Viva el perder
No me refiero, claro est¨¢, al Alav¨¦s. Creo que hay otros subcampeones que tambi¨¦n merecen elogio por el modo en que llegaron a serlo y, sin embargo, s¨®lo han recibido p¨¦sames o reproches. De modo que vamos a hablar por fin de los resultados de las elecciones vascas del 13 de mayo.
Ahora nos dicen, incluso los que m¨¢s callaron cuando hablar a¨²n comportaba riesgo de equivocarse o comprometerse, que ya est¨¢bamos advertidos. ?De qu¨¦ nos advirtieron? De que la forma m¨¢s segura de no perder es renunciar de antemano a ganar. 'Si no os hubierais hecho tantas ilusiones'... Claro, no cabe duda: el que se resigna a llegar segundo cuando s¨®lo corren dos, nunca tiene sensaci¨®n de haber quedado el ¨²ltimo. El gran pecado de los partidos constitucionales fue creerse capaces de vencer; su intolerable arrogancia, su prepotencia, consisti¨® en no aceptar por primera vez su papel de comparsas y segundones, intentar efectivamente ser tambi¨¦n vascos optimo iure pese a no ser nacionalistas, constituir una alternativa v¨¢lida a quienes llevan m¨¢s de dos d¨¦cadas gobernando un pa¨ªs aterrorizado y ensangrentado..., al menos al 50%. ?Qu¨¦ osad¨ªa! No pretend¨ªan cambiar de gobierno, sino cambiar de r¨¦gimen. Pero al r¨¦gimen nacionalista, convertido ya tras dos d¨¦cadas de informaci¨®n y educaci¨®n por ¨¦l controladas en 'lo natural' para el Pa¨ªs Vasco, radicalizado progresivamente durante su omnipotencia indiscutida e institucionalmente privilegiada, cimentado en un clientelazgo con p¨¢nico a la cesant¨ªa, no se le pod¨ªa desplazar ni corregir tan f¨¢cilmente. Como mucho, pod¨ªan dejar de convencer; que dejasen de vencer ya era otro cantar. Una esperanza excesiva. Como dice la milonga, 'muchas veces la esperanza / son ganas de descansar'. Quienes est¨¢n ya cansados de luchar por lo obvio, por lo que es obvio para la ciudadan¨ªa en otro lugares, estaban -est¨¢bamos- demasiado esperanzados. Y no han sido el PSOE ni el PP los derrotados en los comicios vascos, sino la fr¨¢gil esperanza.
Porque se equivocan o mienten los agoreros a toro pasado que hablan de enorme derrota de los partidos firmantes del pacto antiterrorista. ?De d¨®nde sacan semejante sandez? Con doscientos votos m¨¢s en Vizcaya, los constitucionalistas hubieran superado en esca?os a la coalici¨®n de PNV y EA. Tanto el PP como el PSOE lograron aumentar considerablemente su n¨²mero de votantes respecto a las anteriores elecciones auton¨®micas y de nuevo se ha acortado la siempre m¨ªnima diferencia entre nacionalistas y no nacionalistas. Si nadie hubiera confiado en la posibilidad de un cambio de r¨¦gimen, ahora podr¨ªamos estar celebrando lo obtenido el 13 de mayo a pesar de todos los pesares. ?O es que ya nadie se acuerda del contexto en que se ha realizado la campa?a electoral y la misma votaci¨®n? ?Acaso cree de veras alguien que es lo mismo poder ir libremente casa por casa -y funcionario por funcionario, como ha hecho el PNV- que arriesgarse a la pena de muerte por s¨®lo requerir, acorazado entre fuerzas de seguridad, el voto de los amedrentados insumisos? ?Qu¨¦ les ocurri¨® cuando fueron a votar a los candidatos constitucionales, al presidente del Foro de Ermua o quiz¨¢ a otros menos notorios? Pocos d¨ªas antes de las elecciones, un catedr¨¢tico de sociolog¨ªa experto en tales lides me coment¨® que si se hubieran aplicado a esos comicios los baremos de calidad democr¨¢tica que los observadores de la ONU aplican en otras ocasiones, dif¨ªcilmente ¨¦stas hubieran cubierto m¨ªnimos. Nos responder¨¢n: 'Y si eso ya lo sab¨ªais de antemano, ?por qu¨¦ pedir elecciones anticipadas?'.
Respuesta: porque as¨ª no podemos seguir y no pod¨ªamos pedir otra cosa. ?Acaso ¨ªbamos a pedir la guerra civil, como nos reprochaba el propio Ibarretxe?
A algunos escritores y profesores que nos comprometimos dentro de organizaciones c¨ªvicas en el apoyo a los partidos firmantes del pacto antiterrorista nos han llovido durante toda la campa?a las peores descalificaciones desde el campo nacionalista; ahora, en el d¨ªa despu¨¦s, se nos zurra tambi¨¦n desde otras posiciones, digamos que m¨¢s... resguardadas. Que hagamos moral, pase, porque es pasatiempo inocuo y edificante, pero ?qui¨¦n nos manda meternos en pol¨ªtica? En este pintoresco pa¨ªs nuestro, o se lamenta el culpable y c¨®mplice silencio pol¨ªtico de los intelectuales o se denuncia a los intelectuales culpables y c¨®mplices que no guardan silencio en pol¨ªtica. No es f¨¢cil dar gusto a quien lo tiene estragado: si te callas es porque te han dado una sinecura, si hablas es para que te den una sinecura. Y, adem¨¢s, metes la pata, porque eso de la pol¨ªtica es cosa demasiado seria para tarambanas como nosotros. De modo que lo mejor es dedicarse a empresario o banquero: as¨ª lo que se pierde en claridad de ideas se gana en nitidez de intereses. Seguro que despu¨¦s hacemos pol¨ªtica con mayor acierto...
Por equivocados que estuvi¨¦semos, sin embargo, los ilusos de Basta Ya, logramos algunas cosillas. No olvidemos que hace menos de un a?o tuvimos que batallar lo indecible -?y no s¨®lo contra los nacionalistas!- para movilizar a la gente tras una pancarta que hablase de Estatuto y Constituci¨®n. Meses despu¨¦s, los dos partidos mayoritarios de nuestro Estado de derecho firmaron el pacto por las libertades y contra el terrorismo, que refrendaba el Estatuto y la Constituci¨®n como el punto de partida institucional contra la violencia. Y as¨ª se configur¨® la posibilidad de una alternativa pol¨ªtica en el Pa¨ªs Vasco, lo suficientemente cre¨ªble como para que ochenta mil votos de EH se pasaran al PNV-EA y le diesen la victoria electoral, debilitando seriamente al brazo pol¨ªtico de ETA. ?Fue un error criticar abiertamente al Gobierno nacionalista, denunciar con abundancia de pruebas sus tergiversaciones informativas y educativas, explicar que ETA no recluta a los j¨®venes en la estratosfera, sino en una juventud maleada en el culto impune a la violencia fan¨¢tica, se?alar la insuficiente respuesta policial de la Ertzaintza de acuerdo con testimonios de miembros sindicales de esa polic¨ªa aut¨®noma, protestar por el secuestro del euskera para fines partidistas pr¨®ximos a los violentos, documentar el clima totalitario de coacci¨®n reinante en much¨ªsimas localidades y el desamparo de cargos p¨²blicos o ciudadanos desafectos al r¨¦gimen nacionalista que s¨®lo recib¨ªan de ¨¦ste la condolencia tras el tiro en la nuca o el coche bomba, pero nunca la m¨ªnima comprensi¨®n antes? Pues bendita equivocaci¨®n, porque gracias a ella ya ciertas cosas nunca podr¨¢n volver a ser vistas del mismo modo por ninguna persona honrada, incluyendo a los nacionalistas menos cerriles.
De todas formas, hay que reconocer que el nacionalismo tiene bastante suerte. Si se le hacen reproches, por fundados que est¨¦n, de inmediato forman parte de una 'cruzada antinacionalista'. Quien denuncia sus abusos no puede ser m¨¢s que un nost¨¢lgico de Ramiro de Maeztu y Queipo de Llano, que cobra de fondos reservados por agitar a favor de Mayor Oreja. La izquierda, esa izquierda arterioescler¨®tica que ve la falta de sentido de Estado en el ojo ajeno pero no el sectarismo revanchista en el propio, denuncia enseguida el af¨¢n uniformador y el atentado contra la diversidad. Habr¨ªa que recordarles a esos atontados que ciertas 'uniformidades' son logros del progresismo democr¨¢tico -como la seguridad social o la educaci¨®n general-, mientras que muchas 'diversidades' no hacen sino enmascarar el privilegio y la discriminaci¨®n. No me extra?a que los nacionalistas vascos, caiga quien caiga y cuantos caigan, sigan votando nacionalista porque nada pierden con ello y temen perder algo cambiando el paso. Es mejor seguir como hasta ahora: lo nuestro es nuestro y lo dem¨¢s a medias. Mayor madurez no puede darse sin riesgo de putrefacci¨®n. Y ETA, que tambi¨¦n es muy madura, ha entendido perfectamente el mensaje: hay que seguir arreando, porque los vascos nacionalistas est¨¢n contra la violencia, pero mucho m¨¢s contra los que pretenden deslegitimar del todo a los violentos y combatirles sin m¨¢s contemplaciones que las propias de la legalidad. Tras la bomba a Gorka Landaburu y otro par de intentos fallidos vino ayer mismo el asesinato a tiros del director financiero de El Diario Vasco: ?y dec¨ªan que si Mayor Oreja ganaba las elecciones ETA se sentir¨ªa m¨¢s legitimada para proseguir con la violencia! Ahora s¨ª que se sienten llamados a matar a mansalva, porque ya vislumbran que se acerca la mesa definitiva, que no ser¨¢ la de Ajuria Enea, ni siquiera la de Lizarra, sino una mesa petitoria...
Sentirse animado o desanimado ahora es ya cuesti¨®n de car¨¢cter. Comprendo muy bien a los que, ante el olor y el color de lo que han sacado a flote estas elecciones, sienten la tentaci¨®n de tirar de la cadena y marcharse dignamente. Pero yo prefiero acordarme de aquel ¨¢crata, 'tip¨®grafo que fue de La Moderna' en el bello poema de F¨¦lix de Az¨²a, que grit¨® ante el pelot¨®n de fusilamiento: '?Viva el perder!'. Y permanezco junto a los que siguen jugando, aun sabiendo que hay tantas cartas marcadas. A los acomodaticios, a los resignados, a los amonestadores que todo lo adivinaron antes que nadie pero procuraron decirlo despu¨¦s, a quienes nos preguntan: '?Hab¨¦is aprendido la lecci¨®n? ?Os arrepent¨ªs?...', les responderemos la palabra sagrada con la que empieza la libertad: '?No! Claro que no'.
Fernando Savater es catedr¨¢tico de ?tica de la Universidad Complutense.
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