?Compromisos urbanos?
Aunque ha tenido escasa trascendencia, me entero por casualidad que se ha celebrado un encuentro de delegados de urbanismo (concejales, supongo) de Barcelona, Madrid, Valencia, Sevilla, Bilbao, M¨¢laga y Zaragoza. Reunidos en Sevilla, aprobaron una declaraci¨®n de siete compromisos. El primero (resumo la noticia le¨ªda en la edici¨®n de EL PA?S de Andaluc¨ªa, del 22 de abril) es lograr una ciudad de los ciudadanos, potenciando la calidad de vida. El compromiso con una ciudad sostenible y accesible (supresi¨®n de barreras arquitect¨®nicas) constituyen los puntos segundo y tercero. El cuarto, la apuesta por la regeneraci¨®n y rehabilitaci¨®n urbanas. Un quinto, responder a la demanda de viviendas con medidas de planificaci¨®n y potenciaci¨®n del patrimonio p¨²blico del suelo. El pen¨²ltimo punto es el compromiso de coordinaci¨®n urban¨ªstica metropolitana. Y el ¨²ltimo, fomentar espacios para las actividades relacionadas con las nuevas tecnolog¨ªas y el conocimiento. Es posible que sean prop¨®sitos de enmienda y la concejal¨ªa de urbanismo de Valencia se encamine a partir de ahora por otros derroteros, pues hoy en d¨ªa su andadura nada tiene que ver con algunos de esos siete puntos.
As¨ª, reconocer el ¨¢mbito metropolitano del urbanismo ser¨ªa una novedad. Considerar esa dimensi¨®n deber¨ªa conducir a una distribuci¨®n racional de equipamientos en el conjunto de la comarca, a coordinar la planificaci¨®n urban¨ªstica de sus municipios, a ahorrar en infraestructuras, a unificar racionalmente servicios o a proteger conscientemente la huerta. Ahora bien, la ideolog¨ªa de los reinos de taifas locales, cosa distinta de la l¨®gica autonom¨ªa municipal, y la incapacidad demostrada por Valencia para ni siquiera liderar su ¨¢rea metropolitana, hacen muy dif¨ªcil esperar que la orientaci¨®n urban¨ªstica empiece donde deber¨ªa: reconociendo, aceptando y subsumi¨¦ndose en los requerimientos de la metr¨®polis. Sin embargo, la experiencia dice que reducir la atenci¨®n al interior del Cam¨ª de Tr¨¤nsits agudiza los problemas.
Ese podr¨ªa ser el primer paso hacia un cambio de paradigma que sustituya el del crecimiento construido por el del desarrollo urbano, abandonando el monotema de la expansi¨®n en beneficio de la recualificaci¨®n de la ciudad existente, es decir, la apuesta por la calidad. Hoy Valencia crece y se ampl¨ªa por una decena de frentes de conquista (Benimaclet, Orriols, Cam¨ª de les Moreres, Benicalap, Patraix, Malilla...), mientras otros planes, que acabaran generando nuevos tejidos y aumentando la densidad edificada (el Balc¨®n al Mar, el Cabanyal, la ZAL...), siguen fragu¨¢ndose. El PGOU vigente se est¨¢ aplicando much¨ªsimo m¨¢s como maquinaria de guerra para la extensi¨®n de la ciudad, que como ordenador de las potencialidades urbanas, m¨¢s para la especulaci¨®n privada que para alcanzar un buen sistema de lugares p¨²blicos.Y la cuesti¨®n se plantea, con todos los matices que se quiera, en el conjunto de la comarca. No lo digo porque otros municipios imiten a la capital, sino porque, se quiera reconocer o no, el presente y el futuro es la metr¨®polis. Mientras, la huerta es la gran perdedora.
Valencia practica b¨¢sicamente un urbanismo del crecimiento edificado en detrimento de criterios cualitativos. Sus tejidos hist¨®ricos degradados, que necesitan inversiones rehabilatadoras, se combinan con una periferia parad¨®jicamente joven y de baja calidad, mientras soluciona esa contradicci¨®n con m¨¢s expansi¨®n hacia fuera que sustrae dinero que necesitan esas zonas ya consolidadas. Los programas de intervenci¨®n en el patrimonio construido, los de reurbanizacion de los barrios, los de construcci¨®n del conjunto de los equipamientos previstos en el Plan General, o el objetivo de completar la edificaci¨®n en los vac¨ªos urbanos, casi no existen. La ¨²nica excepci¨®n puede ser el plan Riva para el centro hist¨®rico, cuyos efectos positivos empiezan a visualizarse, mientras unas condiciones de degradaci¨®n an¨¢logas existentes en El Cabanyal tratan de resolverse con un decimon¨®nico plan piqueta. Por otro lado ?qu¨¦ decir del incre¨ªble compromiso de potenciar un patrimonio p¨²blico del suelo?
La regeneraci¨®n medioambiental de la ciudad es otra de las grandes cuestiones pendientes: el compromiso con la sostenibilidad. El Plan Verde fue una buena idea que duerme el sue?o de los justos, quiza porque a la vegetaci¨®n no se le ve un rendimiento econ¨®mico y electoral suficiente. Barrio a barrio, espacio a espacio, la ciudad de Valencia necesita intervenciones de recualificaci¨®n ambiental que la sit¨²en en una posici¨®n sostenible, de momento estamos subidos al furg¨®n de cola europeo en la materia. En la cuesti¨®n del tr¨¢fico, por ejemplo, seguimos con la supeditaci¨®n obsesiva a la movilidad motorizada individual, el mismo criterio insolvente de hace cuarenta a?os.
La ciudad necesita criterios de desarrollo cualitativo, responsables, creativos. A ver si as¨ª pudi¨¦semos tener la sensaci¨®n de una Valencia m¨¢s o menos acabada o, dicho de otra manera, que acaba lo que empieza (el Parque del Turia a todo su largo, el frente mar¨ªtimo...). Hoy podemos decir que en la entrada de Ademuz hay hasta catorce carriles para motorizados pero muchos patios interiores de la ciudad est¨¢n impresentables. En consonancia con los tiempos que corren, los gestores actuales de Valencia no son proclives a un sistema potente, ponderado e igualitario de la dimensi¨®n p¨²blica de la ciudad. Esa dimensi¨®n est¨¢ en precario y as¨ª los compromisos de Sevilla parecen poco viables. Pero lo dicho: me alegrar¨ªa que la declaraci¨®n suscrita no fuera la habitual hipocres¨ªa urban¨ªstica. Am¨¦n.
Carles Dol? es arquitecto-urbanista.
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