El final de una pesadilla
T¨¦llez disfruta en el Alav¨¦s tras a?os sumido en el fangal de la vida y el deporte
Detr¨¢s de la camiseta con el n¨²mero seis y la inscripci¨®n que dice ?scar T. hay un cuarto de siglo de miseria, dramas familiares, v¨ªa crucis deportivo y, finalmente, una reconstrucci¨®n tanto personal como profesional. T¨¦llez disfruta ahora del final de una pesadilla vital. Estren¨® internacionalidad con la selecci¨®n espa?ola en el ¨²ltimo amistoso contra Jap¨®n y ma?ana juega el partido m¨¢s importante de su vida, la final de la Copa de la UEFA.
Es uno de los pilares del Alav¨¦s. Y ante el Liverpool tiene encomendada la persecuci¨®n a los dos personajes m¨¢s peligrosos del equipo ingl¨¦s, Heskey y Owen. Si se ha consolidado como un imprescindible en la defensa de Man¨¦ es por su forma de jugar, contundente con el rival pero gr¨¢cil en el trato del bal¨®n, implacable pero noble, despiadado y a la vez sensible. Un car¨¢cter que se entiende mejor una vez conocida su historia, su largu¨ªsima historia.
Floro le exigi¨® bajar peso para subir al primer equipo; al final sufri¨® anorexia y tuvo que irse
?scar T¨¦llez naci¨® hace 26 a?os en los suburbios de Madrid, en Mejorada del Campo, en el seno de una familia humilde y que el transcurrir de los a?os ha terminado resquebrajando. ?l, primog¨¦nito, parec¨ªa desde peque?o bien dotado para el f¨²tbol y la familia no dud¨® en presentarlo a la campa?a del Real Madrid para captar talentos. Obtuvo una de las tres plazas ofertadas para el equipo infantil entre 5.000 aspirantes. All¨ª naci¨® el T¨¦llez futbolista.
Con los a?os, los T¨¦llez empezaron a ver en su hijo una v¨ªa de sacar a la familia de las penurias econ¨®micas, y a punto estuvo. Pero todo se torci¨®. Cuando el jugador pertenec¨ªa al equipo sub-19, Benito Floro le ofreci¨® la posibilidad de ingresar en el primer equipo. S¨®lo ten¨ªa que cumplir una condici¨®n: bajar peso. T¨¦llez tiene una morfolog¨ªa singular. Su anchura puede confundirse con obesidad, pero no. ?l es as¨ª. Y m¨¢s veloz de lo que aparenta. Ante tal oportunidad, se tom¨® la recomendaci¨®n a pecho. Tanto que sufri¨® un principio de anorexia. La enfermedad le cerr¨® las puertas del primer equipo y tambi¨¦n del filial.
T¨¦llez, como otros tantos deportistas, tuvo que empezar de cero. Encontr¨® un hueco en el Moscard¨®, en Tercera. Una oportunidad que apenas ten¨ªa traducci¨®n en lo econ¨®mico, asunto primordial porque para entonces el sustento de la familia (sus padres y su hermano menor) reca¨ªa sobre ¨¦l. Llegaron los problemas. Su padre sufri¨® una enfermedad por la que le amputaron las piernas, dej¨® de aportar su sueldo y, tras m¨²ltiples incidentes, termin¨® abandonando el hogar. He ah¨ª una explicaci¨®n del porqu¨¦ de ?scar T. en el dorso de la camiseta. Hace a?os que no tienen relaci¨®n padre e hijo.
'Estuve a punto de dejar el f¨²tbol', asegura. 'No cobraba mucho y ten¨ªa que trabajar para llevar el dinero a casa. Estuvieron a punto de embargarnos. Pero mi madre no me permiti¨® que lo dejara. Me dijo: 'Tienes que seguir pase lo que pase'. Y sigui¨®. Se mud¨® al Aranjuez, un pelda?o superior, hasta que lleg¨® una oferta sustanciosa del Pontevedra, en Segunda B. 'All¨ª v¨ª el lado oscuro del f¨²tbol', recuerda. El club gallego le pagaba su sueldo de forma intermitente -'un mes s¨ª, dos no'- y T¨¦llez busc¨® la primera oportunidad que tuvo para irse lejos. Le fich¨® el Alav¨¦s en verano de 1997, entonces en Segunda, a pesar de que le supuso al jugador una querella del Pontevedra por incumplir el contrato. Su caso acab¨® en los tribunales y el juez oblig¨® al futbolista a pagar 12 millones.
En Vitoria levant¨® cabeza por primera vez en su carrera. Particip¨® en el ascenso a Primera y su zurda llam¨® la atenci¨®n al Valencia. De golpe, se le present¨® la posibilidad de salir de la pesadilla y resolver todos sus problemas econ¨®micos. ?l no lo niega: 'Se juega por dinero, y el que diga lo contrario miente'. El t¨®pico, sin embargo, tiene raz¨®n y el talonario no significa la felicidad autom¨¢tica. T¨¦llez no triunf¨®, m¨¢s bien pas¨® de puntillas por Mestalla, y termin¨® cedido en el Villarreal.
Para eso, el defensa prefer¨ªa la seguridad de su antigua casa, Mendizorroza, donde vive a gusto con sus dos pitbull, a los que aprecia tanto que se los ha tatuado en sus brazos. En Vitoria le acogieron de nuevo en la temporada pasada. Desde entonces cuenta cada a?o por ¨¦xitos. Su primer gran paso lleg¨® con la convocatoria de Camacho, pero en su primer intento se qued¨® con las ganas. Esper¨® el cambio en la banda en el amistoso contra Francia y cuando iba a debutar el ¨¢rbitro se?al¨® el final. Frente a Jap¨®n pudo quitarse el desencanto. Ma?ana tiene otra gran cita, siempre con la idea de prosperar en el f¨²tbol y, qui¨¦n sabe, de volver a probarse en un equipo grande.
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