El repartidor de alegr¨ªas
Bennett, el mejor en los cuartos de final, encuentra la estabilidad en el Tau, su 16? club
El baloncesto es uno de los deportes m¨¢s asociados con el nomadismo. Hay un colectivo especialmente trashumante, el de los cientos de jugadores norteamericanos cuya carrera ha transcurrido a caballo entre su pa¨ªs (la CBA y luego la NBA) y Europa. Elmer Bennett iba igualmente para errante hasta que a los 27 a?os aterriz¨® por casualidad en el Tau. Atr¨¢s quedaba una peregrinaci¨®n por 15 clubes en s¨®lo cinco a?os. Jam¨¢s habr¨ªa podido imaginar que de Vitoria ya nadie le mover¨ªa. M¨¢xime, teniendo en cuenta los antecedentes del Baskonia, que cada verano renueva al 70% de su plantilla. Esta semana, el base, el mejor hasta ahora en las eliminatorias por el t¨ªtulo de la Liga ACB, ha renovado su contrato por otras dos temporadas, lo que le puede convertir en el extranjero con m¨¢s continuidad en un conjunto espa?ol.
Bennett ha encontrado por fin su sitio para disfrute de toda la ACB y, en especial, de sus compa?eros del Tau. Es la estrella m¨¢s altruista de la Liga, el l¨ªder en asistencias, lo que podr¨ªa llamarse un repartidor de alegr¨ªas. Pero este ¨²ltimo a?o ha madurado y ya no s¨®lo es un pasador. Es un jugador total, un l¨ªder, a pesar de que tiene una carencia: necesita al borde la pista a un entrenador que le entienda y le marque el ra¨ªl que debe seguir. Si no, no es Bennett, sino la mitad del verdadero Bennett.
Y no es por falta de empe?o. Bennett es un profesional, alejado del t¨®pico del jugador norteamericano, mercenario e inadaptado. Baste un detalle: antes de enfrentarse a cualquier rival, pide cuatro v¨ªdeos para escrutar a cada jugador aunque los conozca de sobra. Y esta temporada se ha enfrentado con unos cuantos: de momento, lleva jugados 60 partidos oficiales, pero el exceso de minutos y trabajo le trae sin cuidado. Es el hombre de goma. Tiene 31 a?os y un f¨ªsico a prueba de golpes.
Nacido en Evanston, una peque?a ciudad junto al lago Michigan, al norte del ¨¢rea metropolitana de Chicago, Bennet se curti¨® en la universidad de Notre Dame (Indiana). Nadie ha jugado tantos partidos como ¨¦l con esa camiseta, la de los irlandeses. Ni siquiera su antecesor en el puesto, David Rivers, otro de los grandes bases de los ¨²ltimos a?os en la Euroliga. Le eligi¨® el Atlanta, pero nunca lleg¨® a jugar en ¨¦l. Lo mismo que le ocurri¨® con el Portland y el San Antonio: fichado por unos d¨ªas, no lleg¨® a debutar. S¨ª lo hizo en otros cuatro cuadros de la NBA (el Cleveland, el Filadelfia, el Houston y el Denver), aunque apenas totaliz¨® 21 partidos. La NBA nunca congeni¨® con ¨¦l.
Su vida n¨®mada tambi¨¦n transcurri¨® por cuatro equipos de la CBA y por Europa (el Scavolini, el Ly¨®n y el Olympiakos). Hasta que lleg¨® Vitoria y se cas¨® con el Tau. 'Tiene una mentalidad muy europea', asegura Dusko Ivanovic, su t¨¦cnico. 'Es un negro muy blanco', matiza Pepe Laso, uno de los mejores analistas del baloncesto espa?ol. 'Es una estrella', insiste Ivanovic, 'pero no se comporta como tal; tiene personalidad de l¨ªder'. Bennett; su esposa, Bette, y su hija de corta edad, Lauryn, vitoriana, necesitan estabilidad y creen haberla encontrado. 'Me gusta este club. Es muy profesional. Y no quiero salir de esta ciudad', coment¨® en castellano tras firmar su nuevo contrato.
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