De las ciudades andaluzas y de su gobierno
En los ¨²ltimos meses han aparecido, con mayor o menor amplitud, en declaraciones y art¨ªculos de opini¨®n, cuestiones relacionadas con las ciudades andaluzas. Algunas de ellas son bien conocidas: el tratamiento de las denominadas grandes ciudades, el estatuto de capitalidad, la comarcalizaci¨®n... La mayor parte de las veces son intervenciones m¨¢s nominalistas que de contenido esclarecedor, y en algunos casos, utilizadas para adornar unos determinados intereses m¨¢s que para aportar algo a un necesario debate. M¨¢s all¨¢ de esas intervenciones, hablar de las ciudades andaluzas y de su gobierno, es decir, los 770 ayuntamientos, las 8 diputaciones m¨¢s otros tantos entes -mancomunidades, consorcios, organismos administrativos y empresas p¨²blicas locales-, que configuran el sector p¨²blico local en Andaluc¨ªa, puede dar pie a un debate que, en el actual contexto social y econ¨®mico, no puede reducirse a cuestiones de inter¨¦s puntual.
Quiz¨¢s sea bueno introducir elementos de an¨¢lisis que permitan situar los diferentes matices que el tema tiene. Sobre todo, para que sean los propios ciudadanos quienes conozcan las claves del mismo y no se siga planteando en t¨¦rminos que, posiblemente, no sean de su inter¨¦s. Para empezar, hay que decir que dado que el mapa municipal andaluz es desigual en tama?o, localizaci¨®n y condiciones de gesti¨®n, habr¨ªa que reconocer que las realidades ciudadanas son desiguales. Pero hay problemas comunes. De este modo podr¨ªa entenderse c¨®mo muchos responsables locales andaluces miran con preocupaci¨®n cuando se habla de las reivindicaciones de las grandes ciudades. Expresi¨®n ¨¦sta que, por otra parte, habr¨ªa que relativizar, para no parecer soberbios, dados el contexto europeo y el sistema de ciudades de la globalizaci¨®n en los que nos movemos.
En igual sentido, pero mirando a los peque?os municipios, habr¨ªa que decir que los costes de prestaci¨®n de los servicios p¨²blicos locales, trufados las m¨¢s de las veces con bajas capacidades fiscales, hacen cada vez m¨¢s dif¨ªcil mantener el necesario equilibrio presupuestario, y, por tanto, sugieren la recomendaci¨®n de una prestaci¨®n supramunicipal de dichos servicios.
Tanto para unos como para otros parece razonable apostar por un sistema de apoyos y de solidaridad entre los territorios, y recomendable que introduzcamos cualquier debate por este punto de partida. Igualmente, ser¨ªa bueno reconocer algo que los ciudadanos viven d¨ªa a d¨ªa: el modelo de administraci¨®n local que se establece en la d¨¦cada de los ochenta hace aguas. Lo hace en t¨¦rminos de la prestaci¨®n de los servicios -con excepciones, que existen-, ya que el nivel de infraestructuras y equipamientos b¨¢sicos municipales est¨¢ cubierto- y los problemas comienzan cuando los ciudadanos comienzan a demandar otras cosas para las que no se adecu¨® el sistema de ingresos de la Administraci¨®n Local.
As¨ª, hablar hoy de gobiernos locales que trabajen en desarrollo local, que se preocupen por la sostenibilidad medioambiental, que hagan planificaci¨®n estrat¨¦gica, no es nada extra?o. Pero para eso no estaba pensado el modelo. Bien lo saben ya muchos alcaldes, que comienzan a necesitar nuevos horizontes de validaci¨®n electoral, porque aqu¨¦llos con los que resultaron elegidos comienzan a girar cada vez m¨¢s hacia una diferente gesti¨®n de los asuntos ciudadanos. Este proceso se complica por la aparici¨®n de una serie de anuncios desde Madrid -supresi¨®n del Impuesto de Actividades Econ¨®micas, anteproyecto de Ley de Estabilidad de Presupuestaria, borrador de Ley de Grandes Ciudades- que invitan a pensar que se pretende un modelo de administraci¨®n local ce?ido exclusivamente a la prestaci¨®n de servicios y con ello la quiebra del modelo de cooperaci¨®n de los gobiernos regionales con sus ciudades.
En este contexto podemos introducir en el debate nuevas cuestiones, pero, seguramente, ninguna de ellas responda en la actualidad ni a las preocupaciones de los responsables de los gobiernos locales ni al inter¨¦s de los ciudadanos. A estas alturas de la historia reciente de los ayuntamientos hemos aprendido bastante acerca de lo que unos y otros entienden por gobernabilidad local: ciertamente hay que garantizar los recursos, b¨¢sicamente presupuestarios, pero muchos reconocen que se necesita un nuevo liderazgo de la comunidad, basado en otros objetivos, y sin el cual poco puede hacerse para gobernar las ciudades. Seguramente faltan nuevos instrumentos, tanto hacia dentro -para afrontar nuevas pol¨ªticas p¨²blicas- como hacia fuera -para organizar mejor la cooperaci¨®n entre los territorios, sin que esto suponga pintar m¨¢s l¨ªneas en el mapa andaluz-. Por eso, quiz¨¢ sea bueno recordar, como punto de partida para entender las singularidades, que los asuntos de las ciudades tienen un nivel de preocupaci¨®n com¨²n.
Alfonso Yerga Cobos es director general de Administraci¨®n Local de la Consejer¨ªa de Gobernaci¨®n.
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