Un toro de puerta grande
Hizo sexto... Hubo un toro de puerta grande que hizo sexto, pertenec¨ªa al hierro titular de El Torero y le correspondi¨® a Miguel Abell¨¢n, que no sali¨® por la puerta grande.
Miguel Abell¨¢n ni sali¨® por la puerta grande, ni cort¨® oreja, ni obtuvo ¨¦xito alguno.
Da la impresi¨®n Miguel Abell¨¢n de que es pertinaz en el error. Claro que a lo mejor no es consciente de sus yerros. El empe?o en torear por derechazos a su primer toro cuando por la izquierda pose¨ªa la misma boyant¨ªa, provoc¨® que su faenar y la vuelta al ruedo que dio por su cuenta, fueron contestados. De los escarmentados salen los avisados, dice la sabidur¨ªa popular. Sin embargo lleg¨® el sexto toro, de una nobleza clamorosa, y en vez de aplicarse la lecci¨®n recibida en su turno anterior, lo moli¨® a derechazos, para desesperaci¨®n de propios y extra?os.
Torero / Jesul¨ªn, Rivera, Abell¨¢n
Cuatro toros de El Torero (dos fueron rechazados en el reconocimiento), uno devuelto por inv¨¢lido: muy bien presentados, flojos, manejables; 6?, cinque?o, con gran trap¨ªo, poder, casta y nobleza. 1?, sobrero, de Juan Jos¨¦ Gonz¨¢lez, escurrido, anovillado, inv¨¢lido total. 3?, de Salvador Domecq, con trap¨ªo, de encastada nobleza. 5?, de Nazario Ib¨¢?ez, grande, serio y bien armado, con casta noble. Jesul¨ªn de Ubrique: estocada ladeada (silencio); estocada (algunos pitos). Rivera Ord¨®?ez: dos pinchazos perdiendo la muleta y estocada corta baja (silencio); dos pinchazos bajos y estocada corta baja (pitos). Miguel Abell¨¢n: aviso antes de matar, bajonazo y estocada corta (vuelta por su cuenta, protestada); estocada corta trasera ca¨ªda y rueda de peones (aplausos y tambi¨¦n protestas cuando saluda). Plaza de Las Ventas, 25 de mayo. 17? corrida de abono. Lleno.
El toro era, en efecto, de puerta grande. Se lo advirti¨® uno de los conspicuos del tendido 7: 'Se le va a usted un toro de puerta grande'. Y como quien oye llover: sigui¨® pegando derechazos. A las tantas de reloj, cuando ya deb¨ªa estar el toro muerto, el ¨¦xito alcanzado, la puerta grande abierta y la cena en el mantel, se ech¨® la muleta a la izquierda y le sali¨® un churro.
No es, ya, que pegara los derechazos cual currante destajista sino que los instrumentaba mal; es decir, perdiendo un paso, la suerte descargada. Cierto que a la mayor¨ªa del p¨²blico le pasaban desapercibidos estos tecnicismos. La mayor¨ªa del p¨²blico que s¨®lo va a los toros por San Isidro malamente distingue la chicuelina del molinete, de manera que a buenas horas iba a discernir exquisiteces como lo de la p¨¦rdida o la ganancia de terreno, la suerte cargada o descargada, el pico o la pala, que tambi¨¦n son. En cambio las consecuenciasos s¨ª que las percib¨ªa. En tanto el toreo se produce ligado cargando la suerte, todo el mundo lo nota; en todo el mundo prende la emoci¨®n, sea docto o lego en la materia; mientras si es al contrario, se contempla con total frialdad. Y eso suced¨ªa: que los inacabables derechazos de Miguel Abell¨¢n los aplaud¨ªa el p¨²blico mec¨¢nicamente, si los aplaud¨ªa, pues derechaceo adelante su art¨ªfice se destempl¨®, sufri¨® dos desarmes, ensay¨® el natural sin brillantez ni fortuna... Y aunque cobr¨® una estocada perdi¨® la puerta grande, la oreja, hasta el reconocimiento al esfuerzo realizado.
Con mayor autenticidad tore¨® Miguel Abell¨¢n, al noble tercer toro porque a ese s¨ª le lig¨® los pases. Con el inconveniente de que se excedi¨® en los dichosos derechazos, el breve intento de torear al natural vali¨® poco, se pas¨® de faena, oy¨® un aviso antes de que la concluyera y mat¨® de impresentable bajonazo.
Corrida importante se vi¨® en Las Ventas, por alg¨²n ejemplar del hierro anunciado -principalmente su toro sexto- y por varios sustitutos de los que fueron rechazados o devuelto. Salvando la invalidez de alguno y el escaso trap¨ªo del sobrero, se vio all¨ª trap¨ªo, serias cornamentas, alguna aparatosa estampa, casta y nobleza. Esto ¨²ltimo, que tanto importa para el arte de torear, no lo aprovecharon Jesul¨ªn de Ubrique y Rivera Ord¨®?ez. Aburrido el primero, ant¨ªtesis del arte el segundo, echaron por tierra las expectativas que hab¨ªan despertado en sus respectivos cuerpos de militancia partidista, tambi¨¦n llamados fans.
Luego Miguel Abell¨¢n era la esperanza, si le saliera un toro... Y le sali¨®: un cinque?o puro, con sus hierbas cabales, de majestuosa presencia. Tan pronto plant¨® la pezu?a en la arena infundi¨® respeto, amilan¨® a Miguel Abell¨¢n en sus acciones capoteras, derrib¨® caballos, desarm¨® peones. Pero en banderillas mostr¨® su templanza y la acrecent¨® en el ¨²ltimo tercio desarrollando una embestida repetitiva, franca y humillada, al primer cite. Lo ideal para recrear en su vasta amplitud el rico repertorio de la tauromaquia, la emoci¨®n de la fiesta brava. Y se encontr¨® con que lo mol¨ªan a derechazos... Tiene raz¨®n, otra vez, la sabidur¨ªa popular: la miel no es para todos los paladares.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.