La Giralda
La idea no puede ser mejor: ofrecernos el testimonio gr¨¢fico de una r¨¦plica de nuestra Giralda construida en 1890 como gran estrella del edificio Madison Square Garden, y cuya bell¨ªsima veleta es un desnudo femenino -nada frecuente en aquella ¨¦poca- representando a Diana Cazadora. Si adem¨¢s nos relacionan esas maravillas con historias de amor y un crimen pasional, entonces pasa a ser un conjunto tan atractivo que no comprendo como no hay una cola d¨¢ndole la vuelta al Ayuntamiento. O s¨ª lo comprendo, porque la puerta de acceso est¨¢ un poco escondida y el lugar no est¨¢ preparado como para grandes multitudes; no deja de ser una pena, pues es una exposici¨®n digna de una gran pantalla con muchos asientos en lugar de ese peque?o recinto en donde se aprietan las fotograf¨ªas y el espacio de proyecci¨®n. Sabi¨¦ndose como se sabe lo que nos puede gustar a los sevillanos una exposici¨®n sobre La Giralda en Nueva York, se podr¨ªa haber sido m¨¢s espl¨¦ndido y llevarla a cabo con mayor lucimiento. Digo yo.
El espejo reflejando la aut¨¦ntica Giralda est¨¢ muy bien y resulta ingenioso, pero lo mejor de todo es el cat¨¢logo, tan bien editado como escrito. Da gusto leerlo. Es una de las cosas por las que merece la pena emplear unos minutos en la plaza de San Francisco: por el cat¨¢logo, y para ver a nuestro minarete en pleno centro de aquella gran ciudad, formando parte de un Nueva York que hemos conocido en muchas pel¨ªculas -algunas tan famosas como Ciudadano Kane- y en las que el ambiente era bien diferente del de ahora.
En aquellos tiempos, el foco cultural lo ten¨ªamos en Europa, en Par¨ªs, y Nueva York era un lugar de hacer dinero; no hay m¨¢s que ver la diferencia entre los ciudadanos atl¨¦ticos actuales y aquellos de aspecto m¨¢s bien fr¨¢gil que pululan por las calles. De todos modos, los personajes protagonistas de esta historia van vestidos de etiqueta, m¨¢s provocadores que elegantes y se re¨²nen en fiestas masculinas que tienen algo de aroma gansteril, con mujeres rubias sirviendo el vino blanco, morenas para el vino tinto y otras saliendo de la tarta. Famosos arquitectos, millonarios celosos, hermos¨ªsismas mujeres, un asesinato y una giralda presidi¨¦ndolo todo ?se puede pedir m¨¢s?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.