Futuros de Europa
El debate sobre el futuro de Europa se ha puesto en marcha. Schr?der, Fischer, Jospin, Chirac, Prodi, y otros est¨¢n presentando unas visiones constructivas, aunque difieran mucho entre s¨ª. Pero discursos y propuestas apenas alivian la falta de liderazgo pol¨ªtico que padece en estos momentos la Uni¨®n Europea. La mejor prueba de esta carencia es que los que lanzan estos grandes proyectos son los mismos que negociaron hace menos de seis meses un Tratado de Niza a todas luces insuficiente para la Uni¨®n ampliada que espera a la vuelta de la esquina. El Parlamento Europeo lo ha entendido bien. Por primera vez no ha dado su visto bueno al nuevo tratado -el siguiente ya tendr¨¢ que ratificarlo- ni ha recomendado su aprobaci¨®n a los Parlamentos nacionales. Pero ¨¦stos, al final, deber¨¢n ratificarlo, porque de no hacerlo se frenar¨ªa la ampliaci¨®n, lo que bloquear¨ªa el propio desarrollo de la UE.
Cada cual proyecta sus propias preocupaciones dom¨¦sticas. Los socialdem¨®cratas alemanes proponen una UE federal que d¨¦ una salida al problema de las competencias que la integraci¨®n ha restado a sus l?nder y avanzar as¨ª hacia una Europa barata, que le cueste menos a Alemania, renacionalizando algunas pol¨ªticas. Es decir, una Europa m¨¢s insolidaria, cuando la ampliaci¨®n geogr¨¢fica requiere de mayor vertebraci¨®n y cohesi¨®n. Dicho esto, hay que afrontar el futuro sin tab¨²es, sin preservar intereses creados que pudieron tener sentido, pero que lo han perdido, como en parte ocurre con la Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n.
Se llame como se llame, Federaci¨®n de Estados-naci¨®n o Uni¨®n, la Europa de Jospin parece acercarse m¨¢s al m¨¢ximo hoy posible, aunque sus propuestas, como las anteriores del presidente conservador, Jacques Chirac, parecen dirigidas ante todo al electorado franc¨¦s. Ponen de relieve una preocupante distancia entre Par¨ªs y Berl¨ªn con vistas al verdadero debate sobre el futuro de la UE, que aguardar¨¢ a que pasen las elecciones francesas y alemanas en 2002.
En esta carrera de propuestas y visiones, Espa?a se ha quedado retrasada. Falta una visi¨®n estrat¨¦gica propia de la construcci¨®n europea. El PP no ha aportado en sus cinco a?os de gobierno una sola idea de peso a la construcci¨®n europea. Se ha limitado a gestionar o desarrollar otras anteriores, como la del espacio de libertad y seguridad, y, si acaso, a plantear una visi¨®n estrecha y nacional de lo que deben ser las liberalizaciones de sectores econ¨®micos. Mientras, ha dejado que decaigan esfuerzos importantes, como las relaciones entre la UE con el Mediterr¨¢neo o con Am¨¦rica Latina. Es de esperar que la presidencia espa?ola en el primer semestre de 2002 sirva para recuperar estas iniciativas.
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