Ram¨®n y Cajal
Los afanes y gastos exigidos por la creaci¨®n y sostenimiento de una familia, en contraste con las mezquinas retribuciones con que el Estado sufraga la funci¨®n docente, constituyen, seg¨²n es harto sabido, otra de las razones alegadas por muchos de nuestros profesores para desertar del laboratorio'. Son palabras de Santiago Ram¨®n y Cajal en su libro Los t¨®nicos de la voluntad, escrito en 1897. Contribuir a remediar esta situaci¨®n m¨¢s de un siglo despu¨¦s parece ser uno de los objetivos de una de las convocatorias publicadas recientemente: la del Programa Santiago Ram¨®n y Cajal, para el que se dispone de 800 contratos de una duraci¨®n de cinco a?os, comenzando en el a?o 2001.
De hecho, ¨¦sta no es la ¨²nica de las convocatorias relacionadas con la investigaci¨®n publicadas en las ¨²ltimas semanas. Primero fue la convocatoria de programas Profit, para los que se anuncian financiaciones de decenas de millardos de pesetas. Sigue el Programa Ram¨®n y Cajal y se anuncian acciones de Gen¨®mica que han sido esperadas durante a?os. Que haya dinero para proyectos de investigaci¨®n y que se presenten nuevas modalidades de contrataci¨®n es algo que no puede menos que alegrar a cualquier interesado en la ciencia en Espa?a. Que los contratos sean por fin de cinco a?os es algo que se espera desde hace por lo menos ocho, cuando la idea fue considerada como una de las posibles v¨ªas para entrar en la carrera cient¨ªfica. Que el sistema sea agitado con propuestas que obliguen en cierta manera a huir de la endogamia y favorezcan la movilidad es algo positivo. Sin embargo, se advierte inquietud entre los investigadores. ?sta puede tener varias razones.
Una de ellas es que no parece que estas nuevas iniciativas se hagan con fondos espec¨ªficos, sino que se trata de redistribuir fondos ya existentes. Por ejemplo, parece que los contratos de cinco a?os sustituyen a los contratos de tres a?os existentes hasta el momento, y en realidad estos dos tipos de contratos pueden interesar a colectivos distintos. Los nuevos contratos parecen implicar la petici¨®n de proyectos, lo que, en general, da lugar al inicio de grupos nuevos, no a la consolidaci¨®n de los ya existentes, y probablemente las dos cosas sean necesarias. Ello quiere decir tambi¨¦n que los 800 nuevos contratados van a presentar sus solicitudes a las pr¨®ximas convocatorias, lo que implica o m¨¢s dinero (a una media de cinco millones por proyecto significan 4. 000 millones anuales por lo menos) o que muchos grupos se queden sin financiaci¨®n. Probablemente, sin dinero nuevo, estas iniciativas pueden tener un alcance muy limitado o crear tensiones innecesarias.
Otro motivo de inquietud es que tanto el Programa Ram¨®n y Cajal como la apertura del Programa Profit a organismos p¨²blicos producen unos retos que deber¨ªan obligar a las instituciones a nuevas actitudes en cuestiones de programaci¨®n de sus inversiones y su personal. Ello quiere decir una agitaci¨®n que puede ser saludable, pero que en un sistema que sigue siendo muy d¨¦bil puede ser letal si al mismo tiempo no se construye un nuevo modelo. Por tanto, parece conveniente que estas iniciativas se den en un marco en el que los diferentes actores del sistema de investigaci¨®n se puedan orientar.
Nuestro sistema necesita de nuevas iniciativas y de reformas en profundidad, pero tambi¨¦n de coherencia y sosiego. La investigaci¨®n cient¨ªfica necesita que sus actores se concentren en el trabajo, como dec¨ªa don Santiago: 'La brevedad de las horas de trabajo, la conversaci¨®n y el bullicio continuos, el ir y venir de alumnos y ayudantes, la lucha por la posesi¨®n de los instrumentos anal¨ªticos y otras molestias anejas a los laboratorios universitarios, adem¨¢s de implicar p¨¦rdida de tiempo, producen una despolarizaci¨®n de la atenci¨®n, nada favorable a la pesquisa cient¨ªfica'.
Pere Puigdom¨¨nech es investigador del CSIC.
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