadie y que sacasen al chico de all¨ª. 'Lo mismo que ha entrado solo, que salga solo; no somos monjas de la caridad', espet¨®.
Al llegar la hora del cierre de las cancelas de la estaci¨®n, y dado que Javier segu¨ªa postrado en el suelo y dentro de las instalaciones del suburbano, los guardias volvieron a requerir instrucciones de Hern¨¢ndez. Siempre seg¨²n las diligencias judiciales, ¨¦ste reiter¨®, con voz arrogante, que le sacasen a la calle, y fue cuando solt¨® la terrible frase: 'Si es un drogata, que le den por el culo'. Hern¨¢ndez indic¨® ayer a este peri¨®dico que no deseaba hacer ning¨²n comentario sobre este asunto. El juez no recoge tales frases en su auto de procesamiento, aunque subraya que Hern¨¢ndez, 'lejos de atender la petici¨®n que recibi¨® [de los vigilantes, avisar a una ambulancia], les aconsej¨® que desalojasen al chico de las instalaciones y le dejasen en la calle'. Tal 'consejo', apunta el juez, 'fue aceptado por los guardas', pues le sacaron hasta una boca del suburbano y le dejaron 'abandonado y a la intemperie'.
Lo encontr¨® un transe¨²nte
Quien s¨ª se preocup¨® por Javier y llam¨® al Samur fue un transe¨²nte que se top¨® con la agon¨ªa de Javier. Tras recibir los primeros servicios de auxilio, el Samur condujo al joven al hospital de La Princesa. En el parte m¨¦dico, el Samur indica: 'Se trata de una persona que parece ser enferma de sida'. No lo era, aunque la anorexia hab¨ªa machacado durante meses a Javier y su delgadez era patente. El vigilante Mu?oz, uno de los procesados, relat¨® ayer que poco despu¨¦s de estos hechos fue despedido de su empresa. Mu?oz elabor¨® un parte tras el suceso en el que justific¨® su actuaci¨®n en las instrucciones recibidas. 'Me dijeron que rectificase el parte porque pod¨ªa da?ar a Metro y a mi empresa; me negu¨¦ y me despidieron', afirm¨®. Mu?oz asegura que Prosesa contraviene la Ley de Seguridad Privada, ya que permite que alguien ajeno a ella d¨¦ ¨®rdenes a los vigilantes. 'Est¨¢bamos atados de pies y manos', se lamenta Mu?oz, con el pesar de quien no pudo evitar el tr¨¢gico final del joven.
El juez cree que hay un delito de omisi¨®n del deber de socorro, castigado en el C¨®digo Penal con una multa que puede oscilar entre los 3 y los 12 meses, y ha decidido que tanto los vigilantes como el responsable de seguridad sean enjuiciados por un jurado popular. Mientras se celebra el juicio, en la Audiencia de Madrid, los tres encausados deber¨¢n pagar una fianza global de 27 millones de pesetas. Si no la abonan, la orden del magistrado es que les sean embargados 'bienes suficientes' que la garanticen, o bien que Metro y Prosesa paguen ese dinero como responsables civiles subsidiarios.
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