Pennac se despide de Malauss¨¨ne en 'Los frutos de la pasi¨®n'
Las aventuras de Benjamin Malauss¨¨ne empezaron en 1985 con Au bonheur des ogres (La felicidad de los ogros). Desde entonces, son millones los lectores que han seguido las andanzas de su extraordinario protagonista, chivo expiatorio profesional, contratado por unos grandes almacenes para que los clientes defraudados puedan descargar en ¨¦l toda su indignaci¨®n, enfado o ira, pero tambi¨¦n de su tribu, de los familiares y amigos con los que vive en Belleville, uno de los ¨²ltimos barrios populares de Par¨ªs. Con Aux fruits de la passion (Los frutos de la pasi¨®n, editorial Mondadori), Pennac pone punto final a la serie de los Malauss¨¨ne. Al menos de momento.
'Este libro nace de una idea: Benjamin Malauss¨¨ne se ha vuelto paranoico, se siente amenazado, calcula lo que le suceder¨¢, no para de hacer previsiones catastr¨®ficas sobre s¨ª mismo. Est¨¢ pagando la presi¨®n de lo vivido en los libros anteriores. Luego, lo cierto es que a ¨¦l no le sucede nada y eso es a¨²n peor', dice Pennac. Seg¨²n ¨¦l, tintin¨®logo confeso, Los frutos de la pasi¨®n es el equivalente de Las joyas de la Castafiore dentro de los ¨¢lbumes de Tint¨ªn. De todas sus historietas, ¨¦sa es la ¨²nica que transcurre ¨ªntegramente en un mismo lugar y en la que el supuesto robo sobre el que se construye la peque?a intriga se revela, al final, que no es tal. En Los frutos de la pasi¨®n hay otra idea importante: la de encontrarnos con Th¨¦r¨¨se enamorada. 'Es una novedad'.
Vivir 'a posteriori'
La novela arranca con una frase que es una m¨¢xima: 'Deber¨ªamos vivir a posteriori'. Para Pennac, el arranque es importante 'porque da el tono del relato'. Y eso es importante para una serie de novelas que retoman esos personajes. 'Desde un punto de vista t¨¦cnico te sientes atrapado, no sabes si tienes que volver a presentar tus criaturas o puedes dar por descontado que el lector ya las conoce. El editor espa?ol, al publicar un peque?o diccionario con todos los protagonistas de la serie, resuelve el problema'.
Pennac confiesa que tiene ganas 'de cambiar de tono'. 'Para un escritor, el tema es un pretexto'. Lo suyo son las frases, las palabras. 'Hay que confiar en las palabras. Cuando las buscas, te sientes como un submarinista que sale de pesca: flotando y en libertad'. Ahora ha acabado dos relatos cortos y ya sabe lo que le espera: 'Una parte de tu p¨²blico lector te dice que te repites, mientras la otra parte afirma que le gustaba m¨¢s lo que hac¨ªas antes. La cuesti¨®n es conservar las ganas de escribir'.
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