Disputas con el t¨ªo Hassan
El acceso a los palacios reales le fue prohibido a mediados de los a?os noventa, los guardaespaldas le fueron retirados y los inspectores fiscales examinaron con detenimiento sus cuentas. As¨ª reaccion¨®, al parecer, el rey Hassan II cuando en 1996 ley¨® en Le Monde Diplomatique un art¨ªculo de su sobrino Mulay Hicham preconizando una reforma de la instituci¨®n mon¨¢rquica en Marruecos.
El pr¨ªncipe no quiere hablar de aquellos castigos. Cuando se le insiste acaba, sin embargo, confesando: 'Sin ser masoquista, hoy en d¨ªa echo mucho de menos esas sanciones' provocadas 'por haber puesto por escrito aquello que ya le hab¨ªa dicho de viva voz'.
Hijo del pr¨ªncipe Abdala y de la princesa Lamia, hija del primer ministro liban¨¦s Riad el Solh, Mulay Hicham perdi¨® a su padre cuando ten¨ªa 18 a?os. 'Mi t¨ªo Hassan II se convirti¨® entonces en mi nuevo padre justo cuando yo ansiaba ser independiente, desarrollar mi propia personalidad, romper algunos moldes conformistas. Ten¨ªa que emanciparme del padre pero sin rebelarme contra el rey. Fue harto complicado. Hassan II ejerci¨® en el fondo m¨¢s influencia sobre m¨ª que mi propio padre'.
Dos a?os de enfado
Impregnado de la educaci¨®n liberal impartida en el colegio americano de Rabat, donde le envi¨® su madre tras sacarle del colegio real situado en palacio, el sobrino se rebel¨® al final contra el monarca.
El enfado dur¨® un par de a?os hasta ser superado. 'Afortunadamente, nos volvimos a ver con frecuencia Hassan II y yo durante los dos ¨²ltimos a?os de su vida [1998-99]'. 'Si no hubiese sido as¨ª tendr¨ªa ahora grandes remordimientos'. 'Cuando miro hacia atr¨¢s creo que nuestra relaci¨®n fue intensa, pero, en ¨²ltima instancia, franca, sana'.
A Mulay Hicham le cuesta, en cambio, echar la vista atr¨¢s para opinar sobre el reinado de su t¨ªo. 'Es dif¨ªcil que me pronuncie. En nuestra cultura no se juzga a los padres. Desde luego, cometi¨® errores, pero en julio de 1999 dej¨® un pa¨ªs unificado y una monarqu¨ªa un¨¢nimemente aceptada. Es una instituci¨®n que puede servir de pivote a las reformas'.
Le atribuye tambi¨¦n el m¨¦rito de haber evitado durante su reinado ' cat¨¢strofes como un enfrentamiento a gran escala con su vecina, Argelia'. 'El juicio definitivo que emitir¨¢n los historiadores depender¨¢ en buena medida de la supervivencia de la monarqu¨ªa. Dejemos a los historiadores trabajar'.
Su balance indulgente de la labor de Hassan II acaso se explique porque, reconoce, 'el rey era Dios'. 'Y Dios no pod¨ªa morir'. 'Tom¨¦ conciencia de todo ello cuando llev¨¦ su f¨¦retro a hombros por las calles de Rabat', en aquel caluroso julio de 1999.
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