'Ofrezco un nuevo compromiso por la paz a los colombianos'
Mucha gente opina en Bogot¨¢, unos con entusiasmo, otros con resignaci¨®n, que Horacio Serpa Uribe va a ser el pr¨®ximo presidente colombiano. A los 57 a?os, el doctor Serpa se juega su segunda y puede que ¨²ltima oportunidad, la de un pol¨ªtico de pol¨ªticos, que no ha hecho otra cosa en su vida que la pol¨ªtica, y, esta vez, probablemente contra Noem¨ª San¨ªn, ex conservadora, hoy independiente, y ?lvaro Uribe, todav¨ªa liberal, hoy disidente.
Y, como ya hizo este ¨²ltimo en noviembre pasado y har¨¢ pronto, sin duda, la candidata San¨ªn, Horacio Serpa hace campa?a en Madrid, donde va a asistir a un seminario, pero, sobre todo, ahora que el factor internacional pesa ya seriamente en el conflicto colombiano y en contra de las FARC, 'que ya no tienen apoyo ideol¨®gico en ninguna parte', para darse a conocer. En Bogot¨¢ se piensa seriamente que a Europa se entra por Madrid.
El candidato Serpa puede que no, pero Horacio Serpa est¨¢ cansado; quiz¨¢ s¨®lo del viaje que ayer por la ma?ana le deposit¨® en Barajas, pero, a lo peor, tambi¨¦n de esta pugna inacabable que es el triple combate contra la subversi¨®n, el narco y los paramilitares, a los que el Ej¨¦rcito no inquieta mientras causan igual o mayor mortandad y destrucci¨®n que los insurrectos.
'Hay una frustraci¨®n. Mucha gente que era luchadora ahora como que se ha entregado y apuesta a que hay un destino mejor en otro pa¨ªs'. Alude a la inmigraci¨®n, de la que a Espa?a toca una buena porci¨®n, pese a la reciente imposici¨®n de visado. Pero ¨¦l no se ha rendido, como demuestra que siga aspirando a uno de los cargos menos envidiables del planeta. Por ello -nobleza, sin duda, pero optimismo tambi¨¦n, obliga- afirma con convicci¨®n casi milagrosa que en su mandato es 'capaz de poner fin a la guerra'.
Su discurso, sin embargo, no es tan expl¨ªcito como quiz¨¢ exigir¨ªa la promesa. 'Ofrezco un nuevo compromiso social a la ciudadan¨ªa, sobre la base de paz y orden p¨²blico; reforma econ¨®mica y recuperaci¨®n social'. Serpa tiene la audacia de declararse socialdem¨®crata en un pa¨ªs todav¨ªa fuertemente olig¨¢rquico, y afirma que su partido, una hist¨®rica coalici¨®n, o mejor, amalgama de laicismo, clientelismo y tribalismo, se est¨¢ convirtiendo, de su mano, en socialdem¨®crata.
El candidato, que en marzo de 2000 afirmaba a EL PA?S que no hab¨ªa raz¨®n para creer que las FARC quisieran la paz, reconoce que al cabo de dos a?os de negociaciones de sal¨®n, pero con atroces matanzas campesinas, el proceso que dirige el presidente conservador Andr¨¦s Pastrana 'no ha avanzado nada'.
?Y ¨¦l que har¨ªa si fuera presidente? 'Si la guerrilla de aqu¨ª a mayo de 2002 -la fecha electoral- ha dado muestras de querer negociar, seguiremos con el proceso; si no, habr¨¢ que recorrer el camino de la fuerza, aunque siempre dentro del Estado de derecho'. Eso significa que Serpa se compromete formalmente a que el Ej¨¦rcito persiga tanto a la guerrilla como a los paramilitares, 'porque son igual de asesinos, de delincuentes y de b¨¢rbaros'.
Una fuerza que apenas tiene 35.000 hombres en situaci¨®n de combatir deber¨ªa enfrentarse entonces a no menos de 25.000 guerrilleros y casi 10.000 paramilitares, pero Horacio Serpa, bigote algo m¨¢s c¨®ncavo -puede que de tan largo vuelo- que hace un a?o, no se deja arrastrar a decir que dar¨ªa m¨¢s medios al Ej¨¦rcito, porque el acento de su presidencia ha de ser 'social': obras p¨²blicas, inversi¨®n del Estado que cree empleo mientras la situaci¨®n del pa¨ªs siga alejando a la inversi¨®n privada'.
Sus objetivos son radicales, pero sus palabras parece que quieran adormecer cualquier inquietud de que ¨¦l sea un radical. Considera totalmente resueltas sus diferencias con Washington, que proceden de su asociaci¨®n con el anterior presidente Ernesto Samper, al que Washington retir¨® el visado acus¨¢ndolo de connivencia con el narcotr¨¢fico; acepta el Plan Colombia, que no es sino un intento de ponerle una dentadura nueva de helic¨®pteros norteamericanos al Ej¨¦rcito, pero subrayar¨ªa 'los aspectos sociales del plan', los que, de momento, no han sido presentados; har¨¢ la paz, pero admite que los pa¨ªses lim¨ªtrofes, Per¨² y Ecuador notablemente, 'tienen motivo para la preocupaci¨®n de que la presi¨®n militar' haga que la guerrilla traslade sus campamentos a esos nuevos santuarios y lo haga 'llev¨¢ndose consigo el cultivo de coca' -del que tan ricamente viven-; promete hacer la paz 'persuadiendo a la subversi¨®n de que no puede ganar' y de que es posible por medio de la negociaci¨®n 'reformar el Estado'.
El candidato, que pide una 'veedur¨ªa internacional [observadores] de naciones amigas -Espa?a, la primera- para impedir que las FARC determinen el voto', se debate entre su obvio conocimiento de las dificultades de todo lo que seguramente no le queda m¨¢s remedio que prometer y el tono inevitablemente gen¨¦rico de las soluciones que cabe proponer: 'M¨¢s gasto p¨²blico, mayores medios coercitivos para el combate, un nuevo compromiso para la paz de los colombianos'.
Si Noem¨ª San¨ªn no sale elegida, uno se la imagina f¨¢cilmente entregada a la obra social, anfitriona de sus salones, dispuesta a luchar, apenas pasada la cincuentena, por una nueva oportunidad; si el derechista Uribe V¨¦lez queda descolgado, aunque tambi¨¦n es un pol¨ªtico profesional, se dir¨ªa que podr¨ªa ubicarse en la universidad, colombiana o extranjera; pero con Serpa es dif¨ªcil imaginar la existencia de cuarteles de invierno. Despu¨¦s de la pol¨ªtica, ?qu¨¦? Siempre Horacio Serpa.
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