Catalu?a, tierra de acogida
Ante todo quiero agradecer a los Reyes su presencia en la inauguraci¨®n de la exposici¨®n Catalu?a, tierra de acogida, que interpreto como una prueba de su consideraci¨®n hacia Catalu?a y hacia lo que Catalu?a representa. Como una prueba m¨¢s en una larga lista de gestos como ¨¦ste.
La operaci¨®n de contemplar Catalu?a como una tierra de acogida tiene una cierta complejidad. No puede hacerse simplemente considerando lo que ha sido la inmigraci¨®n del resto de Espa?a en el siglo XX, o la francesa en el XVI y el XVII. Ni puede hacerse tampoco s¨®lo desde la ¨®ptica de la imagen de Catalu?a. Porque por lo menos hay tres factores entrelazados: la incorporaci¨®n a la sociedad catalana de elementos diversos exteriores a Catalu?a, la proyecci¨®n de Catalu?a fuera de s¨ª misma -en la imagen y en la acci¨®n- y, la m¨¢s importante, aquello que hace que Catalu?a haya podido ser durante d¨¦cadas y siglos tierra de acogida, sin descomponerse y al propio tiempo portadora de un mensaje que la trasciende.
Tierra de acogida. No empezar¨¦ por lo m¨¢s pr¨®ximo, que es el resto de Espa?a. Empezar¨¦ lejos de aqu¨ª. Hace a?os, deseoso de hacer comprender a los catalanes la necesidad de ser un pa¨ªs abierto a influencias externas, positivas si se saben incorporar bien, escog¨ª la Universidad de Berkeley, en California, para lanzar un mensaje que encajaba bien con lo que California es y con lo que, en la medida de lo posible, queremos que sea Catalu?a: una Welcome society, una sociedad de bienvenida o de acogida. De acogida de gentes, de ideas, de t¨¦cnicas. Lo hemos intentado, y no nos ha ido mal.
Pero tierra de acogida, o de bienvenida, tambi¨¦n sobre todo de muchas personas del resto de Espa?a. Y creo que en este aspecto Catalu?a ha dado lo mejor de s¨ª misma. Catalu?a tiene sus defectos y sus virtudes, sus fracasos y sus m¨¦ritos colectivos. Uno de sus mayores ¨¦xitos como pa¨ªs es, sin duda, la forma como ha recibido y acogido a una tan ingente cantidad de gente for¨¢nea, sin perder su identidad, sin perder su cohesi¨®n, sin merma de la convivencia. Y ofreciendo a los venidos de fuera unas posibilidades de promoci¨®n muy grandes. Mantenimiento de la identidad y al propio tiempo defensa a ultranza de la convivencia. Creaci¨®n de una sociedad porosa, donde la promoci¨®n de todos sea posible. Y como resultado, un alto grado de integraci¨®n. Y otro resultado: una sociedad din¨¢mica, rejuvenecida, emprendedora.
Y ello ha sido as¨ª en condiciones a menudo muy dif¨ªciles para Catalu?a. Dif¨ªciles en ocasiones internamente. Y a veces tambi¨¦n por el contexto espa?ol. Dif¨ªciles sobre todo, precisamente, desde la perspectiva de mantener la propia identidad -frecuentemente perseguida y maltratada en sus elementos b¨¢sicos, desde la lengua a las instituciones- y mantener su paz social y su cohesi¨®n interna.
Haber conseguido esto es para los catalanes -para los seis millones de catalanes que somos- un gran motivo de orgullo. Otros pueblos nos superar¨¢n en much¨ªsimas cosas, pero pocos en haber sido capaces, en estas condiciones, de crear una sociedad como la nuestra. De progreso y de respeto. Integradora y convivencial. Y de paz. ?Ser¨¢ esto debidamente valorado?
Creo que en el haber de Catalu?a hay otros m¨¦ritos.
Uno de ellos, que aun siendo un pa¨ªs a menudo empujado a la defensa identitaria, no se ha encerrado en s¨ª mismo. A veces se nos tacha a los catalanes de ensimismamiento, pero en general lo cierto es que hemos procurado proyectarnos, trascendemos. En general, pero sobre todo en el marco espa?ol. Es cierto que a veces nuestras aportaciones y nuestros mensajes parece que no resultan adecuados a la mentalidad de buena parte de Espa?a y que ello puede producir una cierta incomunicaci¨®n, de responsabilidad probablemente compartida. Pero basta con leer el art¨ªculo de Javier Tusell en el libro de presentaci¨®n de esta exposici¨®n para ver que la aportaci¨®n catalana al quehacer espa?ol ha sido importante. Dif¨ªcil y controvertida a veces, pero importante. Y no la aportaci¨®n hecha desde una Catalu?a claudicante en su identidad, en su lengua, en su cultura y en su conciencia hist¨®rica, o claudicante en su proyecto pol¨ªtico propio y para el conjunto espa?ol, sino desde una Catalu?a con una voz propia y segura.
Fue, en palabras de Tusell, 'gracias en gran medida a la eclosi¨®n del nacionalismo' que se produjo una positiva evoluci¨®n pol¨ªtica primero en Catalu?a y luego en Espa?a, como dice otro ilustre historiador espa?ol Vicente Cacho Viu, que titul¨® su libro sobre este tema publicado en 1998 El nacionalismo catal¨¢n como factor de modernizaci¨®n (de Espa?a, seg¨²n se explica en el texto).
?Pero cu¨¢l es la imagen en el resto de Espa?a de esta Catalu?a que intenta a un mismo tiempo afirmarse y proyectarse? Tiene vacilaciones, pero es cierto que a menudo se produce -por lo menos en sectores importantes- incomunicaci¨®n, desconocimiento y recelo. Ya he dicho antes que supongo que la responsabilidad de que as¨ª sea es compartida. Y puesto que esto probablemente es compartido, bueno ser¨¢ que desde Catalu?a procuremos superarlo en la parte que nos corresponde. M¨¢xime cuando todas las encuestas coinciden en que la valoraci¨®n que hacen los no catalanes de Catalu?a es tanto mejor cuando mayor es su conocimiento de nuestro pa¨ªs. Y ¨¦sta es una de las justificaciones de la exposici¨®n Catalu?a, tierra de acogida.
Aunque bien es cierto que la mejor propaganda de Catalu?a no es la que pueda hacer el Gobierno de la Generalitat. Ni la citada exposici¨®n. Hace unos d¨ªas, dos j¨®venes cantantes catalanes de origen extreme?o, que forman un d¨²o que actualmente tiene mucho ¨¦xito, y que cantan en castellano, dec¨ªan textualmente que la mejor propaganda de Catalu?a la hacen los inmigrantes que en verano se reparten por Espa?a; nosotros nos sentimos catalanes'. Y as¨ª es. S¨®lo un reparo a su frase: creo que la palabra inmigrante aplicada a los ciudadanos catalanes de origen no catal¨¢n dej¨® de tener sentido hace ya tiempo. Tambi¨¦n dec¨ªan, textualmente, que 'Catalu?a es el mejor ejemplo de convivencia del mundo'. Y as¨ª es, afortunadamente. No s¨¦ si el mejor, pero s¨ª un buen ejemplo.
Esto no nos exime de hacer desde la Generalitat todo lo que est¨¦ a nuestro alcance. Y tampoco nos exime a las personalidades pol¨ªticas, acad¨¦micas, medi¨¢ticas, etc., del resto de Espa?a que puedan contribuir, si su concepto de Catalu?a es bueno, a dar de ella una imagen positiva. Porque lo que ellos digan pesa mucho m¨¢s ante la opini¨®n p¨²blica espa?ola que lo que puedan decir el Gobierno de la Generalitat o cualquiera de nosotros.
Hablo de tierra de acogida. Hablo de vocaci¨®n de proyecci¨®n, y a caballo de ambos temas, de la imagen de Catalu?a en Espa?a. El tercer aspecto a contemplar es contestar a la pregunta siguiente: qu¨¦ es lo que explica que Catalu?a haya podido ser durante d¨¦cadas y siglos tierra de acogida, sin descomponerse y manteniendo abiertas sus ventanas al exterior.
Pues m¨¢s all¨¢ de un aspecto a menudo fr¨¢gil y m¨¢s all¨¢ de sus limitaciones; m¨¢s all¨¢ de momentos de aparente eclipse y de errores hist¨®ricos, m¨¢s all¨¢ tambi¨¦n de los cambios profundos demogr¨¢ficos y sociales, m¨¢s all¨¢ de todo esto, Catalu?a tiene una personalidad fuerte. Ha habido en su historia suficientes periodos dif¨ªciles -y suficientemente largos- como para que desapareciese como lengua, como cultura y como pa¨ªs. En realidad, en m¨¢s de una ocasi¨®n pol¨ªticos, pensadores, historiadores, militares han hablado de Finis Cataloniae. El final de Catalu?a. Sin embargo seguimos aqu¨ª. Y seguiremos aqu¨ª mientras no aceptemos cambiar carreteras por identidad y mientras situemos alto nuestro ideal de pa¨ªs.
Seguimos aqu¨ª y no de cualquier forma. M¨¢s all¨¢ de coyunturas pol¨ªticas, seguimos aqu¨ª con el doble prop¨®sito de afirmaci¨®n de pa¨ªs y de voluntad de proyecci¨®n. Habiendo asumido todas las transformaciones que la historia pol¨ªtica, los cambios sociales, la evoluci¨®n de las ideas y la demograf¨ªa han introducido en nuestro cuerpo colectivo. Pues es cierto que las identidades var¨ªan. Pero s¨®lo pierden su sentido si dejan de ser ¨²tiles a las personas individual y colectivamente.
Seguimos aqu¨ª convencidos de que, m¨¢s all¨¢ de las coyunturas, Catalu?a est¨¢ en condiciones en los a?os venideros de jugar un papel importante y positivo. En beneficio propio y en beneficio del conjunto de Espa?a.
Quisi¨¦ramos que la exposici¨®n Catalu?a, tierra de acogida no diera solamente a conocer Catalu?a al resto de Espa?a en su realidad, sino tambi¨¦n en su sue?o y en su ambici¨®n. En su demanda y en su compromiso. En su demanda y en su compromiso.
Estoy seguro de que los Reyes captaron bien el sentido y el alcance de mi discurso. Y agradezco que su presencia diese realce y solemnidad, y sirviera de sello de autentificaci¨®n a esta demanda y a este compromiso.
Jordi Pujol es presidente de la Generalitat de Catalunya. Discurso pronunciado en el acto de la inauguraci¨®n de la exposici¨®n Catalunya, tierra de acogida. Centro Cultural Conde Duque. Madrid. 10 de mayo de 2001.
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