Dos soles
Es Almer¨ªa ciudad antigua y cargada de historia pero poco conocida. La Abayyana-Almarilla de los ¨¢rabes fue lugar de paso de muchos pueblos: fenicios, griegos, cartagineses, romanos. Pero es sin duda la presencia ¨¢rabe la que marc¨® su futuro.
Los musulmanes dominaron la ciudad durante casi 800 a?os, con el intermedio de los dos lustros en que rein¨® Alfonso VI (entre 1147 y 1157) y en sus manos vivi¨® siglos de esplendor, hasta que fue retomada por las tropas cristianas, el 26 de enero de 1489. L¨®gicamente, en Almer¨ªa sucedi¨® lo mismo que en todo el islam espa?ol, desde Navarra hasta C¨¢diz: las mezquitas devinieron en iglesias y los nuevos pobladores fueron arrinconando a los antiguos hasta conseguir su expulsi¨®n reinando Felipe II. As¨ª se liquid¨® definitivamente el conflicto de los moriscos.
El prelado mand¨® construir esta catedral fortaleza para guardarse de los ataques de corsarios y piratas turcos y berberiscos
Es precisamente junto a la Catedral donde se encuentra la plaza de Bendicho. No es mala idea, para acceder a ella, salir desde la Puerta de Purchena, actual coraz¨®n del centro urbano. El paseo sigue por Tenor Iribarne y la Plaza de P¨¦rez Vives, donde se encuentran los aljibes ¨¢rabes construidos en el siglo XI con el evidente fin de proveer de agua a los almerienses, sobre todo en los tiempos de asedio o sequ¨ªas. Ahora se pueden visitar pero es conveniente ir algo abrigados; arcos y muros de ladrillos, suelo enlosetado, junto con una iluminaci¨®n suficiente pero algo mortecina, hacen que se pueda fantasear y hasta ver mentalmente el agua almacenada.
En las Tiendas, la fachada del Templo de Santiago es digna de verse. Iglesia de una sola nave renacentista, fechada en el siglo XVI en cuya portada figura Santiago Matamoros montado a caballo, armado y liquidando enemigos.
La cercana Plaza de San Pedro acoge la Iglesia del mismo nombre, un antiguo convento franciscano, construido por orden de Isabel y Fernando. Fue destruido en 1790, durante un terremoto de los muchos que ha sufrido la comarca, y reconstruido en 1800.
La Calle Real fue la arteria principal de la ciudad desde el siglo XI hasta la mitad del XIX y todav¨ªa es la m¨¢s importante del casco antiguo. Ha recibido distintos nombres: calle de las Tiendas-Parque, calle del Mar para los castellanos, calle de la C¨¢rcel y ahora, otra vez, Real.
Cruz¨¢ndola se llega a la plaza de la Catedral, amplia explanada adornada con 24 palmeras y sin un solo banco donde reposar. Para eso, aquel que est¨¦ fatigado, puede usar el borde de uno de los raqu¨ªticos arriates que hay al fondo. Desde tan inc¨®modo asiento se ve a un lado el Palacio Episcopal y al otro uno de las Puertas del templo metropolitano.
Este edificio, a la par religioso y militar fue proyectado por el arquitecto Diego de Silo¨¦ seg¨²n las ¨®rdenes del obispo Diego Fern¨¢ndez Villal¨¢n, preocupado tanto por la salud espiritual de sus feligreses como de la integridad f¨ªsica de los mismos. El prelado mand¨® construir la catedral fortaleza, almenada, de s¨®lida piedra con contrafuertes y troneras, para guardarse de los ataques de corsarios y piratas turcos y berberiscos, sin olvidar las incursiones europeas. Franceses, ingleses e incluso holandeses hac¨ªan frecuentes visitas a la ciudad y sus alrededores. Dentro del singular edificio se puede admirar el g¨®tico de sus naves centrales y laterales, la hermosa siller¨ªa en madera de nogal del coro firmada por Juan de Orea y una serie de pinturas representando distintas etapas de la vida de la Virgen Mar¨ªa, del siglo XVIII.
En la zona posterior del edificio est¨¢ la plaza de Bendicho, junto a la plaza del Jes¨²s Cautivo de Jerusal¨¦n, peque?a como peque?o es el olivo, casi un bons¨¢i, que la adorna. Digna es de admirar la fachada neocl¨¢sica de la antigua Casa de los Puche, ahora ocupada por una dependencia de turismo de la Diputaci¨®n.
Aparte de informaci¨®n, brindan al visitante exposiciones sobre temas diversos, preferentemente marineros. El lugar cuenta con un jardincillo con palmas y arbustos, dos a?osas y florecidas jacarandas. Adem¨¢s, el busto dedicado a la poetisa Celia Vi?as, que junto con el escultor y pintor Perceval, fundador del movimiento indaliano, es una de las figuras m¨¢s representativas de la inquietud cultural almeriense del siglo XX.
Junto al restaurado palacio, una casa-hermandad renacentista de ruinosa apariencia, con los nobles portones de madera un tanto desplomados y rejas de forja en el piso superior. Tambi¨¦n dos construcciones del siglo XIX: la antigua Casa de la M¨²sica y una fachada de la misma ¨¦poca que cubre un solar desierto.
El lugar, tranquilo, fresco, sedante permite imaginar el paso de los carruajes, frailes, can¨®nigos catedralicios. Cosas y personajes de otros tiempos, como del pasado es el Sol de Portocarrero, astro rey con cara humana y m¨²ltiples rayos, labrado en el lateral de la Catedral por mandato del obispo de ese nombre. Recuerda a una figura del tarot, esa baraja con la que los adivinos y brujas pretenden leernos el futuro.
El turista puede detenerse en la que probablemente sea la tasca m¨¢s antigua de la ciudad, Casa Puga, situada en la esquina de Jovellanos con Lope de Vega. Si no es la m¨¢s vetusta, si ser¨¢ la verdaderamente democr¨¢tica. 'Aqu¨ª', dice Leo Puga, 'acuden tambi¨¦n turistas, pero principalmente vienen los amigos. Por eso en marzo o abril nos juntamos entre 40 y 50 y vamos a buscar vino para todo el a?o en la zona de Albu?ol. Cuando llegamos se van probando las distintas bodegas y al final, por votaci¨®n, se escoge el que m¨¢s nos ha gustado. Compro 1.000 arrobas y a casita. Claro que cada cual llega de aquella manera. Pero con esto ya no tienen derecho a quejarse'.
A eso se le llama tener vista, como la que tuvo uno que pidi¨® un bocadillo y un vaso de vino en este establecimiento y que a la hora de pagar las 400 pesetas de la ¨¦poca, dej¨® sobre la barra un billete de 20 duros. Cuando Leo dijo: '?Y las otras 300?', el cliente respondi¨®: '?stas te las voy a dar ahora, si me coges' y sali¨® corriendo.
En el bar, a cargo de la familia desde hace m¨¢s de 90 a?os y cuya primera referencia se remonta a 1864 han bebido el omnipresente Antonio Gala, Morante de la Puebla, Paco Rabal, Angela Molina y Alain Delon. Y seguro que habr¨¢n degustado gambas rebozadas, sepia acaracolada, ali?os y los guisos de la casa.
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