Miami
Los valencianos no tenemos una vida f¨¢cil. Por un lado padecemos la tentaci¨®n de sentirnos v¨ªctimas de nuestras propias contradicciones y por otro, de una conspiraci¨®n banal. En el reino de los negocios no hay excusas. Se gana dinero y se obtienen los resultados deseados o hay que cambiar de procedimiento y de protagonistas. Resulta duro, pero en este terreno, en el que la competencia no perdona, no hay m¨¢s cera que la que arde. Es muy importante que se hable de nosotros aunque sea mal y el silencio en este mundo de la notoriedad territorial cuesta caro. En Espa?a, desde hace tiempo, se habla desde Madrid y desde Barcelona ante todo. Se oye tambi¨¦n el fragor del Pa¨ªs Vasco y sus resonancias han hecho cambiar el panorama pol¨ªtico en tan s¨®lo unos d¨ªas. Galicia cuenta para algunos casos y Andaluc¨ªa sigue reafirmando que el sur existe. En Barcelona han celebrado un torneo de sal¨®n entre Alberto Ruiz Gallard¨®n, presidente de la Comunidad de Madrid y Pasqual Maragall, aspirante del PSC a la Generalitat. Ambos dijeron muchas cosas sobre Madrid y Barcelona. La idea m¨¢s curiosa es la propuesta de Maragall para que ambas capitales se al¨ªen con el prop¨®sito de impedir que Miami se convierta en la capital hispana del mundo. Sorprendente propuesta, cuando Jordi Pujol se ha ido a Madrid a inaugurar su exposici¨®n sobre 'Catalu?a, tierra de acogida', en presencia de los reyes de Espa?a y con un discurso que ha merecido los elogios del p¨²blico y la cr¨ªtica, por su contenido y por su nivel de hombre de Estado. Los valencianos entendemos poco de estas piruetas, pero sabemos que en el terreno econ¨®mico y en el pol¨ªtico se ha de pesar en Madrid y no queda m¨¢s remedio que ser considerado en Barcelona. Por su parte, el Pa¨ªs Vasco ha hablado con rotundidad y ha dejado clara la voluntad de su mayor¨ªa. Se han ca¨ªdo unos cuantos sombrajos que pretend¨ªan consolidarse sobre la ignorancia de lo que quieren. Los vascos desean que las acciones de gobierno se generen en casa y que defiendan sus intereses que, por otra parte, son muchos y sustanciosos. Los valencianos sentimos el hierro cuando se nos ningunea. Por referirnos a asuntos concretos, la Bolsa de Valencia ha dirimido una crisis con v¨ªctimas, en la que las decisiones se tomaban desde Madrid. Es posible que la Bolsa no interese demasiado a los empresarios valencianos, pero para ir de comparsa es mejor cerrarla. El puerto de Valencia, necesita y reclama desde hace quince a?os un acceso por el norte, para ser normal y competitivo, mientras se queda peque?o sin que se conozca un proyecto real de ampliaci¨®n. El puerto de Barcelona tiene previstas inversiones de 65.000 millones de pesetas, de las cuales la mitad ser¨¢ financiada con subvenciones europeas, conseguidas con el apoyo de la Generalitat y todas las facilidades del gobierno espa?ol. En Barcelona radica la competencia m¨¢s seria al Puerto de Valencia en la captaci¨®n de l¨ªneas interoce¨¢nicas, mercanc¨ªas y cruceros internacionales. Nos hacen falta proyectos, l¨ªderes, planes, programas, realidades e imaginaci¨®n. La ambici¨®n en estos casos es imprescindible, para que, sin botar el charco ni medirnos con Miami, podamos afrontar el pr¨®ximo decenio, sin perder la compostura. Con ser metr¨®poli del Mediterr¨¢neo nos conformamos.
Xavier Ribera es periodista.
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