Ni selectividad ni rev¨¢lida
Ni la sociedad ni los poderes p¨²blicos que la representan tienen el derecho de impedir a ning¨²n joven que contin¨²e estudiando lo que quiera. Por una d¨¦cima, o por un punto, no se pueden destrozar las ilusiones de personas con 18 a?os que quieren seguir estudiando una determinada carrera porque les gusta o porque piensan que as¨ª encontrar¨¢n trabajo al finalizar los estudios. Por esta raz¨®n, fundamentalmente, nos oponemos a cualquier filtro selectivo para el acceso a la Universidad.
Lo m¨¢s adecuado, lo que mejor facilita el que los j¨®venes puedan intentar desarrollar sus aspiraciones es que no exista ning¨²n sistema de selecci¨®n. Las administraciones educativas son responsables de que funcionen las ense?anzas medias y los sistemas de control sobre las ense?anzas que se implanten, sobre los aprendizajes que se realizan y, ante todo, sobre las calificaciones que se dan en funci¨®n de los aprendizajes.
Las aulas universitarias tienen un tope y hay que seleccionar a los que quieren estudiar una determinada carrera en funci¨®n de la nota de selectividad, dicen las personas defensoras de este sistema, o, como parece que propone la se?ora ministra, en funci¨®n de su expediente acad¨¦mico, incluida la nueva rev¨¢lida, y del examen que cada facultad determine. Pero, ?en funci¨®n de qu¨¦ se hace la oferta de plazas?, ?en funci¨®n de las necesidades que tienen las empresas y las administraciones de nuevos titulados?, ?en funci¨®n de la capacidad de las aulas y laboratorios?, ?en funci¨®n del profesorado universitario?, ?en funci¨®n de qu¨¦ se ofertan tan pocas plazas de algunos muy demandados estudios? ?En funci¨®n de qu¨¦ la Universidad, y la sociedad que se lo consiente, frustran las expectativas de tantos miles de estudiantes que no pueden estudiar lo que quieren?
La soluci¨®n est¨¢ clara: la sociedad debe proporcionar los medios necesarios al estamento universitario para que ¨¦ste facilite la entrada a los estudios que desee a todos los estudiantes. Ning¨²n joven tiene que ver c¨®mo la sociedad le cierra las puertas cuando quiere optar a unos estudios por faltarle una rid¨ªcula cent¨¦sima de punto. La Universidad tiene la obligaci¨®n de acoger a todas las personas que quieren estudiar y darles una plaza para que estudien la carrera que quieren. Lo que no puede hacer la Universidad es mantener una plaza de estudiante todo el tiempo que ¨¦ste quiera; debe haber un tope, un n¨²mero m¨¢ximo de convocatorias por asignatura, deben exigirse unos m¨ªnimos de aprobados cada curso y deben exigirse unos m¨ªnimos de aprobados antes de matricular del curso siguiente.
Sobre el nuevo filtro que se plantea imponer, la rev¨¢lida, como sistema de comprobaci¨®n de los conocimientos de los estudiantes una vez que ¨¦stos han acabado el Bachillerato, hay que decir que esto supondr¨ªa una nueva infravaloraci¨®n del profesorado de Secundaria, que ver¨ªa esta prueba como la muestra de una desconfianza absoluta e injustificable de los poderes p¨²blicos en su trabajo y en las calificaciones que pone como resultado final y visible del proceso de ense?anza-aprendizaje. El profesorado de Secundaria califica al alumnado de Bachillerato en funci¨®n de distintas variables, pero siempre teniendo en cuenta los conocimientos que ¨¦ste alcanza tomando como referencia el curr¨ªculo establecido por la administraci¨®n educativa; la rev¨¢lida demostrar¨ªa tambi¨¦n una gran desconfianza en los Servicios de Inspecci¨®n de las Consejer¨ªas de Educaci¨®n, encargados de controlar, e inspeccionar, el proceso de ense?anza, incluida la evaluaci¨®n, las notas finales.
Por ¨²ltimo, los j¨®venes que aprueban el Bachillerato tienen el derecho a pasar a la carrera que aspiran y el deber de estudiar despu¨¦s, ?Si no se les permite cursar la carrera que quieren, c¨®mo va a exig¨ªrseles que estudien despu¨¦s?
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