Fernando Torres salva al Atl¨¦tico
El delantero juvenil mantiene con un gran cabezazo las esperanzas del cuadro rojiblanco
Albacete. Un estadio met¨¢lico ardiendo por el calor mesetario recibi¨® al Atl¨¦tico, pero el club rojiblanco a¨²n respira. Un chaval de 17 a?os, Fernando Torres, le hizo el boca a boca a diez minutos del final. Y resucit¨®. Sin embargo, hasta ese momento, el Atl¨¦tico no era el Atl¨¦tico. Si acaso, medio Atl¨¦tico: el que se afana por la banda derecha necesitado del bast¨®n de Cubillo, que consigui¨® ligar con Aguilera las ¨²nicas combinaciones de m¨¢s de dos pases seguidos que los rojiblancos tuvieron a bien ofrecer a sus 5.000 aficionados desplazados hasta Albacete, un nuevo r¨¦cord de los hinchas en su ya largo curr¨ªculo de apoyo al equipo.
El Atl¨¦tico no tuvo defensa, ni ataque, ni presi¨®n, ni alma, hasta la salida del pelirrojo juvenil Torres. Durante todo el primer tiempo el equipo fue un esp¨ªritu errabundo que se sobresaltaba a la m¨ªnima por la velocidad y el orden del Albacete.
ALBACETE 0| ATL?TICO 1
Albacete: Valbuena; Arias, Juanlu, Asier, Padilla; Ra¨²l Valencia, Jes¨²s Mu?oz, ?lvaro, Ria?o (Manolo P¨¦rez, m. 70); Javi Guerrero y Jos¨¦ (Mikel, m. 78). Atl¨¦tico de Madrid: Toni; Aguilera, Hern¨¢ndez, Juan G¨®mez, Amaya; Fagiani; Cubillo, Mena (Carcedo, m. 90), Luque; Kiko (Fernando Torres, m. 72) y Correa. Gol: 0-1. M. 80. Centro de Amaya desde la derecha y Fernando Torres cabecea cruzando el bal¨®n ante la impotencia de Valbuena. La pelota pega en el poste contrario y entra. ?rbitro: Mu?oz Yuste. Amonest¨® a Jes¨²s Mu?oz, Javi Guerrero, Ra¨²l Valencia, Asier, Fagiani y Cubillo. Expuls¨® a Arias (m. 75) y Padilla (m. 89). Unos 16.000 espectadores en el estadio Carlos Belmonte.
El manchego, un equipo muy ordenado, con futbolistas m¨¢s que capaces, ni siquiera concedi¨® al Atl¨¦tico unos segundos de cortes¨ªa. La primera circunferencia completa que rod¨® el bal¨®n en el c¨¦sped del Carlos Belmonte fue para llegar hasta los pies de Jos¨¦, que, solo ante Toni y despu¨¦s de pasar acrob¨¢ticamente las dos piernas por encima del esf¨¦rico sin llegar a golpearlo con ninguna, dej¨® escapar el bal¨®n por la l¨ªnea de fondo. Ria?o, un interior izquierdo con recorrido, regate y una pierna izquierda que trata con desparpajo y criterio a la pelota, se atrevi¨® dos minutos despu¨¦s a disparar desde la mitad del campo al ver a Toni adelantado. El recado acab¨® en c¨®rner. Guerrero, Ria?o y Jos¨¦, una versi¨®n de la Trinidad manchega que fue rascando en la fragilidad de la improvisada saga rojiblanca, Hern¨¢ndez y G¨®mez. La defensa atl¨¦tica, sin el apoyo de un centro del campo disperso que reculaba sin criterio, vio desfilar las oportunidades de gol, al bal¨®n y a los delanteros del Albacete, que campaban por el ¨¢rea en territorio amigo.
En el Atl¨¦tico no funcionaba nada. Cubillo recordaba vagamente a un jugador de f¨²tbol, al menos en la intenci¨®n de asociarse, tirar paredes y cambiar el juego. Y nada m¨¢s. El resto era desesperaci¨®n, achique de balones con la frente sudorosa y el cuerpo tembloroso por el miedo. Uno de esos balones vio la l¨ªnea de gol desde una panor¨¢mica privilegiada, pero el lateral argentino Fagiani acert¨® a expulsarlo cuando ya entraba.
El club rojiblanco se present¨® durante 70 minutos con el esmero que dedica durante toda la temporada a la teor¨ªa que explica la existencia del caos: en el orden las cosas s¨®lo tienen un sitio, para el caos vale cualquiera. Cualquiera, como Hern¨¢ndez jugando de medio centro, tratando de distribuir balones, o Fagiani de media punta, disparando inocentemente a puerta. El caso de Kiko es cosa aparte. El gaditano dio un par de pases en profundidad, pero el resto fue nada, o peor a¨²n, peor que nada: un estorbo err¨¢tico hasta su sustituci¨®n por Fernando Torres. La entrada del juvenil coincidi¨® con la expulsi¨®n del lateral del Albacete Arias. El Atl¨¦tico dispon¨ªa de quince minutos para gestionar su superioridad pero, aun as¨ª, en su intento se adivinaba una odisea. El miedo aumentaba con los minutos. Las posibilidades de ascenso se desvanec¨ªan. El empate era igual a un desastre y as¨ª marchaba el partido.
Para eso sali¨® Torres, al que ayer Cantarero dio la venia en ¨²ltima instancia. Entonces toda la plantilla le busc¨® con la mirada, solicit¨¢ndole con gestos que se echase al hombro el partido y ganase ¨¦l solo a ¨²ltima hora lo que el equipo no hab¨ªa podido hacer en los tres cuartos de partido anteriores. Parec¨ªa un peso insuperable para un imberbe de cachetes rojos. Pero Torres acept¨® el ¨®rdago y lo aprovech¨®.
El Atl¨¦tico a¨²n puede ser equipo de Primera. Se lo debe a un juvenil.
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