El Misteri

El Misteri d'Elx ha sido declarado Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad. Nada m¨¢s justo ni cabal. Los eruditos podr¨¢n alegar que ya era Monumento Art¨ªstico Nacional desde que as¨ª lo decret¨® la Segunda Rep¨²blica en 1933. Sin embargo, entre esta efem¨¦ride y el referido reconocimiento por parte de la Unesco -por no evocar los siglos en que La Festa era un desconocido episodio local-, este singular drama sacro-l¨ªrico ha tenido que sobrevivir duros tiempos de desidia e ignorancia. Que ahora haya alcanzado esta convalidaci¨®n universal se debe, como oportunamente se subraya estos d¨ªas, al tes¨®n del pueblo ilicitano as¨ª como al colectivo de patricios y actores que lo han preservado, a menudo sin otros recursos que su orgullo, apego a la tradici¨®n y amor por lo propio, que sab¨ªan o intu¨ªan como un bien art¨ªstico excepcional.

Algunos de esos riesgos percibi¨® Joan Fuster cuando, en 1955, a ra¨ªz de su primer encuentro con El Misteri, anotaba en su dietario la transformaci¨®n que se estaba operando en la ciudad de las palmeras debido a la presi¨®n inmigratoria. '... per cada il.licit¨¤ caldria supossar-hi deu 'xurros'. No ser¨ªan tantos por aquellas calendas, pero ya se adivinaba el encogimiento en el uso social de la lengua aut¨®ctona, acechada por la invasora, apuntillada por la incuria oficial y alejamiento del sistema docente. S¨®lo dos a?os despu¨¦s, el referido escritor se interrogaba acerca del peligro que para La Festa comportaban los cambios que decantaba el dinamismo econ¨®mico de la ciudad y celebraba que todav¨ªa se iban afrontando sin menoscabo.

Al margen de los factores que hayan concurrido en la sobrevivencia de La Festa, as¨ª como a su proyecci¨®n, resulta obvio que, adem¨¢s de la voluntad popular, ya citada, hay que recordar otras contribuciones personales e incluso institucionales m¨¢s recientes. A este prop¨®sito, ya es cl¨¢sica -y debida- la cita de quienes han sido sus principales valedores intelectuales, con Eugeni D'Ors a la cabeza y un flor¨®n de lumbreras, entre las que figuran Jos¨¦ Mar¨ªa Pem¨¢n, Federico Sope?a o Mart¨ª de Riquer, entre otros, aunque no demasiados. Entre los valencianos no se puede soslayar a Manuel Sanchis Guarner, Vicent Andr¨¦s Estell¨¦s y el referido Fuster, aut¨¦nticos propagandistas en el marco del Pa¨ªs Valenciano y cuando para el cap i casal Elche era una villa remota del sur y del Misteri apenas si se ten¨ªa noticia.

Pero en este cap¨ªtulo de reconocimientos -que el Ayuntamiento ilicitano debiera elaborar un d¨ªa- no puede faltar la orla de fot¨®grafos que han exprimido la riqueza pl¨¢stica de la representaci¨®n, desvel¨¢ndonos sus aspectos m¨¢s ins¨®litos. Tengo para m¨ª que al frente de todos ellos, por dedicaci¨®n, talento y generosidad ha de constar Andreu Castillejos, en cuyas colecciones gr¨¢ficas hemos entrado a saco y sin permiso hornadas de periodistas y de publicaciones. Con ¨¦l, son inolvidables Castillo Valero, Gregorio Hern¨¢ndez Goyo y Paco Jarque. No est¨¢n todos, claro, pero son los valedores de la mejor cr¨®nica fotogr¨¢fica del Misteri. Y, por ¨²ltimo, ser¨ªa una ingratitud manifiesta soslayar la dedicaci¨®n del ex consejero de Cultura, Cipri¨¤ Ciscar, con el acervo de obras y folletos que edit¨® en los a?os 80 en torno al drama asuncionista. Tambi¨¦n ellos abonaron la decisi¨®n de la Unesco. A cada cual lo suyo.