El nombre de Am¨¦rica Latina
He le¨ªdo con retraso una columna de Jos¨¦ Mar¨ªa Guelbenzu (Si yo fuera colombiano, 23 de abril) en la que me sorprende una opini¨®n, bastante extendida, acerca del nombre colectivo de los americanos nacidos al sur del r¨ªo Bravo. No s¨¦ de d¨®nde ha sacado el escritor la tesis de que Am¨¦rica Latina es 'una denominaci¨®n despectiva inventada por los vecinos del norte para diferenciarse de los del centro y del sur de su continente y asumida por ¨¦stos como reivindicaci¨®n frente a Hispanoam¨¦rica o Iberoam¨¦rica'. Mis lecturas dicen lo contrario. La denominaci¨®n Am¨¦rica Latina empez¨® a circular a mediados del siglo XIX como reivindicaci¨®n frente al panamericanismo que, con prop¨®sitos hegem¨®nicos, alentaba Estados Unidos (una 'Am¨¦rica para los americanos' quer¨ªa Monroe). Parece que el primero en promover el apelativo fue el colombiano Torres Caicedo, autor del libro Uni¨®n Latino-Am¨¦rica, editado en Par¨ªs bajo el est¨ªmulo de su amigo el poeta Lamartine. La aventura imperialista de Maximiliano en M¨¦xico no disuadi¨® al autor de aquel empe?o 'afrancesado', sino que acentu¨® su convicci¨®n republicana. Por cierto, exclu¨ªa de su propuesta a Brasil, un imperio hasta 1885. El argentino Carlos Calvo y el chileno Bilbao publicaban, por los mismos a?os, obras en las que se refer¨ªan expresamente a 'los Estados de Am¨¦rica Latina'.
Contra lo que muchos piensan, las nociones de Hispanoam¨¦rica e Iberoam¨¦rica son posteriores (se comprende que dif¨ªcilmente hubieran prosperado mientras Cuba y Puerto Rico fuesen colonias espa?olas). En 1904 se public¨® brevemente en Madrid una revista, Uni¨®n Ibero-americana, que postulaba la uni¨®n de los pueblos 'desde M¨¦xico al cabo de Hornos en una confederaci¨®n sellada por la sangre, la lengua y la historia, para detener la brutal conquista sajona'. Durante la d¨¦cada siguiente, Men¨¦ndez Pidal reclam¨® que se prohibiera a la prensa el uso de la expresi¨®n Am¨¦rica Latina, en la que ve¨ªa 'el desprecio de los hijos por la sangre que corre por sus venas'. Tiempo despu¨¦s (1922), otra revista, bajo el nombre de Uni¨®n Hispano-Americana, culpaba a franceses e italianos de difundir el gentilicio 'latinoamericano', previniendo que 's¨®lo la unidad hisp¨¢nica es defensa contra la expansi¨®n de Estados Unidos'.
Extraigo estos antecedentes del libro Los cien nombres de Am¨¦rica, de Miguel Rojas Mix (Lumen, 1992), y entiendo que puede tener inter¨¦s para los lectores aclarar la bienintencionada confusi¨®n de Guelbenzu, que otras personas comparten. No se trata de un prurito hist¨®rico: la educaci¨®n y el sentido com¨²n nos dicen que debemos llamar a la gente como ella prefiere ser llamada. Y es bien sabido que los americanos de expresi¨®n espa?ola o portuguesa se llaman a s¨ª mismos latinoamericanos, ?por qu¨¦ enmendarles? Cualquiera que haya viajado sabe que 'Hispanoam¨¦rica' es vocablo que en aquellos pa¨ªses s¨®lo usan cuatro carcas; en cuanto a 'Ibero¨¢merica', forma parte del l¨¦xico de conveniencia de aquellos que viven a expensas del fondo de reptiles que en estos tiempos maneja, desde Exteriores, un desagradable personaje llamado... Cort¨¦s.
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