Objetores escolares
Transcurridos ya varios a?os desde la implantaci¨®n de la LOGSE, no nos puede dejar indiferentes ni abatidos a los profesionales de la Ense?anza Secundaria ver c¨®mo una parte de los j¨®venes, a partir de los 13 ¨® 14 a?os, se muestran reacios ante la actual oferta educativa del segundo ciclo; a menudo, rebeldes, insolentes e incluso violentos ante los profesores y, en definitiva, abandonados a su suerte porque acaban sin el t¨ªtulo y en la calle m¨¢s tarde o m¨¢s temprano.
Que la educaci¨®n de una sociedad es su mayor activo de futuro y que, por ello, haber aumentado la edad de escolarizaci¨®n hasta los 16 es un logro irrenunciable no nos cabe la menor duda. Que se integren los alumnos en la comunidad educativa, aprendiendo a aceptar la diversidad de las personas, buscando desarrollar su solidaridad y su participaci¨®n es, adem¨¢s, encomiable. Que a cada alumno se le pueda atender seg¨²n sus capacidades y motivaciones ser¨ªa prioritario. Sin embargo, la realidad es tozuda. Estos prop¨®sitos que en el plano te¨®rico los suscribir¨ªamos todos, en la pr¨¢ctica produce unos resultados nefastos si se aplica de manera obcecada la comprensividad en el proceso educativo y la atenci¨®n a la diversidad con los limitados recursos del actual sistema.
Una parte del alumnado llega a la Secundaria con serias dificultades para el aprendizaje. El escaso dominio de conceptos b¨¢sicos, el deficiente desarrollo de sus capacidades procedimentales que aumentan conforme pasan de nivel, el paso a la adolescencia que da rienda suelta a la rebeld¨ªa, generan un tipo de alumno entre 13 y 16 a?os con una fuerte desmotivaci¨®n y una absoluta indiferencia por la oferta educativa. Es el objetor escolar de este sistema. De hecho, unos alumnos comienzan a abandonar los institutos, en el mejor de los casos para trabajar ilegalmente, en el peor para vagar por las calles; otros permanecen en los centros creando constantes problemas de disciplina y perjudicando muy seriamente el desarrollo de la actividad docente. Manifiestan abiertamente que no quieren estar en los institutos, las normas de convivencia no las respetan e impiden que los profesores puedan atender en unas m¨ªnimas condiciones de dignidad tanto personal como profesional a los compa?eros que s¨ª quieren aprender.
Y es aqu¨ª donde el principio de la comprensividad se nos vuelve del rev¨¦s y los discriminados ahora, porque no se les puede atender correctamente, son aquellos que manifiestan inter¨¦s y dedicaci¨®n por el estudio.
Reconocer este hecho no significa entender que la LOGSE ha fracasado, sino que es manifiestamente mejorable. En el segundo ciclo de la Secundaria la oferta educativa actual deja pr¨¢cticamente fuera del sistema a un importante n¨²mero de j¨®venes, aunque asistan a los centros. Ofrezc¨¢mosles a estos alumnos talleres orientados a labores profesionales (semejantes a los Programas de Garant¨ªa Social) que les cree alguna perspectiva sociolaboral. La actual situaci¨®n los condena a una marginaci¨®n a¨²n mayor.
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